El día que Yamaha trascendió a las motos para ganar a Honda en la F1, hizo un motor V12 y batió récords negativos
La tentación de dar el salto desde el mundial de MotoGP al de Fórmula 1 no ha sido cosa exclusiva de los pilotos a lo largo de la historia. Algunas marcas también han intentado abarcar ambos campos, con el caso de Honda como paradigma: tienen 21 títulos mundiales de pilotos en MotoGP y otros seis en la Fórmula 1, incluyendo el de Max Verstappen el año pasado.
Poca gente conoce que Ducati bien pudo ser un motorista de la Fórmula 1 en sus primeros años de existencia, y también muchos olvidan lo que hoy venimos a contar: que Yamaha entró en la Fórmula 1 a principio de los '90, en plena época dorada de Honda, a hacerle competencia a sus históricos rivales japoneses. Y el resultado fue catastrófico.
Yamaha quería desarrollar un motor V12 paralelo a un coche superdeportivo de calle
Yamaha estaba en la cumbre de motociclismo. Los años '80 habían sido de batalla entre Yamaha y Honda por reinar en los antiguos 500 cc, pero se habían saldado con victoria para los de los diapasones, que al triplete de títulos que ya arrastraban de Kenny Roberts sumaron los tres de Eddie Lawson.
Pero Honda, además de crecer en el mundial de motos a pasos agigantados, también tenía sus huevos en otra cesta: la de la Fórmula 1. Y Yamaha sintió que decía reaccionar. Decidió preparar un brutal motor V12 atmosférico desarrollado por su departamento de motores, y que además iría junto a un coche de calle. Pero cometió muchos errores de novato por el camino.
Para darnos cuenta del tamaño del fracaso de Yamaha en la Fórmula 1 basta con dar un dato: de las primeras 16 carreras en las que intentaron participar solo corrieron en dos. En aquella época el número de inscritos en las carreras era tan grande que había que hacer una preclasificación, una criba en la que eliminar a los que eran demasiado lentos.
Hablamos de 1989, cuando Yamaha tomó la precipitada decisión de ingresar ya en la Fórmula 1 con lo que tenía mientras preparaban lo que de verdad querían tener. Mientras que Honda llevaba tres mundiales seguidos de constructores, los dos primeros con Williams y el tercero con McLaren, Yamaha decidió asociarse con el humilde equipo Zakspeed.
Mientras preparaban la bestia V12 que querían, pusieron en pista el OX88, un motor V8 a 75º de aluminio que apenas entregaba 600 CV de potencia. Los problemas de fiabilidad se repitieron, y el equipo solo se clasificó para dos carreras, en las que el piloto, Bernd Schneider, ni siquiera pudo acabar. Mientras tanto, Honda sumó otro mundial.
El susto fue tal que Yamaha rectificó. Dio un paso atrás y volvió a los cuarteles de invierno. En 1990 la marca de los diapasones desapareció de la Fórmula 1, pero solo estaban preparando la bestia. Querían tener listo el OX99, el motor que de verdad les iba a hacer luchar con Honda. O eso creían ellos.
Yamaha quiso ganar en la Fórmula 1 con solo cinco ingenieros para el motor
Como ellos mismos han reconocido, el enfoque de Yamaha nunca fue el adecuado. Decidieron aplicar sus investigaciones y desarrollos de las motos a la Fórmula 1. ¡Tan solo asignaron cinco ingenieros para las tareas de diseño y desarrollo del motor! Era algo lógico dentro de los 500 cc, pero no en la Fórmula 1. Allí todos los grandes motoristas, empezando por Honda, tenían más de 100 ingenieros solo para el motor.
Así, el esperado OX99, un V12 a 72º, apenas mejoró las prestaciones de su predecesor, al menos en términos de potencia. La fiabilidad sí creció y esta vez se asociaron con un equipo que sabía hacer las cosas, Brabham, aunque ya estaban en plena decadencia. Tuvieron cuatro preclasificaciones fallidas, pero por lo general al menos estuvieron en las carreras.
La peculiar pareja de pilotos británicos que formaban Martin Brundle y Mark Blundell incluso se las apañó para cazar algunos puntos en carreras alocadas. Brundle fue quinto en Suzuka, mientras que su casi tocayo de apellido, Blundell, un sexto puesto en Spa-Francorchamps. Tres puntos para Yamaha, otro mundial para Honda. El sexto seguido.
El poco prometedor debut del 0X99 en la Fórmula 1 hizo que Yamaha comenzase a dar tumbo de equipo en equipo ante la poca confianza de los constructores. En 1992 Yamaha estuvo con Jordan, pero tras trece abandonos por averías en 16 carreras, cuatro no preclasificaciones y un solo punto en todo el año, se separaron a final de temporada. Al menos Honda dejó de ganar.
