Afrontando la complicada labor de hacer viables las baterías de iones de sodio

Hace tiempo que os hablamos de las baterías de iones de sodio. Se trata de otra de esas alternativas bastante prometedores a las baterías para coche eléctrico de iones de litio que imperan en el mercado actual, pero que parecen todavía lejos de mostrar una verdadera aplicación industrial. Ello no quiere decir que contínue existiendo un gran esfuerzo por dar con una solución a los obstáculos que las alejan.

Estos son, principalmente, su rendimiento, su peso e inestabilidad. En el otro lado de la balanza, tendríamos la ventaja de que el sodio es un elemento que podría abaratar el coste de las baterías (sus creadores hablan de que también es más abundante que el litio, pero eso no parece ser tanto una ventaja estos días). En cualquier caso, científicos de la Universidad de Tejas (en Austin, EEUU) han dado con una nueva solución para paliar la inestabilidad y hacer su proyecto algo más viable.

Se trata de utilizar un mineral descubierto en 1990 en una erupción del volcán Eldfell en Islandia (y que por ello se ha bautizado como Eldfellite) cuya estructura ayudaría al cátodo a aumentar la estabilidad del proceso, permitiendo al sodio ser insertado y apartado.

Ahora bien, los científicos temen que esto podría ir en detrimento de la capacidad energética de la batería. No obstante, parece que no van a cejar en sus intentos. El equipo dirigido por el profesor John Goodenough sigue empeñado en que este tipo de baterías tendrán algún día su salida comercial, pese a lo complicado de su misión. Por cierto, la compañía Faradion ya nos mostraba que eran posibles este mismo año, pero en las bicicletas eléctricas.

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