Desde ‘Fast & Furious’ hasta todos los ‘James Bond’ pasando por series como ‘Alerta Cobra’, no faltan las ficciones en el cine o en televisión con el coche como elemento central. En el fondo, son mundos irreales, pero los directores se esfuerzan porque parezcan realistas.
Y para un apasionado de los coches, es imposible no ver cómo una y otra vez se toman ciertas libertades con lo que puede hacer o no un coche. Acciones que, en ocasiones, acaban calando en el imaginario colectivo y damos por buenas. Pero no, son casos en los que la ficción sigue superando a la realidad.
Desde la gasolina que no caduca hasta los saltos imposibles en los que ni siquiera la alineación de las ruedas se tuerce, estas son las licencias creativas más habituales en el cine.
Un contrato tácito, sí, pero tampoco hay que pasarse
En el cine se toman ciertas libertades con la realidad. Siempre ha sido así. Es un acuerdo tácito entre creadores, actores y público. Los creadores han imaginado un mundo con una lógica coherente en el que los actores dan vida de forma verosímil a los personajes y el público acepta la narración que tiene lugar en ese mundo.
Es así como las naves espaciales en 'Star Wars' hacen ruido, que Thor existe y baja a la Tierra cada dos por tres o que, invariablemente, cuando los protagonistas llegan a un sitio en coche siempre encuentran sitio para aparcar delante de la puerta, ya sea en el Paseo de la Castellana, la quinta Avenida de Nueva York o un barrio de mala fama de Amsterdam.
Y es así porque una dosis de realidad en esos aspectos no aportaría nada a la cinta. Las batallas de los Rebeldes contra el Imperio serían aburridisimas sin nada de sonido y ver cómo unos polis de paisano dan 30 vueltas antes de finalmente aparcar en un parking a seis manzanas para interrogar a un posible testigo distrae innecesariamente de la narración.
Con las películas en las que los coches tienen un papel central, ocurre lo mismo. Los directores y guionistas toman atajos de la realidad para agilizar la acción o para que sea más espectacular. Para quien le gusten los coches, muchas de esas acciones son un sinsentido.
Cuando la ficción se equivoca sobre los coches y la conducción
No hablamos aquí de un coche que vuela o se transforma en submarino, sino de cómo, por ejemplo, cualquier protagonista que no es piloto es capaz de derrapar de forma milimétrica como si fuese el añorado Ken Block para escapar de sus perseguidores. Spoiler alert: hasta Ken Block se la pegaba y tenía que repetir las tomas.
Neumáticos chirriando porque sí, incluso sobre tierra
Quizá para darle un efecto más dramático o porque todos quieren emular a las persecuciones realistas de antaño, como la de ‘Bullitt’ que definió el género, en numerosas películas y series se empeñan en que los neumáticos chirríen tomando cualquier curva o frenando (a pesar del ABS presente en el 90% de los coches desde los años 90). Y ya, para lograr el combo, también lo hacen sobre pistas de tierra.
Un rasguño de nada y a correr
Qué serían de las películas de acción sin un coche que salte por encima de un río o cualquier otro obstáculo y que aterriza al otro lado como si nada tras volar a 10 metros del suelo. El coche apenas se rompe, la dirección está intacta, las suspensiones no han colapsado y los ocupantes del coche no se han desnucado.
No lo mires, que explota
En todo cine de acción no pueden faltar las explosiones. En el cine o la televisión, casi cualquier accidente implica que el coche o el camión vaya a explotar. Le disparan y el coche explota. Sale de la carretera, explota. Cae por un acantilado, explota. Más explosiones, más. Cuántas más, mejor. Incluso en ‘Alerta Cobra’, que de destrozar vehículos saben un rato, han caído en esa trampa alguna que otra vez.
Deja de mover el volante, que estás en una recta
Aunque el coche vaya en línea recta y la carretera por la que circula sea totalmente recta, casi siempre veremos a los actores jugando con el volante, como si estuviesen en un tramo del Tour de Córcega. Ahí no hay explicación lógica dentro de la acción, más allá que el coche en cuestión tiene una dirección horrible (y no debería ser ni legal).
La realidad obviamente es que el coche en cuestión va en una plataforma o que lo conduce un piloto desde el techo. Otro vicio de director o editor y del mismo calado es multiplicar las secuencias con los cambios de marchas. En el cine, algunos coches tienen cajas de cambios manuales de 17 marchas.
Oye, ¿sabes que estás conduciendo, verdad?
De los creadores de la dirección que no está conectada a las ruedas y de los cambios de marcha interminables, llega el protagonista que no necesita mirar a la carretera para conducir. Es algo habitual en esas escenas de relajación entres dos escenas de acción frenética.
Típicamente, es una escena en la que los protagonistas confiesan algo en el coche (esa simbólica de la intimidad) circulando por ciudad o una autopista y en el que el conductor se tira ocho minutos de hablando con la persona en el asiento de al lado echando un rápido vistazo a la carretera de medio segundo cada 6 minutos.
¡Y no se la pegan! A no ser que esté en el guión y sirva para la historia, claro. No lo intentes en casa y menos aún en la carretera.
La gasolina no caduca nunca
Muchas ficciones distópicas, como en ‘The Last of Us’, parecen olvidarse que los carburantes caducan y no pueden estar indefinidamente en un depósito, ya sea el depósito de un coche o de una gasolinera. Con el tiempo pierden sus propiedades y sencillamente se convierten en un líquido asqueroso que no permitiría a ningún coche circular.
Estas libertades son las más recurrentes, y en muchas casos no desmerecen ni la película ni la persecución. Seguro que hay alguna otra que te saca de quicio o que nos hemos olvidado y quieres compartir.