El Dakar es una prueba única. Tan única que muchos de sus participantes se toman todo el año para conseguir el dinero necesario para participar y que incluso, entre los más pudientes, significa planificar la temporada con el único objetivo de hacerlo bien en el Dakar.
Pero cuando ocurre un caso como el de Guilherme Spinelli te das cuenta de que la grandeza del Dakar a veces puede quedar eclipsada por la honradez de un participante. Durante la etapa 5, que unía Chilecito con Fiambalá, el piloto brasileño, a bordo de un Mitsubishi Racing Lancer, tuvo problemas en el alternador. Una avería que le hacía esperar a su asistencia y por consiguiente, decir adiós a sus opciones de conseguir un buen resultado (el año pasado fue noveno y el mejor vehículo propulsado por gasolina).
Para acelerar la reparación, Spinelli aceptó el alternador que le ofreció un espectador. Las reglas del Dakar son claras e impiden recibir ayuda externa (más allá de las asistencias). Si alguien le hubiera visto hubiera sido descalificado ipso-facto. No fue así. También podríamos decir que esa regla se reserva para los pilotos punteros. ¿Entraría en la cabeza de alguien que un piloto de esos que en cada etapa mueren por llegar a meta fuese descalificado porque aceptara ayuda para proseguir con su sueño? Yo creo que no.
Guilherme Spinelli fue consciente de su error y en un acto de honestidad, de los que se ven muy pocos, no tardó demasiado en confesar a los comisarios deportivos del ASO su trampa. Comisarios que no tardaron en mostrarse sorprendidos por la acción del brasileño. La primera vez que ocurre algo así en en los 36 años de existencia del Dakar.
Sé que nadie me ha visto, pero he hecho esto. No podía aceptar terminar el Dakar habiendo hecho trampas. No habría podido dormir con esto. La honestidad es mi prioridad y mi única motivación
Vía | Marca.com