Hace varios meses, mis compañeros de Motorpasión Futuro hicieron un análisis de las distintas "plataformas de coche compartido en Internet":https://www.motorpasionfuturo.com/tag/plataformas-de-coche-compartido, y empezó a picarme el gusanillo. A fin de cuentas, me veo muchas horas de mi vida en la carretera, y empecé a pensar en compartir mi propio coche, a ver qué tal.
Comienzo mi experimento en Blablacar (antigua Comuto) en mayo de 2012. Por entonces no tenía "reputación" como conductor en dicha red social, era simplemente uno más, y empecé a rellenar mi perfil. En pocos minutos ya tenía mi cuenta lista, y ahí empieza mi aventura con esto del coche compartido.
Hay una serie de cosas que tenía claras. Regla número 1, mi coche solo lo conduzco yo. Regla número 2, ni se come, ni se bebe (bueno, admito excepciones), ni se fuma. Regla número 3, el que rompe, paga. Estaba un poco receloso por los tópicos de siempre: ¿y si...?
¿Cómo va esto de compartir coche?
Frecuentemente realizaba el trayecto entre Madrid y Sevilla, y viceversa, y aunque mi tríbrido a GLP es un coche muy económico... no deja de ser un chorreo de pasta. A un coste medio de 8 céntimos por kilómetro, cada ida y vuelta rondaba los 100 euros, y eso que es un caso bastante favorable.
Primero hay que dar unos pocos datos, como describir el tipo de coche, su color, nivel de confort, plazas disponibles y --si quería-- matrícula (dato voluntario). Del conductor no piden mucha información, lo esencial, ni siquiera hace falta foto. Es mejor ponerla, da más confianza a potenciales pasajeros.
Luego hay que dar de alta un viaje. Se pone el origen, el destino y los puntos intermedios donde uno acepta soltar o recoger pasajeros. Por ejemplo, por la ruta de la Plata un punto claro es Mérida, desvío mínimo de mi camino y más oportunidad de coger pasajeros.
Las primeras ocasiones no tuve mucha suerte, tenía gente interesada pero cerca de la salida me comunicaban que se iban en bus o que viajarían en otra ocasión. El sistema más frecuente es la mensajería interna de la aplicación, también se puede dar el número de teléfono para un contacto más directo.
¿Y si no queremos dar nuestro número? A veces nos proporcionan un número intermediario, que pasa a través de la empresa, que evita publicar el número real. El coste adicional se carga al que llama. De ahí viven estas empresas, porque no hay publicidad ni molestan de otras formas. El uso de la página Web es gratuito.
Acabé dándome de alta en otras dos páginas, Amovens y Carpooling, ya que aumentaba las posibilidades de encontrar pasajeros. Sobre todo, cuando se publican viajes con poca antelación como es mi caso. Eso en temporada baja, en temporada alta me han llegado a preguntar seis personas por el mismo viaje.
Un buen día, encuentro pasajera, una mujer de _treintaypico_ que recojo en una estación de Cercanías pegadita a mi trayecto habitual. Una periodista que se dirigía a Cádiz, pero que en Sevilla dormiría en casa de una amiga. Intenté que todo fuese de forma natural, sin forzar conversación pero tampoco parecer un autista.
Poco a poco se fue animando la cosa y las cuatro horas largas de viaje se pasaron volando. Hablamos de muchos temas y cuando nos quisimos dar cuenta, apareció Sevilla a través del parabrisas. Me cayó bien, procuré dejarla cerca de su destino y seguí lo que me quedó. Creo que fueron 20 euros.
Las distintas aplicaciones Web sugieren un precio medio para un trayecto, considerando la oferta y la demanda. Está claro que a 50 euros la plaza no se va a subir nadie que no esté desesperado. Intento pactar precios en la media o por debajo. Si llevo a tres, se lo bajo a todos, total, 45 euros por viaje están muy bien.
Más por compañía que por negocio
Alguien estará tentado de decir que esto es competencia desleal con los taxistas o las empresas de transporte. Primero, no hay ánimo de lucro, si uno se acerca a cubrir costes de desplazamiento, se puede dar con un canto en los dientes. Recordemos que el combustible es solo una parte del coste total.
Se trata de compartir gastos. El autobús cuesta lo mismo o un poco más, pero no es el mismo tipo de viaje. El coche es más rápido (el bus no pasa de 100 km/h y hace paradas), es más personalizado y en un ambiente más distendido.
Una de mis pasajeras resultó ser bastante reservada, no tenía muchas ganas de conversación y parte del viaje fue en silencio. No es muy diferente a ir solo, excepto por el volumen de la música. Total, habituado a ir solo, ir con un pasajero mudo es lo de menos. Como si se duerme.
