La publicación del accidente que presuntamente relaciona el piloto automático de un Tesla Model S con la muerte de su conductor en Estados Unidos ha dado la vuelta al mundo, y ha propiciado que el nombre de la compañía llegue a todavía más personas, y esta vez, no tanto por el tipo de motorización que montan sus vehículos.
Y si bien Tesla Motors se había ganado a estas alturas y por sus propios méritos el respaldo de la opinión pública, este suceso ha desvirtuado su imagen actual. Los detractores han vuelto a aparecer, allá donde su habían agazapado, buscando de nuevo probar que el proyecto que dirige Elon Musk no es tan loable como se vende. La cuestión, a fecha de hoy, es si Tesla Motors está sabiendo gestionar bien esta inesperada crisis.
Algunas publicaciones, como Fortune, han evidenciado que el pricinpal problema para Tesla ha sido la diferencia de tiempo entre la fecha del accidente y aquella en la que se ha hecho público, transcurriendo entre ambas unas ocho semanas. Una de las acusaciones que pesan sobre Tesla, además, es la de haber aprovechado la tesitura para sacar provecho bursátil. Y es que once días después del accidente la compañía y Musk vendieron 2.000 millones de dólares de sus acciones.
Esta semana, Elon Musk ha sacado a relucir su armadura digital para defender, principalmente a través de Twitter (después de los comunicados en el blog de Tesla) a la compañía de estos ataques. El argumento esencial sobre el silencio vivido es que han estado siguiendo el procedimiento legal, tras como sabemos, informar a las autoridades de la Administración Nacional de Seguridad en el Transporte de los Estados Unidos (NHTSA).
Sobre las dudas de beneficio bursátil, el propio Musk ha contraatacado con una serie de tuits que acusan a algunos periodistas de ser ellos mismos lo que quieren sacar partido de la historia, y defendiendo la seguridad de su tecnología. Y a pesar de todo, nos quedan varios interrogantes que Musk no nos ha solucionado, como por ejemplo, si deberían haber informado antes del accidente.
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