"Comprendí que no veríamos resultados porque teníamos a cinco ingenieros asignados para la Fórmula 1, de allí que poco pudimos hacer", explicaba recientemente Kouichi Tsuji, uno de los máximos responsables de Yamaha en aquella aventura en la Fórmula 1. Pero no, el paso de Yamaha por las carreras de coches aún no había terminado.
Para 1993 la marca de los diapasones se dio una última oportunidad. Renunciando a la obsesión del V12, hizo su mejor motor en la Fórmula 1, el OX10A, un V10 con el que llegaron a alcanzar los 700 CV de potencia en el punto máximo de su desarrollo. Y, aunque de carambola, llegaron a llevar el preciado número '1' en el coche.
Tyrrell fue el mejor socio de Yamaha y la mejor época, con el nuevo V10
El socio más sólido de Yamaha en la Fórmula 1 fue Tyrrell, otro histórico garajista en horas bajas pero que sabía cómo hacer las cosas. Los inicios del OX10A tampoco fueron nada agradables: muchas averías y ningún punto en la primera temporada, pero al menos daba la sensación de que, una vez arreglada la fiabilidad, la potencia sí que estaba ahí.
Año a año Yamaha fue creciendo en rendimiento. En 1994 ya puntuó con cierta regularidad, cerrando su mejor temporada en resultados. Consiguieron trece puntos, más de el triple que en todos los demás años juntos. Y además se subieron a su primer podio, en el Gran Premio de España y gracias a Mark Blundell. Fue la cima de Yamaha en la Fórmula 1.
Porque en 1995 y 1996 los motores de Yamaha se estancaron. No hubo progreso y además Tyrrell, que llevaba varios años en crisis, entró en un proceso de descomposición. Fue Yamaha quien decidió hacer su última gran apuesta en la Fórmula 1: marcharse de Tyrrell para ser el nuevo motorista de Arrows.
Visto con perspectiva, tampoco parece la mejor idea del mundo, pero en aquella época era un melón por abrir: Arrows acababa de fichar a Damon Hill, el vigente campeón del mundo, que salió enfadado del equipo Williams. Es decir, que Yamaha iba a lucir el mítico dorsal '1' en su coche de Fórmula 1, aunque no por la vía que le hubiese gustado.
La vergüenza de Hungría 1997 para cerrar un récord negativo para la historia
El problema es que la de Hill fue una de las peores defensas de título que se recuerdan. La primera carrera ni siquiera la pudo correr por una avería antes de empezar y después de ocho carreras aún no sumaba ningún punto, aunque sí tres roturas de motor. La puntilla para el proyecto de Yamaha en la Fórmula 1 llegó en el Gran Premio de Hungría.
En Hungaroring el campeón estaba dando una exhibición. En un circuito sin apenas rectas en el que el motor no importaba tanto, Hill se metió tercero en la parrilla de salida, adelantó a Jacques Villeneuve en la arrancada y a base de ritmo de carrera logró dar caza a Michael Schumacher para adelantarle e irse a por la victoria.
Arrows iba a ganar su primera carrera en la Fórmula 1, Hill iba a maquillar su defensa del título con una victoria y Yamaha por fin iba a saborear el champán. Pero todo saltó por los aires a tres vueltas del final. La mecánica de Hill, que iba destacado y paseándose, falló. Se quedó sin sistema hidráulico, y fue perdiendo la ventaja hasta ser adelantado por Villeneuve en la última vuelta.
Arrastrándose, Hill logró llegar a meta en la segunda posición, en el que fue el mejor resultado de la Yamaha en la Fórmula 1. El segundo podio, y el último. Pero la carrera más agridulce. Aunque tras esa carrera la temporada mejoró levemente, el proyecto de Yamaha estaba herido de muerte y abandonó la Fórmula 1 para siempre.
Para el museo de los horrores de la Fórmula 1 queda un dato: contando las preclasificaciones fallidas, Yamaha es el motorista con más Grandes Premios en la Fórmula 1 sin una victorias. Supera incluso a otros grandes fracasos de la Fórmula 1 como los de Toyota o Peugeot, tanto en números como en forma.
Al menos, para la historia ha quedado el mítico Yamaha OX99-1, el coche de calle paralelo al proyecto de Fórmula 1 que Yamaha se propuso desarrollar, y que fue un superdeportivo impresionante con aquel motor V12 que en Fórmula 1 fracasó. Un buen legado de una tortuosa travesía de una marca de motos que quiso ser mucho más.