Internet ha cambiado nuestras vidas tanto como la electricidad. Salvo que tengamos un estilo de vida muy _retro_, hay que hacer la prueba de vivir un día totalmente desenchufado (incluyendo el teléfono) para valorar la dependencia que nos ha creado. La información está viva y en constante movimiento.
En el coche hemos pasado en pocos años, casi sin darnos cuenta, del radiocasete a un navegador con GPS, conexión a Internet, pantalla táctil, reconocimiento de voz, disco duro interno y lector de tarjetas SD. La parte central del salpicadero toma un protagonismo que no ha tenido nunca, son ordenadores sobre ruedas.
Los distintos fabricantes de automóviles han emprendido una carrera tecnológica a ver quién ofrece el mejor navegador, con unas prestaciones muy superiores a las de los primeros modelos, que además tenían precios estratosféricos. Ya no solo vende el diseño, la potencia o el precio. Es un factor diferenciador más.
¿Por qué conectar el navegador a Internet?
Justo antes de que se empezase a poner de moda eso de llevar Internet en el teléfono la información que llevaban los navegadores encima no paraba de engordar, que si cartografía en 3D, puntos de interés (POI) con teléfonos o direcciones de correo electrónico... Y esa información podía verse alterada sin posibilidad de ser actualizada.
Sin un teléfono con conexión a Internet, era preciso equipar al coche con una tarjeta SIM, conectarse a las mismas redes de datos de los teléfonos (GPRS, UMTS, 3G...) y tener un gasto adicional solo para que el coche se conectase. Pero el _smartphone_ o teléfono de última generación soluciona el problema.
Los navegadores se pueden conectar con el teléfono mediante tres estándares: BlueTooth, WiFi y mediante enlace por cable. En la práctica se usa la primera y la última. El teléfono comparte su conexión de datos con el coche, siendo imperativo tener una tarifa plana para evitar desagradables sorpresas en la factura mensual.
Es más recomendable utilizar la conexión por cable, ya que además de compartir la conexión, se recarga la batería, y todos sabemos la duración ínfima que tienen los teléfonos modernos. Además, lo suyo es que el teléfono vaya guardado y se manipule con un sistema manos libres, como el del propio coche.
Una vez que hay acceso al exterior, la información que se puede proporcionar es mucho más rica y siempre actualizada: precios del combustible, climatología, etc. No solo hablamos de información útil, también de índole lúdica, como música, recibir tuits o ir recibiendo mensajes de correo electrónico.
No menos importante es la cuestión de las actualizaciones. Al estar conectados, el sistema puede ir mejorándose --en principio gratis-- y solucionando fallos o soportando nuevos estándares. De esta manera, como en el ordenador, utilizamos las versiones más recientes del _software_ y no programas parados en el tiempo.
La conectividad dentro del coche
También tenemos que hablar de conectividad interna, todo dentro del coche. A través de los enlaces de cable o BlueTooth también se puede compartir la colección musical que llevamos encima, ya que está algo pasado de moda lo de llevar una tartera llena de CDs rallados. Mejor por cable que por BlueTooth, es más estable.
En algunos sistemas es posible convertir el coche en un punto de conexión a Internet (WiFi hotspot). El teléfono comparte conexión al coche, y este hace de _router_ como en casa. Así podemos dar conectividad a aparatos que solo funcionen vía WiFi, como consolas, tabletas o similares.
No hay que dejar de lado la seguridad, pues compartir conexión también implica riesgos. Dentro del futuro esto puede ser un problema, todo sistema abierto tiene riesgos de intrusión. No es tanto el problema de regalar conexión a los demás, ya que el coche está en movimiento y difícilmente tendremos a un vampiro chupando el tiempo suficiente.
Con el auge de los reproductores portátiles de música basados en MP3 y similares, se popularizó la conexión a través de jack 3,5" para pasar audio analógico, pero es una conexión de baja calidad. En algunos casos hay conectores RCA (blanco y rojo), dan mejor resultado, pero sigue siendo una conexión analógica con pérdidas de señal.
Los puertos USB han supuesto una revolución, y salvo algunos casos de baja compatibilidad, es posible transmitir al coche información como música, películas o fotografías. En sentido contrario también sirve en algunos casos, como recopilación de telemetría o información de conducción para posterior análisis.
De hecho, hay coches con dos puertos USB. Además tenemos el lector de tarjetas, más discreto y con posibilidad de mover tanta información o más que en un "pincho" USB. Se pueden usar desde únicamente para los datos de cartografía, como para todo lo demás. En una tarjeta SD puede caber toda la colección de discos que hay en casa.
