Después de lo visto en Fuji...¿Quién dijo lluvia?

Aunque pueda parecer oportunista, creo que conviene hacer una reflexión de lo que supone la lluvia en un Gran Premio. No acabo de entender demasiado los titulares de esta semana que pedían lluvia en Fuji, porque esto beneficiaba al asturiano. De hecho, muchos apuntaban al líquido elemento como el posible gran aliado de Fernando Alonso en Japón. A la postre, se ha demostrado que nada más lejos de la realidad.

Es cierto que Fernando Alonso suele protagonizar grandes actuaciones sobre mojado, pero estoy convencido que no quería ver la lluvia ni en pintura este fin de semana. Y me explico. Las carreras con lluvia suelen ir acompañadas de incidentes, sorpresas, Safety Cars y otros elementos que provocan unos “ajetreos” en las posiciones de carrera de mucho cuidado. Así pues, puedes agarrarte a la lluvia cuando lo que necesitas es esto, sorpresas, recortar una buena cantidad de puntos, pero con la distancia exigua de 2 puntos de ventaja que le sacaba el británico, el riesgo a perderlo todo no compensaba, desde mi punto de vista, los beneficios que podría haber obtenido. No he sido nunca partidario de hablar de cosas que podrían haber sido y no fueron, pero entre los dos extremos de una carrera en mojado de “gana Alonso y Hamilton abandona” y “gana Hamilton y Alonso abandona”, yo no me arriesgaría a que se diera el primero sabiendo que puede darse el segundo. Y es que a tres pruebas del final, con dos circuitos a la vuelta de la esquina donde Alonso ya ha rodado, y nada mal, por cierto, las posibilidades de recortar los pocos puntos que le llevaba el británico de distancia eran por lo menos creíbles.

Así pues, para los espectadores, las carreras en mojado son siempre interesantes, pero no convienen demasiado a estas alturas de campeonato. Cuando los abandonos pueden ser decisivos, la lluvia no interesa si las diferencias son estrechas. Pero lo pasado, pasado está, y ahora es cuando Alonso necesita alguna ayuda externa de verdad, porque 12 puntos ya son insalvables si Lewis Hamilton no tiene problemas. Y volvemos a la reflexión inicial: es más fácil que haya problemas si la lluvia aparece en escena. Entonces, ahora sí: que lueva, que llueva…

Foto | Grand Prix

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