Tras dos grandes premios en los que todo ha salido mal (al menos lejos de lo esperado y también tendríamos que incluir la clasificación de ayer), hoy, por fin, Mark Webber ha recuperado la mejor versión de si mismo. Era ilógico que un piloto que el año pasado luchó por el título hasta la última carrera tuviera un bajón tan considerable. Lo que me ha dado por llamar el Síndrome Massa.
El australiano ha realizado hoy la mejor carrera de los 24 pilotos que había en la pista. Saliendo desde la 18ª posición, sin safety-cars que le ayudaran y sin una estrategia extraña, Mark Webber ha sido el mejor ejemplo de la hormiga que va haciendo su trabajo poco a poco hasta conseguir el éxito. La tercera posición de hoy es un magnífico premio. Un par de vueltas más e incluso podría haber aspirado a robarle la segunda posición a su compañero Sebastian Vettel.
Webber se ha sobrepuesto a la necesidad de quitarse más gente que nadie en su lucha por llegar a las primeras posiciones. Y lo ha hecho a una velocidad increíble teniendo en cuenta que ha parado en tres ocasiones, como casi todo el mundo.. Aunque hay que recordar el que quizás es uno de los principales defectos del piloto de Red Bull. Mark Webber funciona mejor en situaciones sin presión. Cuando puede hacer “su” carrera es un piloto temible, y hoy lo ha demostrado.
El problema viene cuando por detrás hay alguien que le presiona. Y hoy, el cazador ha sido él y la caza un éxito. Sin el error de ayer, hoy Webber hubiera sido un candidato claro a la victoria, pero como siempre las cosas cuando no tienes nada que perder se ven mejor. En una lucha de tu a tu, los neumáticos juegan, más si cabe, un papel fundamental. Hoy, atacando y adelantando a coches inferiores, Webber ha tenido más control sobre las gomas que si le tocara luchar contra los Vettel o Hamilton. Aún así, ni alemán ni británico han sido mejores que el australiano en la pista, lo que pasa es que han salido mucho antes.