La recarga inalámbrica, como su propio nombre indica, es el proceso mediante el cual podemos inyectar electricidad en un vehículo eléctrico sin necesidad de un medio guiado, es decir: un cable de cobre. Esta técnica ha venido cobrando importancia en sintonía con el auge del vehículo eléctrico en los últimos años.
Son bastantes los fabricantes que están investigando esta tecnología. Algunas personas sostiene que para que el coche eléctrico encaje en nuestra vida es muy necesario de que se consiga una recarga inalámbrica barata y eficiente en un corto periodo de tiempo.
Como todo, la recarga inalámbrica tiene ventajas e inconvenientes. La pregunta es: ¿superan los pros a los contras? ¿Realmente necesitamos de una recarga inalámbrica para que el coche eléctrico funcione? ¿Nos aporta esta tecnología algo que no nos de un poste de recarga convencional? Vamos a intentar responder a esas preguntas.
¿Por qué una recarga inalámbrica?
En mi opinión personal, el gran impulsor de la recarga inalámbrica es el miedo de la gente. El miedo de dejar el vehículo aparcado mientras se carga. Piénsalo: llegas a tu calle, estacionas y conectas tu coche a un poste de la vía pública para que a la mañana siguiente esté listo para afrontar un nuevo día.
Pero te subes a casa intranquilo. El coche va a pasar toda la noche en la fría y desprotegida calle llena de vándalos de todo tipo. Seguro que al día siguiente algún gracioso lo habrá desenchufado, o estropeado, o incluso cortado el cable eléctrico.
Siento decir que esta creencia hacia los postes de recarga tradicionales es compartida por mucha gente. Lo cierto es que algo de verdad tiene. Si lo analizamos objetivamente, una recarga inalámbrica parece mucho más segura y robusta que una electrolinera al uso.
Los equipos de recarga sin hilos están integrados en el suelo y cuando aparcas el coche encima, el acceso al sistema queda bloqueado por el propio vehículo. Además no hay cables o uniones físicas entre la fuente de energía y el automóvil. Desde luego, es un método más seguro.
Pero no todo tiene que ver con el miedo. El mundo actual es un mundo inalámbrico, un mundo sin cables. Wifi, bluethoth, 3G… son tecnologías que nos facilitan enormemente el día a día. ¿Porqué no hacer lo mismo con la electricidad?.
Tener que enchufar el coche todos los días a la red es algo que podría llegar a ser… incómodo. Tampoco en exceso pero desde luego, aparcar el vehículo y dejar que se cargue por “ciencia infusa” parece una alternativa mucho más cómoda.
Por último hay algunas mentes visionarias que van más allá e investigan un futuro eléctrico en el que las propias carreteras serán en sí un sistema de recarga inalámbrica por lo que podremos circular casi indefinidamente con nuestro coche eléctrico mientras que la calzada nos suministra energía en tiempo real.
Desde luego esto es toda una revolución aunque siendo sinceros, la tecnología actual y el coste de desplegar toda esa red hacen que esta posibilidad se me antoje muy remota, al menos hasta dentro de un buen número de años.
¿Cuales son las contrapartidas?
Principalmente esta tecnología tiene dos problemas. El primero es el coste. No hay nada más barato que un enchufe y dos metros de cable, eso es innegable. Los equipos de recarga inalámbrica son necesariamente más caros. Hace falta un sistema emisor de energía y un coche adaptado a ello.
Además, se tendría que acordar algún tipo de estándar de carga al igual que ocurre con los enchufes en la recarga convencional. No menos importante es el tema de la eficiencia. En estas transferencias de electricidad mediante ondas siempre se pierde algo de energía por el camino.
Los mejores sistemas consiguen un 91 o 92% de rendimiento global del sistema (aunque es ya del 97% en el salto en sí entre la base y el receptor), algo menor que cuando se recarga directamente con cable. No parece una mala cifra pero admitir en torno a un 3% a 10% de pérdidas sólo en llevar la corriente desde la red hasta el coche es como para tenerlo en cuenta.
Entonces ¿la recarga inalámbrica es realmente el futuro?
Yo a título personal creo que no. Creo que la recarga inalámbrica es algo muy visual de cara a la galería pero que en el mundo real carece de un mínimo interés práctico. En mi opinión hay formas mejores de recargar un coche eléctrico y con mayores ventajas.
Ahí tenemos el QuickDrop o cambio rápido de batería. Este método sí ofrece una mejora evidente respecto al poste de recarga. Nos permite volver a llenar de electricidad nuestro coche en cinco minutos (como quién va a echar gasolina). En este caso el sobre coste del sistema sí puede justificarse en según que casos.
En temas como este es en lo que podrían trabajar los fabricantes de automóviles eléctricos. De hecho, se me ocurren pocas cosas mejores para el devenir de la movilidad eléctrica que el que la industria del automóvil se pusiera de acuerdo en desarrollar un estándar común de cambio rápido de baterías.
La recarga inalámbrica lo único que nos ofrece es un pequeño extra de comodidad y esa sensación de seguridad al cargar el vehículo. Digo sensación porque también se le puede dotar de seguridad a un poste de recarga tradicional, de hecho ya la tienen. El único punto débil es el propio cable.
Los conectores llevan sistemas de cierre y seguridad, tanto en el coche como en el poste, para que nadie pueda meter ahí las manos, salvo el propio usuario. Sin embargo el hilo en si puede ser víctima de vandalismo aunque a mi personalmente no me gustaría romper un cable con 220 voltios, no te digo ya uno de recarga rápida.
Vosotros qué pensáis ¿Creéis que la recarga inalámbrica sí que es interesante para el vehículo eléctrico? Cuéntanos tu opinión.
Imágenes | felixkramer(III)
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