Ahora que estamos todos inmersos en la rutina y miramos con cariño y anhelo las próximas vacaciones debemos tener en cuenta que para todos esos desplazamientos de ocio casi siempre utilizamos el coche hasta el lugar deseado. Después de todos estos viajes, que entre ida, vuelta y trayectos en el destino, suelen acumularse un buen puñado de kilómetros en el odómetro, así que es muy importante pasar una pequeña "revisión" a nuestros vehículos.
Y alguno dirá que ya revisa el coche antes de salir de viaje, por supuesto, es algo indispensable. Pero a la vuelta tenemos que prestar atención también a algunos puntos que pueden haber sufrido más de la cuenta debido a las circunstancias excepcionales a las que exponemos a los vehículos.
Un largo viaje puede ser un peligro en el futuro
El mantenimiento de los vehículos es una parte que puede ser crucial no sólo para la determinación de su vida útil, sino también como factor relevante en caso de accidente. Según la revista de la DGT, el mal estado del vehículo es causante de accidentes entre un 4,5% y un 13% de las ocasiones.
Sobra decir entonces que, si con unas simples consideraciones podemos mantener nuestro vehículo en condiciones óptimas, el pequeño esfuerzo que invertimos tanto en ponerle al día, como familiarizarnos con su estado general, es un sacrificio bien empleado y que al final repercute en nuestro beneficio.
La meteorología y sus efectos
Aunque ahora el turismo de interior se está poniendo muy de moda, la mayoría de los desplazamientos veraniegos nos llevan a lugares de costa. A algunos les gusta más el Norte con sus montañas y su vegetación mientras que otros prefieren el buen tiempo y el calor estival.
Los entornos meteorológicos distintos a los habituales pueden tener efectos dañinos en nuestros vehículos más allá de la simple estética.
Cuidado con el desgaste del salitre
En cualquier caso tenemos un denominador común que es el salitre. Este incómodo amigo de los lugares de costa, junto con la humedad del ambiente, es uno de los enemigos más terribles de la pintura en general y de los metales en particular. ¿Nunca os habéis preguntado el motivo de tanto óxido en las barandillas de los paseos marítimos?
El salitre es uno de los enemigos más terribles de la pintura y de los metales
Los vehículos que suelen habitar en zonas de costa tienden a adoptar una estética más envejecida de aquellos que circulan sólo por climas de interior en los que la salinidad del mar no hace de las suyas.
Lo mejor que podemos hacer después de pasar unos días (o semanas) disfrutando de la costa es que una vez hayamos vuelto a nuestra residencia habitual le demos al vehículo un buen lavado a fondo, incluyendo los bajos, y, si podemos, aplicar un poco de pulimento o cera a toda la carrocería.
Eliminando los restos de salitre y la humedad marina evitaremos que el corrosivo efecto que tienen nos persiga una vez de regreso en nuestro domicilio habitual.
La lluvia más sucia
Otro elemento muy característico de las zonas costeras es que (al menos a mí) antes o después, mientras intentas disfrutar de las vacaciones, te cae una tormenta. Unos pocos minutos, pero con mucha agua. Pueden estar bien para refrescar el ambiente y disfrutar de un rato tirado en el sofá, pero al salir a la calle y ver tu coche posiblemente te lo encuentres cubierto de una especie de barro muy desagradable.
Especialmente después de un periodo sin haber llovido, cuando descarga una tormenta así el agua arrastra un montón de polvo en suspensión que queda depositado por todo lo que pilla, incluyendo a nuestro coche que inocentemente estaba aparcado. Con lo limpito que estaba tras lavarlo y quitarle todos los mosquitos del viaje...
El polvo puede provocar un desgaste prematuro de las piezas de goma exteriores
Antes de volvernos locos, lo primero es recordar que sólo es polvo. Pero cuidado, porque puede provocar un desgaste prematuro de las piezas de goma exteriores. Y no me refiero a las ruedas.
Si vamos a ir a lavarlo, de nuevo, hay que evitar darle a los limpias para despejar la luna. Lo mejor es que nos cojamos un cubo de agua y quitemos el exceso de polvo de los cristales. Si forzamos a los limpias a trabajar con tanta suciedad podemos arañar los cristales o desgastar las gomas y que luego limpien mal. Y lo mismo exactamente con las ventanillas.
Nuestro archienemigo el granizo
Otro de esos fenómenos meteorológicos propios del verano, y uno de los más temibles, son las granizadas. El que tiene la suerte de disponer de un garaje en su lugar de vacaciones no tendrá que preocuparse demasiado. Que granice todo lo que quiera. Pero los que dejamos el coche en el exterior sin posibilidad de poner el vehículo a salvo lo único que podemos hacer es encomendarnos a los santos y esperar que pase pronto.
Una manta gruesa sobre el coche puede salvar varios problemas causados por el granizo
Los efectos en el exterior del coche pueden ser terribles en función del granizo que caiga. La carrocería puede quedar completamente marcada, llena de abollones que no se arreglan así como así, además de que los cristales corren un serio peligro.
Lo realmente complicado de las granizadas es que son imprevisibles. Pero si no vamos a mover el coche en unos días y es una zona donde suele granizar, no estaría de más poner una manta bien gruesa sobre el coche, de esas con las que se hacen las mudanzas, para intentar parar los impactos.
