El estadounidense nunca se ha mordido la lengua. Antes ya de empezar el Dakar Robby Gordon ya se encontraba realizando declaraciones explosivas contra Nasser Al-Attiyah, sus buggies y los Mini 4ALL de X-Raid. Sin embargo, este comportamiento se ha puesto en contra de él, pudiendo comprobar en sus propias carnes lo que el desierto y una boca “demasiado grande” pueden llegar a provocar.
Durante las primeras etapas, en concreto las del lunes y martes, Gordon se lanzaba al ataque. Todo para intentar reducir la ventaja que sus rivales habían tomado tras los problemas sufridos durante los dos primeros días (uno de ellos le llevó a estar parado casi media hora en lo alto de una duna). En la cuarta etapa, cuando parecía que iba a volver a recortar bastante tiempo al líder de la prueba, Stephane Peterhansel, las cosas se le torcieron y terminó con el Hummer ruedas arriba.
La ley no escrita del desierto dicta que entre rivales siempre que sea necesario se echará una mano. Una especie de “hoy por ti, mañana por mí”. En el caso del americano se convirtió “ojo por ojo, diente por diente”. Numerosos participantes, tanto de la categoría de coches, como de la de camiones, pasaron a su lado y ninguno de ellos se detuvo a ayudar. Tuvieron que pasar bastantes minutos y unas cuantas llamadas desesperadas hasta que el participante Nº524, Jaroslav Valttr, le ayudó a recuperar la posición normal y le terminó de destrozar el radiador.
En gran parte se lo tiene merecido tras el comportamiento demostrado anteriormente e incluso lo que no se pudo ver durante la primera etapa. Los compañeros de France 4 sacaron unas imágenes en las que se ve discutiendo a Robby Gordon con su copiloto y, al parecer, culpándole de los daños del Hummer.
Las formas de tirar el casco me recordaron inevitablemente a la riña entre Gigi Galli y su copiloto en 2004. Y el hecho de conducir sin cinturón me parece una verdadera irresponsabilidad (al menos este año por ahora no ha ido por la autopista subido en el techo o no ha bebido cerveza mientras conducía) que debería ser castigada por la organización, al menos económicamente.
El jueves fue su última demostración. Tras devolverle las declaraciones explosivas, Nasser Al-Attiyah se encontró en el camino a un Robby Gordon que intentó bloquearle el paso al qatarí y que además le hizo tragar algo más de polvo del habitual. Una nueva niñería del estadounidense. Por ahora además de demostrar que es un piloto rápido y que sufre de incontinencia verbal, también ha quedado claro que todavía no tiene el arte de las dunas dominado. A veces por quedarse corto y otras veces por “volar” demasiado.