Tras el escándalo de Volkswagen, han sido varios los fabricando sobre los que se ha cernido la sombra de la sospecha. Entre todos estos ha destacado el caso de Renault. No, no ha habido escándalo de Renault, en parte, porque las autoridades francesas y el fabricante han mostrado un interés redentor ejemplar.
Eso no quiere decir que algunos de sus modelos diésel cumplan con el régimen de emisiones (y en consonancia, de eficiencia y consumo) con el que se han venido vendiendo. No lo decimos nosotros, sino varios grupos ecologistas empeñados en sacar los colores a los fabricantes. Y si bien el fabricante galo era consciente y llamaba a revisión a varios de sus modelos, entre estos 15.800 unidades del Renault Captur para "corregir sus emisiones", hoy han anunciado un nuevo plan, a modo de promesa, con la que paliar el impacto medioambiental y los posibles desajustes entre lo que se dice que emiten y lo que en realidad emiten.
La actitud de Renault es intachable, y a la vez, hace que nos preguntemos si detrás de todo esto no se esconde cierto sentimiento de culpa corporativo. Y es que, al contrario que sus compatriotas del grupo PSA, en Renault no alardean de reponsabilidad social y con el medio ambiente, pero eso esa otra historia.
En cualquier caso, la compañía ha anunciado dos medidas concretas para reducir las emisiones contaminantes, y en concreto los óxidos de nitrógeno (NOx), de sus modelos diésel. El primero será implementar sus sistemas de recirculación de gases de escape (EGR), mientras que el segundo se centrará en mejorar sus catalizadores.
Estas reformas afectarán a la producción de sus vehículos a partir del próximo mes de julio. No podemos negar lo positivo de esta actitud de Renault, pero en cualquier caso, tampoco dejaremos de aplicar la misma postura que hemos dedicado a otros fabricantes que afrontan medidas similares tratando de pasar los próximos exámenes anti-contaminación (los oficiales, no los que hacen por sorpresa algunos laboratorios para descubrir que los oficiales no son tan certeros).
En el fondo, este tipo de estrategias solo serán válidas a corto plazo, pues de seguir la evolución prevista, cumplir los objetivos de contaminación de la próxima década implicará cambios estructurales, que bien pasan por abrazar la movilidad eléctrica. En eso Renault ya tiene algún que otro avance acometido.
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