Del hombre a la máquina: HMI para los amigos
_Human to Machine Interface_, eso significa HMI. La forma de comunicarse entre el ser humano y un ordenador. Los botones del salpicadero han ido perdiendo protagonismo, y se ha pasado a las pantallas táctiles. Es lo mismo que ha pasado con los teléfonos y las tabletas, el mínimo número de botones.
Los sistemas más básicos solo soportan una pulsación, los más sofisticados reaccionan al arrastre e incluso a más de un dedo. El principal problema de un dispositivo táctil es que distrae más y obliga a modificar la postura al volante. Y según el diseño ergonómico del coche, puede ser un engorro total.
Otra forma de manipular estos dispositivos es através de ruletas selectoras, solución que han adoptado la mayoría de fabricantes por el momento, la ganancia en ergonomía es evidente pero requieren más entrenamiento. Los botones en el volante son otra forma de irse moviendo por los distintos menús.
El reconocimiento de voz tiene mucho potencial todavía, pero aún son un poco duros de oído. Si no decimos exactamente lo que quieren oír pueden sorprendernos con cualquier función no deseada, como "radio AM" o "climatizador a 30 grados". También necesitan practicar y correcta dicción, difícilmente entenderán el _"ola k ase"_.
En teoría es el mejor sistema, si los comandos de voz permiten hacer todo o casi todo, pues es como una conversación casi natural, sin manipulación de manos. Más adelante llegará lo de la telepatía. Tienen notable margen de mejora, y esto os lo dice uno que ha estudiado informática y sus intríngulis.
Algunos fabricantes han optado por soluciones más originales, como un dispositivo que emula a un ratón (Lexus) o una pantalla táctil multigesto que nos recuerda a los paneles de los portátiles bajo el teclado. Su dominio permite prescindir por completo de las ruletas, y quizás son más intuitivas.
El ecosistema de las aplicaciones
Pues bien, ya que nos acercamos tanto a los móviles y a las tabletas, ¿por qué no hacer lo mismo? Algunos navegadores han sido diseñados para soportar el uso de aplicaciones dedicadas (apps), no solo las aportadas por el fabricante, sino por programadores independientes a través de una "tienda" de aplicaciones.
¿Por qué usar una tienda? Así el fabricante del dispositivo puede autorizar o denegar el uso de determinadas aplicaciones. Por ejemplo, no tiene sentido que Ford permita que funcione el Angry Birds mientras vamos conduciendo. Sería un poco peligroso. En cambio, si funciona con el punto muerto puesto, es otra cosa. Se hace por seguridad.
Para desarrollar una aplicación hace falta un _kit_ de desarrollo, que permite al programador entender con qué tipo de máquina va a interactuar, sobre todo si no está basada en un estandar como es Android o Windows Mobile. No está al alcance de cualquier hacer estas aplicaciones, pero se cree que proliferarán.
¿Para qué queremos aplicaciones en el coche? Para lo que se quiera, desde guías de voz al visitar zonas turísticas, pasando por asistentes de cálculo de gastos hasta juegos simples. Siempre hay que tener en cuenta la seguridad, deben ser muy simples de usar en marcha y si no, solo utilizables con el coche parado.
Es el mismo debate que se originó cuando algunos coches incorporaron función de TV. No se puede conducir y ver la TV a la vez, a más de 0 km/h las pantallas se apagan, o solo permiten su visión al pasajero (función split view). Si se pierde el norte en esta cuestión se retrocedería mucho en seguridad vial.
Las aplicaciones son de momento el máximo escalón en complejidad al que se enfrenta el conductor. En manos queda de los fabricantes autorizar el uso de cosas razonables y denegar el de otras. Si aún hay gente que se mata por mandar mensajes SMS mientras conduce, como para ponerles delante algo así.
¿Qué hay de las nuevas tendencias?
Bien, esto siempre es jugar a hacer adivinanzas, pero con algo de criterio. La tendencia es a simplificar el máximo el manejo para reducir el impacto distractor en el conductor, se trata de ayudarle y no de ponérselo más difícil. ¿Recordáis "El Coche Fantástico"? Ficción de hace 30 años y aún no se ha llegado a eso.
El escalón siguiente tendrá que ver con inteligencia artificial, y permitir al coche hacer más cosas. Por ejemplo, un día podremos llamar por teléfono al coche, y decirle "Hola. Quiero el climatizador a 25 grados en 10 minutos, y que me programes la ruta al Hotel Jander de Ciudad Real". Nos dirá que sí y ahorraremos tiempo.
Las posibilidades son infinitas, como pedir la reserva de entradas de cine o teatro, a la vez que nos dirigimos hacia allí. Que nos encuentre aparcamiento, nos dirija a la gasolinera más económica o nos evite atascos. Los coches cada día van a ser menos tontos, servirán para mucho más que transportarse.