Ha sido un proyecto un tanto precipitado. El otro día en mi cuenta de twitter personal no podía evitar preguntarme la razón por la cual el habitual discurso de Carlos Sainz de “sólo ir si se tiene posibilidad de conseguir la victoria” parecía haber cambiado. Obviamente el amor por la competición del madrileño sigue estando intacto, pero él mismo ha reconocido que este año será muy complicado luchar por la victoria.
Y es que además de ser un coche completamente nuevo y de dos ruedas motrices, Sainz no ha tenido posibilidad de probar el coche durante estos meses. Nasser Al-Attiyah ha llevado todo el peso del desarrollo y de los test, mientras que Sainz sólo ha podido montarse en la versión final del buggy durante una jornada de test disputada ayer sobre la arena de Perú.
Tras ella, las declaraciones del dos veces Campeón del Mundo de Rallyes y una del Dakar son poco optimistas. El objetivo es ir aprendiendo día a día el comportamiento del coche e intentar que el Dakar se vaya cobrando sus víctimas y que deje tanto a Sainz como a Nasser en su sitio.
Es sorprendente, es un coche totalmente diferente, me tengo que habituar a él todavía. Me sorprende lo bien que pasa por los sitios rotos, pero en cuanto lo metes por un camino te das cuenta de que ahí vamos a ir muy mal. Al final una cosa compensa la otra, pero tengo que adaptarme a lo que tengo, es lo que haré durante las primeras etapas: ponerlo a mi gusto. Tengo la sensación, por lo poco que he rodado por caminos, de que voy muy despacio. Cuanto intentas apretar un poco es imposible.
Aún así, parece que Sainz no ha tirado la toalla y ya piensa en seguir con el equipo desarrollando este coche, cuyos puntos fuertes son la potencia (349 CV gracias a su mayor tamaño de brida instalada en un motor prácticamente de serie) y su buena suspensión, que en zonas off road prácticamente se traga todo.
Lo que sí sé es que este es un programa serio, están Red Bull y Qatar detrás, está Nasser y estoy yo, no hemos venido aquí a pasar el rato, hemos venido a tratar de aprender lo máximo de cara al futuro y si hay dos o tres años por delante, como es el caso, me iré pensando, como siempre hago después de cada rally, si sigo. Si me encuentro a gusto, ¿por qué no seguir? Además, siempre me ha gustado desarrollar coches y este buggy está enteramente por desarrollar.
Vía | El País