Dentro de los coches híbridos tenemos dos grandes grupos: los que son completamente autónomos y generan su propia electricidad con el motor de gasolina, como el Toyota Prius normal y los que tienen unas baterías un poco más grandes y también se pueden recargar conectándolos a un enchufe, los PHEV.
Hasta hace no mucho bastantes gurús de este mundillo auguraban que los PHEV eran un paso erróneo entre el coche híbrido y el coche 100% eléctrico. Que su escasa ventaja respecto a un eléctrico puro o a un híbrido convencional no compensaban su alto sobrecoste. Pero parece que ahora el mercado le está dando la razón a estas alternativas y es que para 2019 en Europa se venderán más híbridos enchufables que híbridos convencionales o eso dicen las predicciones.
El funcionamiento de un híbrido convencional es sencillo. Tenemos una batería pequeña de 1 kWh de capacidad más o menos que nos permite apagar el motor de gasolina en determinadas circunstancias y funcionar con la energía que se ha almacenado en la batería en los momentos que esta sobraba. Con este pequeño truco y un sobre coste muy bajo respecto a un coche convencional, se consigue aumentar el confort de marcha y reducir notablemente el consumo.
El problema de los PHEV es que son más caros que los eléctricos puros (que tienen mucha más autonomía eléctrica) y mucho más caros que los sencillos híbridos convencionales. Sin embargo parece que las ventas están avanzando con mucha fuerza.
El Mitsubishi Outlander PHEV por ejemplo ha vendido casi 20.000 unidades en el viejo continente. El Porsche Panamera S E-Hybrid se vende siete veces más que el Porsche Panamera híbrido convencional. En Volvo pasa algo parecido, sus previsiones de ventas de PHEVs se han quedado muy cortas y el mercado está demandando muchos más coches de este tipo.
El precio es el principal problema
Las predicciones dicen que en 2021 se venderán unos 600.000 híbridos enchufables en Europa por sólo 300.000 híbridos convencionales. Al final estos coches pueden moverse con electricidad por las ciudades en el día a día y con gasolina para los esporádicos viajes largos. Así no hay que renunciar a nada.
Sin embargo, hay algo que no deja de preocuparme. Si os fijáis en los híbridos enchufables que se están vendiendo bien hoy en día tienen una cosa en común: son modelos de lujo bastante caros (Volvo, Porsche...), imposibles de comprar para la clase media. Todavía no he visto ningún híbrido enchufable generalista que esté funcionando bien. Toyota lo ha intentado con el Toyota Prius Plug-in y ha sido poco menos que un fiasco. Volkswagen va a empezar ahora con el Volkswagen Golf GTE y Passat GTE, a ver que tal les va.
El sobre coste de esta tecnología sigue siendo demasiado alto para la gente de a pie. Sin embargo el mercado sí ofrece híbridos convencionales generalistas a precios similares a los modelo de combustión que calan bastante bien entre la gente. Ahí está Toyota con toda su gama híbrida o incluso Lexus.
Hoy en día los híbridos enchufables cuentan con generosas incentivos y ayudas a la compra por parte de las administraciones públicas en algunos países europeos. Sin embargo, a medida que este tipo de coches se hagan más apetecibles, estas ayudas empezarán acabarse.
En Holanda el Mitsubishi Outlander PHEV ha tenido tantísimo éxito gracias a las subvenciones, que desde la administración han tenido que cerrar el grifo. El éxito o fracaso de los híbridos enchufables dependerá de si los fabricantes consiguen reducir su coste, porque hasta el momento son un mercado de nicho para las clases más pudientes.
El cliente tiene que percibir un ahorro futurible al comprar un híbrido enchufable. Algo así como cuando se compra un diésel: "ahora es más caro, pero al cabo de los años y los kilómetros al final acabaré ahorrando dinero". El problema es que hoy en día las diferencias entre coche convencional y un híbrido enchufable son astronómicas e inamortizables.
Por comparar, si nos fijamos en el Toyota Prius, la versión convencional básica cuesta unos 22.000 euros mientras que la versión enchufable asciende a algo más de 32.000 euros. Durante la vida del coche es imposible ahorrar semejante cantidad de dinero en combustible, aunque durante toda la vida del coche no echáramos ni una sola gota de gasolina.
Fuente | Automotive News Europe