Excepto una ocasión, que vino un chico acompañando a una pasajera, siempre he llevado a mujeres. No ha sido por pillín ni por rufián. Ellas han resultado ser más formales que mis potenciales pasajeros varones. No tengo que destacar ningún incidente, solo tuve que pedir al chico, una sola vez, que por favor no se tomase el bocadillo en marcha.
También hay anécdotas. Aparte del chico y su novia, venía una chica joven. Paramos en una gasolinera y la Guardia Civil me hizo parar. Tenía una lata de bebida energética a mano, que me hicieron mostrar, y creo que sospecharon de las pintas del chico (llevaba rastas). Todo iba en regla, así que ni me puse nervioso.
Hasta la fecha, puedo calificar la experiencia de muy satisfactoria. Lo de las "ganancias" es lo de menos, aunque han sido un alivio para el bolsillo. Se puede conocer gente y de hecho tengo contacto con alguna pasajera por si repetimos viaje. Hay quien ha ligado y todo, y también quien tiene experiencias negativas.
Pasajeros y conductores se votan
De momento, de los pasajeros que me han votado, me han dado la máxima puntuación, y como no es menester tirarme flores, dejo la imagen y me callo. Desde luego puse empeño en que se sintiesen cómodos, que pudiesen confiar en mi al volante. La mayoría me otorgó la confianza, se durmieron en algún punto.
Conozco una experiencia opuesta de una chica primeriza que se juntó con dos conductores "novatos". A 150-160, adelantamientos por la derecha y el coche un poco sucio. Yo no quiero que la gente que lleve vaya en tensión, ni que se tengan que preocupar en casa de si va a llegar bien. No es plan.
Por mi parte, también he puntuado a mis pasajeros, incluso he estado tentado a puntuar a no-pasajeros, hablando de su falta de puntualidad/compromiso, pero acabé pasando. Estas redes sociales (que lo son) se basan mucho en la reputación. De hecho, me han dicho varias veces que las cinco estrellas dicen mucho a la hora de elegir conductor.
Hay varias formas de conseguir más "confianza", como poner fotografía, enviar una copia del DNI a la empresa de turno, ligar el perfil de Facebook para obtener el número de amigos... Las fotos de conductores, pasajeros o coches se revisan manualmente para evitar cosas raras.
Si un día buscamos un viaje y encontramos a un conductor de cinco estrellas, repleto de halagos en valoraciones y con muchas opiniones distintas, a buen seguro el viaje irá bien. Alguien que va sin foto, sin opiniones, y que pone como "lujo" su utilitario de hace 10 años... no da buena espina, no.
Conductor y pasajeros pactan las condiciones. Se puede aceptar equipaje voluminoso, pero no viajar con animales. Hora de paso por determinado sitio, margen de puntualidad (para ambas partes), dónde se recoge y dónde se baja la gente, precio, etc. Con el tiempo, los inconvenientes se van dejando atrás.
Se pueden publicar viajes de una vez, que se hagan con frecuencia o que se hagan a diario (p.e. para ir a trabajar). La popularidad de estas plataformas va en aumento porque crecen los usuarios y los números de viajes. Poco a poco se nos contagia algo de Europa, donde esto es muy normal.
Hay trayectos muy poco demandados o que nadie recorre, sí, pero probad a conseguir plaza para un Madrid-Valencia en estas fechas. He llegado a ver casi 30 viajes ofertados y todos llenos en el mismo día. Las empresas de transporte deberían analizar por qué pierden clientes.
Los motivos son diversos. Que si los horarios, que si la lentitud, la actitud de los conductores, la calidad del servicio... son motivos para apearse de los buses y subirse a coches compartidos. No es gente que esté perdiendo ni líneas aéreas ni RENFE. Es gente que busca viajar al mínimo coste posible.
La palma se la lleva una enfermera suiza, que fue desde su país hasta el Algarve portugués en tres coches compartidos en 48 horas. Lo prefería a un impersonal y aséptico viaje en avión de dos horas. Quería viajar, sentir el paso de los kilómetros en sus carnes. Le salió mucho más barato que el avión, dicho sea de paso.
Mi sugerencia es que al menos, lo probéis. No hay ninguna obligación de subirse con alguien que no da buen rollo, se le dice que vas lleno y ya está. Como pasajeros, os recomiendo fijaros en conductores con reputación y confianza, así, varias preocupaciones quedarán atrás.
Esto no es para forrarse, ni para hundir negocios. Se ha hecho toda la vida, pero ahora la tecnología lo facilita más. En otros países se lleva haciendo décadas. En definitiva, es una forma de redescubrir los viajes por carretera, especialmente ahora que el coche se ha convertido en prácticamente un lujo.
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