Que los niveles de contaminación de una ciudad se disparen no es algo a lo que deberíamos acostumbrarnos, por las consecuencias que puede traernos. El problema suele ser mayor cuanto más grande y más compleja es la estructura de la ciudad de la que hablemos, y aunque no queramos, no podemos echar la vista hacia otro lado, porque un gran porcentaje de las emisiones contaminantes están relacionadas con el tránsito de vehículos.
Los niveles recomendados por la OMS no atienden, lógicamente, a razones de localización, y por eso donde en aquellos puntos donde la densidad del tráfico es mayúscula, el aire puede llegar a alcanzar el calificativo de irrespirable. Es el caso de Oxford Street, en Londres, donde se han llegado a alcanzar cifras de récord de 92 a 135 µm/m3 de NOx en dos años. El único problema es que estos datos no se han conocido hasta ahora.
Medir los niveles de contaminación, esa asignatura pendiente
En cualquier caso, resultan sorprendentes las acusaciones realizadas por la organización Clean Air in London relativas a la medición de los niveles de contaminación. Según estos, el ayuntamiento habría venido manipulándolos u ocultándolos al gran público desde 2012.
La polémica tiene que ver con los métodos de medición, pero también con la relocalización de estaciones, una práctica de la que también tenemos amplia experiencia en España, en concreto en Madrid, donde por cierto este año se estrenará un nuevo protocolo que limitará el tráfico en caso de que salten las alarmas.
Aparte de los datos de contaminación que han salido ahora a la luz y que revelan niveles de NOx tres veces por encima de los recomendado por la OMS, y de PM 2,5 dos veces por encima, el director de Clean Air in London señala con impotencia que hay más "partículas en suspensión" bajo la alfombra:
Hay rumores que indican que el ayuntamiento estaría usando tecnología de geofencing para adulterar los datos y hacer que, por ejemplo, los vehículos diésel cercanos a los puntos de monitorización sean tenidos en cuenta como eléctricos.
Estrategias creativas que sin duda asustan por la parte que nos toca, ya que apuntan de nuevo a que este tipo de prácticas no parecen ser ni mucho menos locales.
Vía | Next Green Car
Imagen | David Holt y brewbooks (CC) en Flickr
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