Desde que el pasado domingo Sebastian Vettel se proclamara por tercera vez campeón del mundo de Fórmula 1 no he parado de escuchar comentarios cuestionando el valor del título logrado por el alemán. Algo esperado y nada nuevo ya que las críticas se han venido repitiendo desde que el alemán se colocó como principal rival de Fernando Alonso en la lucha por el título. Que si el RB8 era un monoplaza muy superior, que si Adrian Newey había encontrado la “tecla”...En resumen, menospreciar el trabajo de uno para vanagloriar el de otro.
Curiosos y varios son los mensajes que en este sentido aluden al mito de Ayrton Senna. El brasileño acuñó eso de que todos los años hay un ganador, pero no todos los años existe un gran campeón y son muchos los que lo han utilizado en clara referencia a Vettel como ganador y a Alonso como campeón. Una forma, como otra cualquiera de lamernos las heridas y de olvidarnos que más allá de perder el título en la última carrera los males, y el problema, no es que Sebastian Vettel haya sido más regular con un coche superior.
Por cierto, el propio Senna acuñó otra frase que en nuestros días sigue siendo muy utilizada, el segundo es el primero de los perdedores. ¿De aquí en adelante cuando alguien mencione de carrerilla los distintos campeones, como muchos hicieron en el colegio con los reyes visigodos, dirá 2012 ganador Sebastian Vettel, campeón Fernando Alonso? Supongo que no. Por suerte, quizás nuestros hijos o nietos, heredarán esta afición y cuando indaguen descubrirán que la de 2012 ha sido una de las mejores temporadas que se han disfrutado en la máxima categoría.
El propio Alonso, y con más razón que un santo, ha afirmado que sin el incidente de Spa-Francorchamps provocado por Romain Grosjean, la historia hubiese sido distinta pero al igual como ocurriera con Felipe Massa y aquella fatídica manguera en el Gran Premio de Singapur de 2008 (sin olvidarnos el crashgate) en la Fórmula 1 hay que tener en cuenta cualquier variable y que alguien, o algo, destroce tu carrera es algo a tener muy en cuenta.
El asturiano incluso ha reconocido que esta temporada ha sido la mejor desde que está en la máxima categoría y aún así ha sido insuficiente. Hora de buscar soluciones y no de pensar que unos han ganado pero que otros se lo merecen más. Seguro que a Ferrari ese título “honorífico” que otorga la afición a Fernando Alonso no les vale. Ya son cinco años sin conseguir el título de pilotos, ese que coloco el número 1 en la nariz del monoplaza.
El talón de Aquiles, al menos uno de ellos, del Ferrari F2012 estaba en la clasificación. El monoplaza, en ritmo de carrera, se ha mostrado capaz de seguir el ritmo de sus rivales (en los últimos grandes premios Felipe Massa demostró que la velocidad no procedía únicamente del talento de Alonso como muchos no se cansan de afirmar) pero a la hora de dar una vuelta a fondo, las virtudes eran escasas. Cuando se vive por encima de las posibilidades, en este caso del monoplaza, es normal que pasen estas cosas perdiendo títulos que casi se podían tocar con los dedos.
Y calificar en el pelotón, aunque sea a comienzo del mismo tiene ciertos riesgos que pueden acabar mal y los accidentes en las salidas son los resultados. Evidentemente es más complicado tener problemas si partes desde la pole carrera tras carrera. Desde la primera posición se ve todo más claro, incluso a la hora de marcar un ritmo de carrera demoledor. Son las victorias, o más bien la ausencia de ellas, en las últimas carreras las que le han negado el título a Fernando Alonso. Cuando perdió el título hace dos años afirmó que con dos títulos no tenía nada que demostrar. Es verdad pero para dar un paso más en la historia, los títulos son más que necesarios. Y no creo que el piloto de Ferrari esté en contra de pasar por pilotaje y por triunfos al olimpo de los dioses.