Opel admite el uso de un software desafortunado en el Zafira y Fiat planta al ministro de transportes alemán
Si algo ha tenido de beneficioso el escándalo de las emisiones de Volkswagen, es que ha ayudado a que ciertos agentes sociales sean más conscientes de que la industria de la automoción tiene varios frentes abiertos con respecto a su honestidad con los conductores, en cuanto a consumos y emisiones. Ahora bien, más allá de las multas para el grupo VAG, muy poco ha cambiado en la industria.
El nuevo ciclo de homologación NEDC continúa con una hoja de ruta plagada de retrasos y benevolencias, y las autoridades nacionales de la mayoría de países europeos (al contrario que las estadounidenses) se han limitado a aguardar a que el temporal arrecie, delegando en la Unión Europea lo que hubiera que delegar. Dentro de esta tendencia, podemos observar dos expceciones: la de Francia y la de Alemania, que estos días lidia con las emisiones presuntamente fraudulentas de dos fabricantes: Opel y Fiat.
Claro que, tanto en Francia como en Alemania el espíritu que reina con respecto a este asunto no es precisamente el de denuncia pública, sino más bien el de la rectificación sigilosa. La gravedad económica del tema merece semejante tratamiento, no tanto los conductores.
El país galo ha pasado en pocas semanas de contemplar dos posibles escándalos con el récord contaminante del Renault Espace o el Renault Captur, a prometer medidas concretas de para reducir las emisiones de sus modelos diésel, pasando por unas cuantas llamadas a revisión, y sin olvidar como el grupo PSA ha aprovechado para ensalzar su pureza.
Alemania vs fabricantes creativos con las emisiones
No obstante, hoy hablamos de Alemania. Un país que también quere capear el temporal a su modo. No podemos olvidar sus contradictorias políticas con este asunto y la movilidad alternativa. Mientras que tradicionalmente han encabezado con éxito la resistencia de países que se oponían al endurecimiento de los objetivos de emisiones contaminantes o el retraso del ciclo NEDC, tienen ciertos remordimientos de conciencia con la línea que separa de lo legal de lo ilegal.
No es casualidad el último estreno de ayudas con un presupuesto mayúsculo, ni lo es la presión interna que han empezado a ejercer, insistimos, de puertas hacia dentro. El último éxito en esta última línea ha sido el reconocimiento de Opel de la acusación que pesaba sobre el Opel Zafira.
Lo ha conseguido la comisión investigadora alemana formada a propósito de esto. Si nos permitís la licencia, deberíamos calificarla más bien de "presionadora", pues de investiga se ha venido encargando el grupo ecologista Deutschen Umwelthilfe o DUH, que ha realizado no pocas pruebas, no en Alemania, sino en Suiza.
El gobierno alemán no ha hecho más que recoger los casos que le han llegado desde la frontera Sur. En el caso del Zafira, General Motors admite el uso de un software de gestión de la motorización que desconectaba los sistemas anti-emisiones (en concreto, los sistema de recirculación de gases del escape), pero sin dejar de esgrimir que es legal.
Por su parte, el ministro de transportes germano, Alexander Dobrindt, ha contestado a Opel que este tipo de dispositivos son ilegales en su esencia. No obstante, abre una puerta al fabricante, pues ha apostillado
... a no ser que sean realmente necesarios para salvaguardar el motor.
Opel tiene ahora dos semanas para tratar de justificar esto. Si lo consigue (y quizá si no también), todo habrá quedado en un estúpido malentendido. Bienentenderse también quiere Dobrindt con otro fabricante, Fiat.
Los italianos también habían sufrido el azote de los medidores del DUH, para descubrir que el Fiat 500X es un portento emitiendo NOx (óxidos de nitrógeno) cuando nadie lo observa con la lupa de la legalidad.
El titular de transportes tenía una cita fijada para ayer con los italianos, pero en su lugar Fiat canceló a última hora el encuentro con un documento con firma de abogado. Dobrindt dice no entender el plantón del fabricante, sobre todo teniendo en cuenta que había acusaciones concretas contra ellos, de lo que se desprende una actitud de cautela del fabricante italiano, temiendo que perder más que ganar en este encuentro.
Por su parte, el ministro de transportes italiano, Graziano Delrio, no tan inquisitorio con Fiat, tampoco entiende por qué los alemanes intentan negociar directamente con uno de sus fabricantes pasando por alto a las autoridades italianas. Quizá los alemanes se hayan excedido con su política de solventar problemas de puertas hacia dentro.
Vía | Automotive News Europe
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