Una pregunta que muchos nos hacemos es si todavía vale la pena comprar un coche diésel. O bien si debemos abandonarlo ya. De hecho, desde el famoso Dieselgate de Volkswagen y sus emisiones trucadas, Europa ha decidido que el diésel para los particulares se iba a acabar.
Y si bien a medio plazo, el diésel se prohibirá en algunas grandes ciudades europeas, no será el caso de todas. Por ejemplo, en España solo las poblaciones de más de 50.000 habitantes deberán implantar una Zona de Bajas Emisiones (ZBE) a partir de 2023 en las que los diésel y gasolina más viejos podrían tener la enreda vetada. Pero eso son 149 localidades que representan sólo el 52% de la población de España. Así, aún le quedan años de vida al diésel. Además tiene una serie de ventajas frente al motor de gasolina que hacen que siga siendo relevante.
Frente a la subida del precio de la energía y de los carburantes, los coches diésel mantienen su principal argumento: un consumo muy bajo. No solamente el consumo de un diésel es muy inferior al de un gasolina equivalente, sino que además el gasóleo sigue siendo más barato que la gasolina.
De media, un diésel consume 1,5 l/100 km menos que su equivalente gasolina. Esto es gastar dos euros menos cada 100 km con el diésel que con el gasolina, según el precio medio actual de los dos carburantes. A lo largo de 100.000 km son 2.000 euros menos con los precios actuales. Y aunque el precio del diésel suba, al gastar menos que el gasolina, seguirá habiendo ahorro.
Todo dependerá del kilometraje y recorridos que haremos con el coche. Si haremos más de 15.000 km al año y sobre todo por carretera, el diésel sigue siendo un buena opción por sus bajos consumos. Especialmente si optamos por un SUV de grandes dimensiones.
Al contrario, si nos movemos sobre todo por zonas urbanas y hacemos menos de 10 o 15.000 km al año, el diésel no es la mejor opción (sobre coste inicial, sistemas anticontaminación que no funcionan bien en frío y por tanto mayor mantenimiento).
El diésel moderno no es más contaminante que un gasolina
Los vehículos diésel más recientes no son más contaminante que los gasolina. Primero, a menor consumo, menores emisiones de CO2. Lógico.
En cuanto al tema de los óxidos de nitrógeno (NOx) y las partículas finas, no es algo exclusivo de los diésel sino de los coches con motor de inyección directa, lo que incluye también a los gasolina.
Los diésel más recientes cuentan con filtros de partículas que retienen cerca del 99 % de las partículas finas. En el caso de los coches gasolina, ese filtro no fue obligatorio hasta septiembre de 2018 para los modelos nuevos, mientras que muchos diésel lo equipan desde 2010 y fue obligatorio en los diésel en 2015.
Además, con los catalizadores selectivos SCR y la inyección de AdBlue, emiten pocos NOx. Rellenar el depósito de AdBlue se hace cada 20.000 km de media y cuesta menos de 20 euros en el caso de los depósitos más grandes, los cuales no llegan a los 20 litros.
Además, aunque no son muchos algunos diésel son también híbridos, como el antiguo Peugeot 508 RXH o los nuevos BMW, como el BMW 420d que goza de una etiqueta ECO. E incluso algunos son híbridos enchufables, como el Mercedes E 300 de.
Nuestro consejo
A pesar de que todo parece favorecer a los híbridos y a los híbridos enchufables, el diésel sigue siendo una opción muy válida para quien tenga que hacer más de 15.000 km al año o suela hacer grandes recorridos con su coche. Lo mismo ocurre si nuestro coche va a ser un SUV grande o un monovolumen para acomodar a la familia. Si bien es verdad que los motores diésel están desapareciendo poco a poco de los catálogos en los modelos más pequeños, no es una motorización que esté muerta.
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