El circuito semi-urbano Gilles Villeneuve de Montreal alberga uno de los Grandes Premios más espectaculares del calendario, en el que acostumbran a verse carreras moviditas.
Se trata de un circuito de baja carga aerodinámica, el primero del año, en el que destacan las largas rectas y las fortísimas frenadas. No en vano, es probablemente el circuito que más exige a los frenos del calendario, con cuatro frenadas alrededor de los 300 km/h, y otras dos a 250 km/h. El acusado desgaste de los frenos puede obligar a modificar el balance de frenada a lo largo de la carrera, condicionando el pilotaje a la hora de negociar las curvas (cosa que vemos a menudo en los finales de carrera en la horquilla de L'Épingle).
El Gilles Villeneuve es un circuito de frenadas y aceleraciones, por lo que es evidente que será importantísimo que el monoplaza sea estable en frenada y traccione bien a la salida de las numerosas chicanes y curvas lentas. Después de las diversas pérdidas del monoplaza en frenada que vimos en Mónaco, Canadá puede ser el siguiente ejemplo de las consecuencias de la pérdida de la gestión electrónica del freno motor.
Aunque la prioridad sea quitar ala para lograr la máxima velocidad posible en las rectas, la poca downforce que se pueda generar será de gran ayuda a la hora de frenar. Habrá que tener mucho tacto al negociar las curvas con un monoplaza tan “ligero” aerodinámicamente hablando.
Puesto que Bridgestone llevará a este Gran Premio sus compuestos más blandos para intentar lograr el máximo grip mecánico posible, debido a las bajas cargas aerodinámicas que llevan los monoplazas y al característico poco agarre de los circuitos temporales, habrá que estar muy pendiente de las gomas, sobre todo en el posible desgaste que pueden sufrir si se bloquean a menudo en las frenadas. Si no es en las frenadas, las gomas apenas sufrirán, ya que en el Gilles Villeneuve no hay curvas rápidas y el asfalto es muy poco abrasivo.
La estrategia más rápida es la de dos paradas, pero aquí habrá que tener muy en cuenta que por la proximidad de los muros a la pista, cualquier despiste puede suponer la salida del Safety Car. Además, la no existencia de curvas rápidas y el bajo consumo hace que cargar mucho combustible no penalice tanto en la calificación, por lo que la diversidad en las estrategias puede ser la tónica.
Aunque sólo se vaya a fondo durante un 60% de la vuelta, el circuito de Montreal es de los más duros para el motor, pues tiene un tramo de 14 segundos a fondo que pone a prueba la fiabilidad de los mismos.