Acabion es el nombre de un proyecto suizo que ofrece una visión muy particular y arriesgada, aunque argumentada, de cómo será la movilidad del futuro. La filosofía de Acabion se basa en una sola palabra: tolerancia. Sus valedores confían en contribuir a un mundo mejor con unos curiosos artefactos e infraestructuras que permiten velocidades de vértigo. Si no crees en la imaginación, no sigas.
La reducción de masa y volumen del vehículo y el respeto absoluto hacia la aerodinámica son las bases del aumento de la eficiencia energética en este proyecto. Con una masa en vacío de unos 363 kg (800 libras), las inercias y las fricciones se ven reducidas de forma drástica. Menos masa, menos aire que desplazar, menos fricciones. Y todo, movido por electricidad procedente de energía solar.
Los responsables del proyecto hablan de eficiencias que dejan muy atrás las que posee un automóvil convencional. Pero el proyecto Acabion no se queda sólo en un concept car de apariencia futurista, sino que contempla toda una serie de infraestructuras en las que el vehículo se desplaza de forma autónoma, y que cuenta ya con un plan de actuación estructurado en tres fases. ¿Nos vamos al futuro?
Año 2015. Los vehículos pueden circular por cualquier infraestructura ya existente sin restricción alguna, y el Acabion ahorra energía incluso desde velocidades bajas. Por ejemplo, a 20 km/h su eficiencia es ocho veces superior a la de un compacto eléctrico, y a 200 km/h alcanza un factor 12, esto es, 1200 % de eficiencia energética, con la posibilidad de llegar hasta el 2500 %. Según los responsables del proyecto, todo es pura Física aplicada y, de hecho, ya tienen a punto algunos prototipos de vehículo.
Año 2050. Las carreteras son ya elevadas y además se han automatizado, de manera que los vehículos circulan sin necesidad de un conductor. El electromagnetismo permite desplazamientos a velocidades de 300 km/h de momento, aunque se prevé incrementar la velocidad a 600 km/h en las próximas décadas. Se mantienen, no obstante, las vías tradicionales para los anticuados coches eléctricos. Es posible llegar de Zúrich a Hamburgo en una hora, o de Fráncfort a Madrid en cuatro. La energía solar se capta en lugares soleados de España, Arizona, el centro de la India, el norte de África y Oriente Medio, y la electricidad se pasa directamente de la infraestructura al vehículo. Las baterías sólo se emplean para tareas auxiliares.
Año 2100. A las carreteras convencionales y a las vías elevadas se les unen ahora tubos de vacío que cubren los trayectos internacionales e intercontinentales, por medio de los cuales los vehículos se desplazan a altísimas velocidades. No es necesario crear tubos de grandes diámetros como ocurre con el transporte colectivo, ya que los vehículos de medida individual pueden circular de forma constante, aprovechando al máximo la infraestructura. Se habla de una velocidad de 20.000 km/h, lo que supone viajar de Madrid a Nueva York en sólo 30 minutos.
¿Es sólo una ilusión o hay algo más? En Acabion parecen muy convencidos de lo que se traen entre manos, y apoyan absolutamente todo lo que cuentan en la palabra de la Física. Sin embargo, hay en todo este proyecto un halo de magia que no parece muy compatible con la ciencia. Pero, como decíamos antes, es cuestión de creer en la imaginación. Total, aún faltan años para que llegue el futuro. ¿O no?
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