Solo un personaje como Bernie Ecclestone podía decir una frase así. Fue después del Gran Premio de Singapur de 2008, cuando Ferrari tiró por la borda buena parte de las opciones de Felipe Massa de ganar el mundial dándole la aprobación para que saliese de boxes con la manguera de combustible aún adosada al coche.
Durante el Gran Premio de Hungría de 2022, Ferrari volvió a superarse en su incesante búsqueda de la estrategia más absurda posible: dilapidaron una victoria que estaba hecha montándole a Charles Leclerc unas lentas y torpes ruedas duras. No es la primera carrera que regalan este año. Es más, hay datos que demuestran que en tres años nada ha cambiado en Ferrari.
Ferrari está reeditando en 2022 el fiasco de la temporada 2019
Hay que remontarse a la temporada 2019. En plena era de insulso dominio de Mercedes y Lewis Hamilton no es fácil diferenciar los años, pero conviene hacer el esfuerzo. Después de dos temporadas en las que 'casi sí' con Sebastian Vettel, Ferrari optó por cesar a Maurizio Arrivabene, un jefe de equipo poco gentil pero que hacía funcionar las cosas.
Arrivabene no era alguien agradable. No meditaba profundamente las palabras adecuadas antes de hablar con la prensa, los pilotos o el equipo, pero llevó a Ferrari y Vettel a luchar por dos títulos contra la mejor Mercedes de Hamilton en 2017 y 2018. Se quedaron cortos, pero durante 3/4 de la temporada estuvieron ahí.
Para 2019, Ferrari apostó por otro estilo. Llegaba Charles Leclerc al equipo, y probablemente iba a hacer falta usar bastante mano izquierda con Vettel cuando el joven comenzase a superarle. Mattia Binotto era el hombre ideal para gestionar un equipo que ya tenía un coche ganador, y pensó que lo demás llegaría solo. Hacía falta un gestor, no un líder.
No es descabellado decir que en 2019 Ferrari tuvo un coche, al menos, tan bueno como el Mercedes. O muy cercano. La pretemporada fue de los más ilusionante, y Leclerc no tardó en comenzar a hacer poles. Pero algo pasaba, Ferrari no ganaba carreras. Por H o por B, siempre era otro el que terminaba saboreando el champán.
En Baréin iba a ganar Leclerc, pero su motor eléctrico comenzó a fallar cuando iba líder destacado en las últimas vueltas. En Bakú volaba, pero se estrelló solo en la Q2. Mónaco, Canadá, Austria, Hockenheim... las carreras pasaban y Ferrari no ganó hasta el 1 de septiembre en Spa-Francorchamps, y repetiría siete días después en Monza.
Vettel completó el triplete de triunfos ferraristas consecutivos en Singapur, pero después de eso vinieron un puñado de carreras regaladas más en Rusia, Japón y México. En plena era híbrida, con Mercedes pasando el rodillo por la Fórmula 1, Charles Leclerc fue el piloto que más poles hizo en la temporada 2019. Pero apenas ganó carreras. ¿Les suena de algo?
Aquel mundial acabó como el rosario de la aurora, con Hamilton sumando su sexto entorchado, Valtteri Bottas de subcampeón, Max Verstappen delante de ambos Ferrari, Leclerc y Vettel estrellándose entre ellos en Interlagos y la FIA anunciando un acuerdo secreto con Ferrari que evidenciaba que, muy probablemente, sus motores no eran demasiado legales.
Ferrari pasó dos años en el desierto con los motores capados por la FIA tras aquel pacto. Un tiempo que Binotto bien podría haber utilizado para perfeccionar ese equipo que tanto falló en 2019. Desastres como el de Mónaco 2021 ya daban pistas de que no estaba siendo así, pero la temporada 2022 está siendo ridícula. Con razón Binotto se marchó del muro en Hungría.
¿Debe buscar Ferrari un líder para sustituir a Mattia Binotto?
Tres años después, Ferrari vuelve a tener un coche competitivo. Las ocho poles que suman entre Charles Leclerc y Carlos Sainz, por cuatro de Red Bull y una de Mercedes, demuestran que el Ferrari es el coche más rápido de la parrilla. Pero Leclerc está a 80 puntos de Verstappen en el mundial y Sainz va quinto, a 102.
Las estrategias son delirantes, las paradas en boxes paupérrimas, la fiabilidad tampoco ayuda y los pilotos cometen más fallos de los admisibles para corredores de élite. A veces falla todo al mismo tiempo, como pasó en el Gran Premio de Francia. Y cada vez es más evidente que la lucha de Ferrari va a ser más por mantener a Mercedes detrás que con Red Bull.
Porque Mercedes tiene todo lo que le falta a Ferrari, un equipo competitivo que aprovechar cualquier mínima oportunidad para sacar un resultado. Por contra, en Maranello se han convertido en especialistas en desperdiciar grandes coches. La noticia es cuando no fallan y lo más preocupante es que, como vemos, no es una mala racha. La tendencia viene de muy largo.
La situación de Ferrari no es sostenible, y la imagen de Binotto abandonando el muro de Hungaroring a mitad de la carrera puede ser muy simbólica. ¿Es hora de que Ferrari vuelva a buscar un líder que espolee al equipo? Ferrari tiene lo más preciado y difícil en la Fórmula 1, un coche campeón, pero carece de todo lo demás.