Hoy toca hablar sobre diversidad energética. La energía es algo que está muy presente en nuestras vidas en el día a día. De hecho es algo que utilizamos al realizar todos nuestros actos. Desde prepararnos un café por la mañana, pasando por ir al trabajo en coche hasta hasta llegar a casa y ponernos a ver la tele, algo muy típical spanish.
Entonces tenemos una dependencia bestial de la energía, bien. Pero… ¿De donde viene esta? pues viene de las fuentes de energía, como su propio nombre indica. Carbón, Petróleo, viento, agua, el sol etc. Como vemos hay unas cuantas para elegir.
El Problema viene cuando elegimos una de ellas y solo una. Más aún cuando esta es más bien tirando a escasa. En general, más de la mitad de la energía que usamos los seres humanos, va destinada al trasporte ya sea de mercancías o de personas. Y cuando hablamos de trasporte estamos pensando casi exclusivamente en petróleo.
Hombre, no todo el trasporte mundial se realiza a base de petróleo, pero si la gran mayoría. Si tenemos en cuenta todos los medios de trasporte, todos funcionan con esta sustancia excepto los trenes eléctricos, los barcos veleros, los tíos que andan en bici y… creo que no me dejo nada.
¿Y por qué tanto petróleo? Pues porque es muy bueno haciendo lo que hace, hay que reconocerlo, bueno y barato pues éxito asegurado. Como fuente de energía es relativamente muy abundante aunque no es renovable como bien sabemos. Petróleo ira habiendo cada vez menos, aunque no creo que se llegue a acabar nunca.
Su mayor fuerte es la capacidad de concentrar muchísima energía en muy poco peso y espacio, y por eso mola tanto usarlo en aviones, barcos y vehículos en general. Pero claro, no todo iba a ser del color de rosas para siempre, aunque hay que reconocer que bastantes años ha durado este idilio en relativa calma.
¿Y que está pasando ahora? Pues que la producción de esta sustancia se concentra en unos pocos países, y como buen oligopolio tienen el control mundial de la producción de petróleo y eso siempre es un problema. Aquí es donde viene el problema de la diversidad energética.
El mundo desarrollado depende enteramente de este oleaginoso bien. Nuestra economía funciona con petróleo. SOLO con petróleo. y cuando la producción está en manos de tan poca gente… la situación puede sufrir altibajos e inestabilidades como de hecho ha ocurrido a lo largo de la historia.
Y la culpa es nuestra por no tener esa capacidad de adaptarnos a las situaciones. Por no tener esa flexibilidad tan característica del ser humano que siempre se adapta a todas las situaciones. Si el Barril se pone a 180 dólares y la gasolina nos sube a dos euros el litro, nuestra única solución es ponernos a llorar sobre lo cara que está la vida y así no vamos a ningún sitio.
La diversificación es buena
Si nuestras fuentes de energía para el trasporte estuviesen diversificadas, es decir: que fuesen más de una, como cogemos un poco de aquí y un poco de allí el efecto de que una de esas fuentes multiplicase su precio, no supondría un impacto tan drástico en nuestra economía.
Simplemente, pasaríamos a utilizar más unas y menos otras en función del mercado. Pero ahora mismo, nuestra capacidad de elegir esto tiende a cero. Afortunadamente, hay que decir que el ser humano aprende. En este caso nos va a tocar aprender a base de palos, como tantas otras veces.
La gente está espabilando y le empiezan a ver las orejas al lobo. Vemos que petróleo y barato ya no encajan en la misma frase desde hace unos años y estamos reaccionando (aunque lentamente) en consecuencia hacia otras alternativas de movilidad que empiezan a ser interesantes.
Bueno, ¿y qué podemos hacer para escapar del opresivo yugo petrolífero? Pues hay que buscar alternativas más o menos viables económicamente y que se las presuponga estables a medio plazo. Nadie querrá meter dinero en algo cuyo futuro se ve gris o directamente que no se vea.
Ahí tenemos los biocombustibles que desde hace algunos años se esfuerzan en reducir, aunque mínimamente, nuestra dependencia del oro negro. Desgraciadamente, a base de biocombustibles unicamente no iríamos a ningún sitio ya que hoy en día tenemos una sed energética insaciable.
Una buena posibilidad, muy viable en el corto plazo es seguir con los hidrocarburos pero cambiando de surtidor. Tenemos el gas que afortunadamente viene de “muchos” sitios a diferencia del petróleo, Ahí está el GLP y el GNC. Por un módico precio podemos adaptar nuestros vehículos existentes a estas tecnologías y así depender un poco menos del petróleo.
Esto del gas está muy bien a corto plazo, pero con el paso de los años seguiremos en la misma tesitura. El gas no crece debajo de las piedras. No es una fuente de energía renovable así que llegará un momento en el que comience a escasear y tendremos que tirar de otra fuente de energía.
Ahí es donde entran nuestros amigos los coches eléctricos. El enchufe de nuestras casas no es una fuente de energía, la electricidad tampoco. No es una fuente, sino una forma de energía. Y lo bueno que tiene es que podemos obtenerla de muchas fuentes lo cual la hace muy flexible y diversa.
La corriente eléctrica la sacamos del petróleo, del carbón, del viento, del sol, casi de cualquier cosa lo cual es bueno. Si la gasolina saliese de los molinos de viento seguramente tendría más futuro, pero no. De hecho, podemos afirmar que todos los países del mundo tienen producción propia de electricidad con lo cual tenemos autoabastecimiento.
El autoabastecimiento energético debe de ser algo fenomenal. ¿Para que salir de compras si lo tienes ya en casa? Si tuviésemos nosotros petróleo seguro que no nos pasábamos todos los días llorando al lado de un surtidor que al menos es lo que me ocurre a mi cada vez que echo sopa de dinosaurio a más de 1,35 euros el litro.
Por eso hay que perseguir promocionar e incentivar la movilidad eléctrica hasta desarrollar la tecnología lo suficiente como para que esta sea perfectamente sustitutiva de la gasolina. Y al producir nosotros mismos la electricidad, seguro que nos ahorrábamos un montón de quebraderos de cabeza como el que está a punto de acontecernos ahora con el tema iraní.