Cuando Caterham hizo un coche de Fórmula 1 que era más lento que su propio GP2 y acabó en la bancarrota
La época de presentación de los coches de Fórmula 1 suelen ser tiempos de ilusión, pero cuando llega la pretemporada a veces el castillo de naipes se cae de la forma más dura y dolorosa posible. Fue lo que le pasó al equipo Caterham en la temporada 2014, la primera en la que los motores de la Fórmula 1 fueron híbridos.
Caterham afrontó el cambio de reglamento con la ilusión de poder dar el salto para salir del furgón de cola de la Fórmula 1, pero construyeron un coche tan malo que acabaron en la bancarrota en menos de un año. Esta fue la paupérrima historia de una pequeña compañía británica en la Fórmula 1.
Con su morro fálico, el Caterham CT05 es uno de los coches más feos que ha visto la F1
El de Caterham parecía el más serio de los tres proyectos que la Fórmula 1 admitió allá por 2010 para poblar la parrilla. El pequeño constructor británico, famoso por hacer unos coches de calles muy característicos, ingresó en la Fórmula 1 al mismo tiempo que Virgin e Hispania, el primer y único equipo español en el mundial.
Desde el principio, Caterham fue el mejor de los tres equipos nuevos. Incluso logró llegar a un acuerdo de motorización con Renault, y fichó a pilotos de renombre como Jarno Trulli, Heikki Kovalainen o Kamui Kobayashi. El cambio de normativa de 2014 y la entrada de los motores híbridos parecía su gran oportunidad, pero todo iba a salir mal.
El cambio de reglamento de la Fórmula 1 en 2014 fue el que dejó obsoletos los motores V8 para dejar paso a los V6 híbridos. Los Fórmula 1 engordaron casi 50 kilos de un año para otro, y dada la poca evolución aún de la tecnología eléctrica, la potencia también bajó. El resultado fue que los coches de 2014 fueron mucho más lentos que los de 2013.
Cuando Caterham quitó la manta de encima a su coche en el acto de presentación la primera impresión no fue demasiado buena. La opinión general fue que probablemente estábamos ante uno de los coches más feos de la historia, con un morro fálico que unía el alerón con el resto del coche que aún se aparece en algunas pesadillas.
Tamaño armatroste no tendría demasiada importancia si el coche era rápido, pero no lo era. El Caterham se arrastró por las últimas posiciones de la parrilla durante toda la pretemporada y en los cuatro primeros Grandes Premios, en Asia. De media, el coche era entre cuatro y cinco segundos más lento que el Mercedes, que empezaba a dominar.
Pero el drama llegó en el Gran Premio de España, en Barcelona, la primera cita europea. Allí el mundial de Fórmula 1 coincidía por primera vez con la GP2, y ocurrió lo que nadie podía esperar. Kamui Kobayashi y Marcus Ericsson no pudieron pasar del 1:30.3 en la clasificación de la Fórmula 1, saliendo último y penúltimo de los que acabaron.
Justo después, en la clasificación de la GP2, la pole la hizo Stéphane Richelmi con un 1:29.293. Pero es que Alexander Rossi se metió en la octava posición de la parrilla con un 1:29.893. ¿Qué cuál es la importancia de esto último? ¡Que Rossi pilotaba para Caterham! Los británicos habían construido un Fórmula 1 que era más lento que su propio GP2.
De hecho, Rio Haryanto, el otro piloto de Caterham en GP2, también fue más rápido que los dos Fórmula 1. Durante la temporada, con el mayor conocimiento del sistema híbrido, Caterham fue dándole la vuelta a la situación y consiguió que al menos su Fórmula 1 fuese más rápido que su GP2, pero eso no fue ningún consuelo.
Caterham siguió arrastrándose por las últimas posiciones de la parrilla, sin lograr ni un solo punto en toda la temporada, y cuando llegó el momento de viajar a América el equipo no pudo afrontar tal desembolso y quebró en mitad de la temporada, saltándose las tres últimas carreras y desapareciendo para siempre.
Así acabó la aventura de una pequeña compañía de coches británica que soñó con ser un grande de la Fórmula 1 y acabó construyendo un coche más lento que un GP2.
