A finales de febrero fuimos testigos de un fallo histórico en Alemania, pues a partir de ahora y de forma progresiva, los estados, ciudades y comunidades alemanas tienen carta blanca para prohibir la circulación de los vehículos diésel si así lo desean. Con la industria del motor patas arriba y el gobierno tratando de suavizar la sentencia, BMW ya se ha puesto en marcha para no perder la confianza de sus clientes.
La firma alemana ha comunicado que, aquellos clientes que hayan adquirido uno de sus modelos con motor diésel a través de leasing, podrán rescindir el contrato. Claro que la oferta tiene letra pequeña.
Si vives o trabajas a menos de 100 km de una ciudad que haya adoptado las restricciones
"Nuestros vehículos diésel son aptos para el futuro", ha comunicado el jefe de ventas de BMW en Alemania, Peter van Binsbergen. Y ha añadido: "El motor diésel es uno de los sistemas de transmisión más eficientes actualmente instalados en los vehículos, y también uno muy limpio gracias al proceso de purificación de gases de escape de varias etapas".
En el contexto actual, BMW ha decidido que, ante la caza de brujas, lo mejor es no espantar al cliente. A partir del 15 de marzo, los clientes que hayan adquirido un BMW o MINI diésel a través de leasing podrán rescindir el contrato. Eso sí, siempre y cuando el cliente circule dentro de un radio de 100 km alrededor de la ciudad que haya impuesto las restricciones.
BMW reconoce que tras la decisión del Tribunal Administrativo Federal existe "incertidumbre" entre los automovilistas, aunque no espera que las restricciones los vehículos diésel más modernos se lleven a cabo. Por ello, BMW ofrecerá una "bonificación ambiental" a los propietarios de vehículos diésel antiguos que muy probablemente sí se verán afectados por las prohibiciones.
Los propietarios de vehículos Euro 4 en adelante pueden recibir hasta 2.000 euros que pueden ser utilizados para comprar un BMW i3, un híbrido enchufable o un vehículo Euro 6 con emisiones de 130 g/km o menos.
En ciudades como Düsseldorf no han visto con buenos ojos la resolución y ven la nueva normativa como una "tarea prácticamente irresoluble" que solo podía abordarse "a un costo enorme", según su alcalde. Sin embargo, Hamburgo ha sido la primera ciudad en afirmar que ya está poniendo en marcha prohibiciones.