Que el sistema actual de distribución de combustibles fósiles supone un gran negocio para un reducido número de empresas como son las petroleras no es ninguna novedad; pero la llegada de los coches eléctricos podría suponer un cambio radical en su modelo de negocio. Hemos visto como una petrolera japonesa, Cosmo Oil, había comenzado el año pasado un programa de coche compartido con el Nissan Leaf como protagonista; en una forma de adaptarse a posibles nuevos tiempos.
Pero no todas las petroleras funcionan de la misma manera, ni están dispuestas a disminuir su peso en el sector del transporte. Es por ello que en Japón las petroleras junto a los grandes fabricantes de automóviles esperan que el gobierno japonés subvencione la instalación de estaciones de servicio a hidrógeno, del orden de 5 a 6 veces más costosas que una gasolinera tradicional.
Pero no sólo buscan ayuda gubernamental mediante subvenciones, de hasta el 50% del coste total, sino que se busca una mayor desregulación del mercado para poder de esa manera tener menos trabas burocráticas a la hora de extender la red de suministro de hidrógeno.
Y es que a diferencia de los coches eléctricos puros, donde la electricidad puede provenir desde una central nuclear a fuentes menos comunes como de un grupo de ciclistas; el hidrógeno ha de ser distribuido mediante una compleja red de depósitos de alta presión con un coste de infraestructura muy elevado, lo cual no permite a pequeñas empresas o usuarios particulares el construirse su propia hidrogenera.
Por eso el hidrógeno es tan interesante para las empresas petrolíferas, les permite continuar con un modelo de distribución cerrado y monopolizado, algo que realmente es mucho más difícil de ejecutar en el caso de los coches eléctricos, donde la variedad de operadores y posibles fuentes abre mucho más el mercado.
Eso sí, el mayor inconveniente a los coches de hidrógeno no proviene del desarrollo de su infraestructura, sino de su precio. A pesar de los anuncios de Toyota de que dentro de unos años podrían hacer coches a hidrógeno por unos 50.000 euros, lo cierto es que a día de hoy el Hyundai ix35 FCEV cuesta la friolera de 125.000 euros, todo ello con unas prestaciones inferiores a un Tesla Model S tanto en potencia como en autonomía y con una red de distribución mucho más limitada por el momento.
Creo realmente que los coches a pila de hidrógeno podrán acabar siendo una suerte de extensor de autonomía para vehículos eléctricos; a base de utilizar menos hidrógeno y pilas de combustible menos potentes, pero por el momento el que busque un coche alternativo y el eléctrico no sea su opción, que mire los coches a gas, que esos sí que son una alternativa viable a día de hoy.
Fuente | Japan Times En Motorpasión Futuro | Hyundai fabricará 1000 vehículos de pila de combustible este año, Daimler retrasa el lanzamiento del Mercedes-Benz Clase B F-Cell, Hidrógeno, ¿el combustible mágico?