La compañía británica Electrogenic tiene mucha experiencia en convertir en coches eléctricos modelos clásicos, como el Jaguar E-Type o el Land Rover Defender, pero el protagonista de su último retrofit es mucho más clásico y exclusivo.
Se trata de un Rolls-Royce Phantom II de 1929 que ha dejado atrás su mecánica gasolina de 7.7 litros y seis cilindros en línea para adoptar un motor eléctrico cuatro veces más potente.
Un retrofit en un coche de hace casi 100 años y del que se fabricaron menos de 1.700 unidades
Si ni siquiera te suena la palabra retrofit, debes saber que es el nombre que recibe la técnica de transformar en eléctrico un coche clásico con motor de combustión, pero sin alterar su estética.
Poco a poco van ganando peso en el mundo de los clásicos, incluso Robert Downey Jr. va a tener un programa en HBO para restaurar clásicos de esta forma. Sin embargo, a medida que crece la popularidad de los retrofit, se multiplican sus detractores.
Estos últimos argumentan que modificar así un coche clásico es un sacrilegio porque echa por tierra su esencia. Cuanto más antiguo o exclusivo es el vehículo, mayor es el sacrilegio.
Por eso no está tan mal visto entre los aficionados que un Renault 4L, un Renault 5 o un Mini se conviertan en eléctricos, pero no toleran que el protagonista de un retrofit sea un Aston Martin DB6 o un Porsche 911.
Si se trata de un Rolls-Royce Phantom II de 1929, a más de uno directamente le da algo. Pero la compañía británica Electrogenic, una de las más experimentadas en el ámbito de los retrofit, no piensa igual y ha decidido convertir este modelo en su último proyecto.
Podríamos pensar que existiendo el nuevo Rolls-Royce Spectre no hay ninguna necesidad de convertir en eléctrico un modelo clásico de la marca, y menos uno que tiene más de 90 años y del que se fabricaron menos de 1.700 unidades. Incluso hay quien dirá que hacer esto con un coche así es traspasar líneas que no deberían cruzarse jamás.
Pero lo cierto es que este retrofit no está hecho para que nadie se tire de los pelos porque es totalmente reversible. En cualquier momento puede volver a adoptar su mecánica de combustión de seis cilindros y 7.7 litros para volver al estado original.
Mientras tanto, ha pasado a ser tan eficiente como cualquier coche eléctrico nuevo, pero sigue teniendo su diseño original, su interior e incluso su chasis, por lo que mantiene gran parte de su atractivo. Eso sí, es bastante más potente de lo que era.
En lugar del motor de seis cilindros en línea que desarrollaba entre 40 y 50 CV, utiliza un motor eléctrico que produce 150 kW (unos 200 CV) y un par máximo de 310 Nm. De alimentarlo se encarga una batería de 93 kWh de capacidad que permite al Phantom II recorrer unos 240 kilómetros entre cargas.
Para no alterar el diseño original del coche, Electrogenic ha utilizado planos 3D para elegir la mejor ubicación posible para el motor y la batería sin tener que modificar ningún elemento del chasis.
Lo único que ha sido necesario al hacer la conversión es reubicar el sistema de frenado y el pedal del freno, que han dejado paso a tecnología más moderna y con función de frenada regenerativa.
Aunque los retrofit no son muy populares en España, en buena medida por lo complicado (y caro) que es hacer de forma legal cualquier modificación en un coche, en otros países están a la orden del día.
Muchos ven en los retrofit la oportunidad de seguir utilizando un coche clásico sin las desventajas de llevar una vieja mecánica gasolina o diésel, quitándose de un plumazo posibles problemas de fiabilidad y cualquier tipo de restricción a la circulación.
Además, es una forma de poder utilizar un coche antiguo a diario con un gasto mucho más comedido, tanto por su menor consumo como por su menor mantenimiento. En coches que tienen un motor averiado e irreparable, es una forma de darles una segunda oportunidad, incluso de mejorar sus prestaciones. Y si es reversible, como este Rolls-Royce, no hay nada que temer.
Imágenes: Electrogenic y BMWBlog