Las motorizaciones diésel nunca han gozado en Estados Unidos de la popularidad europea, y eso que no han sido pocos los esfuerzos por introducir paulatinamente las virtudes de la compresión en este mercado, especialmente por parte de los fabricantes alemanes. El punto de giro fundamental que ha provocado que se invierta esta tendencia ha sido el escándalo de Volkswagen.
La crisis para el diésel en Estados Unidos no había hecho más que comenzar. Desde que se destapara, y el fabricante admitiera su fraude, la confianza de los conductores se ha ido resquebrajando, hasta el punto de que en Volkswagen ven el panorama tan complicado que optarán po no vender más modelos diésel en ese país. Y no solo eso, Mercedes-Benz está planteándose seguir el mismo camino.
De este modo, se presenta una próxima década para el diésel en Estados Unidos al más puro estilo japonés, solo que esta vez, las autoridades no han jugado un papel tan activo a la hora de disaudir a los fabricantes, más allá de controlar la legalidad (y la ética, pues según el grupo VAG, en Europa sus modelos trucados no infringen la ley).
Así, Volkswagen decidía por puro sentido común eliminar la etiqueta 'clean diesel' en Estados Unidos una vez llegado el verano, y después de desmentir en varias ocasiones los rumores que indicaban que abandonarían la venta de motores de compresión en EEUU, ayer el máximo responsable del fabricante en el país, Hinrich Woebcken, confirmaba lo mencionado, culpando especialmente a la normas anti-contaminación.
Algunos rumores van algo más allá sobre lo ocurrido y señalan que esta decisión podría ser parte del pacto del fabricante con la justicia, después que los alemanes urgieran a los tribunales del país a cerrar su penalización por temor a las nuevas políticas proteccionistas de Donald Trump, que, por qué no, también son otro buen motivo por el que vender diésel allí no será tan rentable. De hecho, a todas estas circunstancias hay que añadir que Volkswagen ya se ha planteado fabricar su próxima división eléctrica dentro de territorio yankee.
Mientras, en Audi guardan algo más de esperanzas con el diésel, pero a la vez reducirán el número de modelos ofrecidos, y ven potencial para estos propulsores con un coche en concreto, el Audi Q7. Mercedes-Benz, por su parte, ven abandonar el diésel en Estados Unidos como "una opción teórica".
Eso sí, no culpan tan solo a la normativa, sino que de forma más realista analizan que la confianza del consumidor ha caído**, a juzgar por el descenso en las matric**ulaciones, y que su objetivo es atender en primer lugar a los deseos de sus conductores.
Vía | Europe Automotive News
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