GP de España: la hora de la verdad

Aunque cada año digamos lo mismo, no deja de ser absolutamente cierto que la llegada del Mundial a Europa marca el inicio de lo que podremos ver de aquí a final de temporada en la lucha por el título. Además, ya llevamos unos cuantos años aterrizando en el viejo continente con la cita en el Circuit de Catalunya, y eso, por diversos factores, hace de este Gran Premio un punto de referencia único para todos los equipos.

De entrada, el Circuit de Catalunya es el circuito de pruebas por definición. Su trazado y exigencia aerodinámica lo han convertido en la última década en la prueba de fuego para cualquier monoplaza que pretenda estar en lo más alto a final de temporada. Quien gana aquí, tiene muchos números de estar luchando para ganar el título a final de año. Además, y si el tiempo nos lo permite, tendremos la que se puede considerar la primera carrera “normal” del año (aunque no lloviera en Bahrain, por ser la primera, no la considero normal), que aunque pese a algunos, ya va tocando.

Que conste, por eso, que si la lluvia quiere hacer acto de presencia en la carrera del domingo será recibida con los brazos abiertos, porque no nos engañemos, las carreras que acostumbran a verse en el Circuit de Catalunya son de esas que la gente llama “aburridas”. ¿Cambiará eso esta temporada con las nuevas normas? Pues ya veremos, pero yo por lo menos voy predispuesto a ver algo más de acción que de costumbre.

No obstante, el gran problema que existe en el Circuit de Catalunya es que los equipos se lo conocen tanto o más que sus fábricas. Los ingenieros se saben de memoria los setups con los que los coches tienen que correr, y tienen una amplísima base de datos histórica a partir de la cual pueden reaccionar ante cualquier observación que les hagan sus pilotos. Están hartos de probar y probar en Montmeló, y eso deja muy poco espacio a la sorpresa.

Los pilotos, más de lo mismo. No me equivocaría mucho si dijera que alguno de los protagonistas de la parrilla podría dar una vuelta entera con los ojos vendados al trazado catalán. Han hecho tantísimos kilómetros con tantos reglajes diferentes, que son capaces de detectar lo que le falta al coche casi por pura memoria comparativa. Sólo el imprevisible factor de las repentinas rachas de viento que soplan caprichosamente en Montmeló puede poner en algún aprieto a los pilotos, y eso, evidentemente, se nota.

Por estos motivos los resultados en el Circuit de Catalunya suelen ser bastante previsibles y sólo alterados por problemas mecánicos o accidentes. Incluso recuerdo algún año en el que la parrilla, diría que en sus cuatro primeras líneas, estaba perfectamente ordenada con los dos compañeros de cada escudería en cada una de las líneas. Esa es la lógica en un circuito en el que todos saben lo que hay. Pero tenemos un elemento que hace especialmente atractivo este Gran Premio: la llegada de los primeros paquetes de mejoras en la mayoría de las escuderías.

Ese es, desde mi punto de vista, uno de los grandes atractivos del Gran Premio de España: saber quien apunta hacia arriba, quien no aguanta el tirón y quien estaba ya en su límite. El juego de adivinar las décimas que ganará cada monoplaza en España empezó hace ya unas semanas, pero la realidad no la veremos hasta el mismísimo domingo. Es cierto que no suelen haber saltos de calidad muy significativos, pero me da a mí que tal y como está esta temporada de apretada, cualquier mejora, por mínima que sea, saltará a la vista.

Por eso, y pese a todo lo comentado anteriormente, tengo muchas ganas de que llegue el Gran Premio de España. Para ver dónde están todos realmente. Para ver en una carrera “normal” las diferencias reales entre McLaren, Ferrari y Red Bull. Para poder hacer una lectura de las nuevas estrategias de carrera sin factores meteorológicos de por medio. Pero vaya, que si tiene que llover, que llueva.

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