Y bueno, si al final no graniza mejor, sólo serás el tío raro que abriga a su coche en pleno verano.
Impactos en la luna
Relacionado con el punto anterior tenemos también la sobreexposición que presentamos durante todo el viaje a los cristales del vehículo. No es poco habitual encontrarnos con coches que tienen la luna marcada en el mejor de los casos, o con auténticos chinazos.
Es cierto que muchas veces no podemos evitarlos, no podemos controlar que mientras circulamos por carretera una pequeña piedra que salte al paso de otro vehículo nos impacte en el parabrisas. Pero, por ejemplo, recurrir al típico consejo de no circular detrás de camiones o vehículos pesados sí nos puede ahorrar algún disgusto.
No sólo hay que pasar el menor tiempo posible detrás de camiones que lleven cargada tierra, sino que hay que tener en consideración que todos los vehículos pesados desplazan una gran cantidad de aire capaz de arrastrar a su estela diversos y muy variados elementos peligrosos.
No sé si a vosotros os habrá pasado, pero el impacto de un objeto con la suficiente fuerza como para romper el cristal delantero te pega un buen susto. Doy fe.
Hay que dejar descansar al turbo
Y para acabar, un punto mucho más importante de lo que la gente habitualmente piensa es que debemos respetar los periodos de calentamiento y reposo de elementos tan críticos como los que componen los sistemas de sobre-alimentación. En la actualidad, la mayoría de los motores han apostado por recurrir a estos métodos para conseguir mejor rendimiento en motores más pequeños para reducir las cifras de consumo y emisiones.
Debemos dejar un par de minutos el coche encendido al ralentí para que el turbo baje de revoluciones y se refrigere
La turbina de estos sistemas gira habitualmente en torno a unas 150.000 revoluciones por minuto en marcha y se refrigera con el mismo aceite del motor. Si hemos estado haciendo un viaje largo, pongamos de unas cuatro horas, aunque paremos para comer a medio camino, debemos dejar un par de minutos el coche encendido al ralentí para que el turbo baje de revoluciones y se refrigere.
Si apagamos directamente el coche nada más parar el turbo habrá pasado de girar a muchos miles de revoluciones por minuto y con una temperatura muy alta a estar detenido y sin la refrigeración que le aporta la bomba de aceite del motor.
Las averías en el turbo son muy habituales, pero muchas veces no pensamos en ellos y llevamos a cabo prácticas muy poco sanas para este sistema como también lo son los acelerones en frío.
La revisión postvacional
Además de todo esto es conveniente hacer una sencilla revisión del estado general del vehículo. Ya sé que da mucha pereza y que volvemos con toda la depresión postvacacional, pero hay que hacer el esfuerzo si queremos que nuestro coche nos dure muchos más viajes como este.
Los neumáticos son determinantes en el buen agarre del vehículo
Empezando por los sencillo, podemos medir las presiones de las ruedas, ya que pueden haber perdido parte de su hinchado con el tute excesivo y comprobar que no tengan ningún desgaste irregular ni ningún corte. Vamos, que estén bien en general.
Si vemos que algún flanco está cuarteado habrá sido por llevar las presiones bajas, mucha carga en el vehículo o ambas cosas a la vez. Y si encontramos que la banda de rodadura se ha desgastado de manera extraña puede ser por alguna pieza de la suspensión que no trabaje bien.
Líquidos varios, todos a nivel
Mediante una simple revisión casi exclusivamente ocular podemos evitar desgastes prematuros en nuestro coche
También es muy importante revisar los niveles de líquidos. Hemos hecho muchos kilómetros en muy poco tiempo así que posiblemente habrá que rellenar el agua del limpia tras haber quitado unos cuantos mosquitos en marcha, rellenaremos también el aceite en caso de que haya consumido y el nivel esté más bajo que cuando salimos. Y ya que nos hemos puesto a ensuciarnos un poco las manos, de paso le echaremos un ojo a los niveles de líquido de frenos, refrigerante y de dirección.
Si por kilometraje o duración ya le va tocando la sustitución del aceite y os váis a animar a hacerlo vosotros mismos, lo mejor es que antes de ir a comprar la garrafa corresponiente nos hagamos también con el filtro de aceite correspondiente y con la arandela del tapón de vaciado. Así dejamos el coche visto para sentencia para otra buena tirada.
Otros consumibles
Ya puestos, también es recomendable que echemos un ojo al filtro de aire. Parece una tontería pero es una pieza vital, al fin y al cabo es por donde respira el motor. Si se ha ensuciado lo podemos limpiar con un buen soplado o con productos específicos para este cuidado, pero los recambios rondan los 20 o 30 euros y si lo sustituímos nos areguraremos de que se produzca una combustión más eficiente.
Y por último, en caso de que nos cayera un montón de lluvia sucia y notemos que los limpias no trabajan correctamente, ahora que pueden venir lluvias considerables, no cuesta nada comprar un recambio apto para nuestro coche de los limpias y cambiárselos. Como se suele decir "nos acordamos de la Virgen cuando llueve", y es mejor cambiar las escobillas antes de que las echemos de menos en pleno aguacero.
Muchas de estas reparaciones ya las nombramos en este artículo, y una vez más os animamos a que las realicéis vosotros mismos. Es una buena manera de estrechar lazos con un ser mecánico con el que pasamos mucho tiempo al final.
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