El escándalo de Volkswagen sigue arrojando consecuencias a fecha de hoy. Lo desencadenado el pasado otoño ha terminado salpicando al resto de la industria, con consecuencias no tan devastadoras como se llegó a imaginar.
El último fabricante en ponernos al día con sus triquiñuelas es Mitsubishi. A diferencia de los alemanes, que no se cansaron de desmentir informaciones hasta que las noticias cayeron por su propio peso, los japoneses se han visto arrinconadas en una situación más que incómoda, y han preferido lidiar con la crisis reconociendo su culpa. De ese modo, han anunciado la manipulación de 625.000 unidades del eK Wagon y eK Space.
Lo ha hecho el presidente de la compañía, Tetsuro Aikawa, acompañado del Ministro de Transporte japonés. Al tratarse de motorizaciones de gasolina la manzana de la discordia ha resultado esta vez en las emisiones de dióxido de carbono, no tan tóxicas como el caso del diésel y el NOx, pero igualmente decisivas en aspectos triviales como el cambio climático o el bolsillo de los conductores, pues van asociadas en una relación recíproca al consumo de los vehículos y su eficiencia en general.
Ahora bien, no ha sido un arranque de honestidad y ética lo que ha llevado a la compañía a confesar. Ha sido otro fabricante, Nissan, quien ha arrinconado a Mitsubishi. Y es que este último produce para los primeros los modelos DayZ y Dayz Roox, auténticos gemelos de los mencionados.
Nissan, por lo visto, no había tratado de mejorar sus cifras de consumo y emisiones con los mismos métodos, por lo que llamaba y mucho la atención que de cara al mercado la homologación de unos y de otros fuera diferente (por ejemplo, 3,42 l/100 km para el eK Wagon por 5,75 l/100 km del Dayz)
Claro que, a tenor de esto, resulta tan interesante como bochornoso para quien corresponde que para unos modelos producidos desde 2013 haya tenido que ser el otro fabricante el que se sintiera víctima de una competencia desleal, cuando era de sobra sabido que tratándose de modelos gemelos eran desafortunadas, poco probables imposibles esas diferencias en la homologación.
Esto nos lleva a entrar en el modo en que Mitsubishi dice haber manipulado consumo y emisiones. No se han esforzado tanto como en Alemania, pues reconocen principalmente haber modificado la presión de los neumáticos durante las pruebas. Una triquiñuela, cuanto menos, decepcionante al nivel industrial del que hablamos, pero no por ello menos eficaz. Desgraciadamente, es algo que está a la orden del día en las pruebas de homologación. Hace tiempos os contamos el caso de Mercedes-Benz y las prácticas más comunes.
Mientras los nipones caen en bolsa, se han comprometido a probar los modelos exportados. Como moraleja de esta historia, no debemos olvidar que sido Nissan quien ha perseguido esto. No por darle más o menos mérito, sino por incidir en que la práctica utilizada por Mitsubishi no es algo "tan extraño", es decir, que muchas autoridades (como las japonesas o europeas) permiten hasta el punto de que muchos fabricantes se sienten legitimados para lavarse las menos y decir que ellos no engañan a nadie.
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