Otro coupé que ya no podrás comprarte: el Audi TT se va por la puerta de atrás. Los SUV y los coches eléctricos se lo han merendado
Presentado como concept car en 1995, el Audi TT se convirtió en un exitoso modelo de producción tres años después. Pero desde entonces, la moda de los coupés y roadsters se ha desvanecido. Y con ella, el Audi TT.
Con la sombra de la electrificación en el horizonte, el Audi TT se une al Audi R8 en el más allá. Quizá sea un adiós definitivo, pero en el mundo del automóvil, cada partida deja entreabierta una puerta a lo desconocido.
Audi ya lo había anunciado hace tiempo, el Audi TT no tendría sucesor. O al menos, no tal y como lo conocemos. Unas cuantas series especiales para marcar el fin de la producción del coche anunciaban que el fin estaba cerca. Y finalmente, el pasado 10 de noviembre, sin hacer mucho ruido, el Audi TT se fue discretamente.
Tan discretamente que fue un simple post en la cuenta oficial de la marca en Alemania publicada el 23 de noviembre que nos enseñaba el último modelo salido de la factoría húngara de Audi, en Györ.
Se trata de un TT RS Coupé, equipado con el ya mítico motor de cinco cilindros turbo de 2.5 litros que desarrolla aquí 400 CV. Marca el final de la línea TT, iniciada en 1998. Ha habido tres generaciones y, por desgracia, no habrá otra.
Por así decirlo, el Audi TT sigue los pasos del Audi R8, que tampoco se renovará en la era del coche eléctrico. Dicho esto, siempre hay que tomar este tipo de decisiones con pinzas, porque no podemos descartar que Audi lance un nuevo modelo, inevitablemente eléctrico, y fuertemente inspirado en el TT.
Se trata de una práctica bastante habitual en el mundo del automóvil, siendo los más activos en este campo Renault, que está resucitando los R4, el eterno R5 y Twingo de primera generación, y Fiat, que sigue capitalizando el diseño del Fiat 500. Y en ambos casos, se lo debemos a un sólo hombre, Luca de Meo.
Pero volvamos al TT. Antes de retirarse completamente del mercado, Audi lanzó una serie de ediciones especiales. Tras el TT RS Iconic Edition, limitado a 100 unidades en Europa, el fabricante lanzó una edición especial de su modelo limitada a 25 unidades en España. También recordaremos el muy chic TT Final Edition, producido en 50 unidades y destinado exclusivamente a Estados Unidos.
Esta vez, el Audi TT se va, y con él no solamente se va un mito, sino una manera de ver el automóvil que ya no tiene hueco en esta nueva era. Una nueva visión del automóvil que el propio TT llevaba en sí, muy a su pesar.
Evitar un nuevo escándalo a lo '60 minutes'
La historia Audi TT comenzó con la presentación de un concept car del mismo nombre en el Salón del Automóvil de Fráncfort de 1995. El nombre no sólo evoca el famoso Tourist Trophy de la Isla de Man (inicialmente una carrera de coches), sino también al NSU Prinz TT. NSU, recordemos es una de las cuatro marcas que formaban Auto Union y de la que Audi es la heredera.
Las líneas redondeadas, inspiradas en algunos coches de carreras de los años 30, causaron sensación de inmediato. Dos meses más tarde, en Tokio, se presentó un estudio de una versión Roadster. Aunque perdía la simetría casi perfecta de la versión cerrada, volvió a ser recibida con entusiasmo por el público.
Estos concept cars no eran concept cars al uso,de esos que hacen soñar y quedan en nada o anuncian una nueva tecnología o lenguaje de diseño. No, en este caso, el Grupo Volkswagen y Audi ya lo tenían decidido y planeado, Audi tendría un nuevo coche halo, un coupé. Tres años más tarde, el TT Coupé entró en producción con un aspecto prácticamente inalterado.
El éxito fue casi inmediato. Y en 1999 se añadió a la gama una variante Roadster, que apenas variaba con respecto al concept car. Durante un tiempo, la producción incluso tuvo problemas para mantener el ritmo de la demanda, lo que se tradujo en largos plazos de entrega... ¡y en modelos de segunda mano que a veces costaban más que nuevos! Pero no todo era perfecto.
En Audi querían que el coche fuese realmente deportivo para quien quisiera llevarlo a buen ritmo. Los Audi no tenían la fama de ser deportivos como sí lo eran los BMW. La puesta a punto del TT se hizo pensando en la conducción deportiva. Y eso implica un comportamiento límite en manos inexpertas.
El problema es que no toda la clientela del TT sabía llevar un coche deportivo. En las prácticas de la autoescuela, en principio, no te enseñan que si levantas de golpe el pie del acelerador en una curva o si frenas de golpe en la entrada de la curva, la trasera del coche se puede ir repentinamente y derrapar, sea un tracción trasero o delantera. Y es justo lo que le pasó a algunos de los primeros clientes, con fatales consecuencias.
El tabloid alemán Stern sacó a relucir ocho accidentes con graves consecuencias ocurridos con el Audi TT y echó la culpa a la puesta a punto del coche. El coche derrapa en las curvas sin venir a cuento, decían. La cosa llegó a los tribunales. Y al resto de medios de comunicación. Audi era acusada de fabricar un coche peligroso y sin alerón en una trasera que derrapaba. Como si el Audi TT fuera un Ferrari F40 a 270 km/h en circuito...
La única manera de no acabar perdiendo un montón de dinero consistía en modificar el coche y que se supiese, independientemente de lo que dijera la justicia alemana al respecto. Audi, por desgracia, ya tenía experiencia en una situación similar.
En 1986, el famoso magazín televisivo de información estadounidense ‘60 Minutes’ emitió un reportaje sobre las aceleraciones inesperadas del Audi 5000. Testimonios de gente que decían que su coche seguía acelerando y avanzando una vez se habían bajado del coche o nada más llegar a su aparcamiento iban acompañados de imágenes de un Audi 5000 acelerando a lo bestia...y estampándose contra un muro. Las ventas de Audi en Estados Unidos cayeron en picado después de ese reportaje y le llevó años mejorar su situación.
¿Había un problema con el coche? Para nada. La gente de ‘60 Minutes’ había modificado la caja de cambios con un compresor para que el coche acelerase más de la cuenta porque eran incapaces de reproducir los fallos que decían que tenía el coche. Y es que el problema de las aceleraciones inesperadas de los Audi se debían a errores humanos. Los tribunales le dieron la razón a Audi, así como la NHTSA, pero el mal estaba hecho.
Ni las 250.000 llamadas a revisión voluntarias para cualquier Audi vendido en Estados Unidos, ni las modificaciones en el Audi 5000 ni su cambio de nombre a Audi 100 y Audi 200, pudieron hacer nada. Las ventas de Audi no volvieron al nivel de 1985 hasta el año 2000. Y algo así no iba a volver a pasar con el TT y menos en su tierra, pensaron en Audi.
El Audi TT había sido diseñado para no necesitar alerón y con un eje trasero un tanto duro. La solución adoptada por Audi fue rápidamente de añadir de serie el ESP, ablandar el eje trasero, y añadir un pequeño alerón cola de pato, más por razones de comunicación que realmente aerodinámicas. Servía para decir que era un TT modificado y que la clientela no debía tenerle miedo. Y funcionó.
El éxito de este coupé 2+2 y roadster biplaza, que juntos atrajeron a casi 270.000 compradores en la primera generación fue abrumador. El coche se convirtió en objeto de deseos, era ya más que un coche. La gama de motores fue creciendo con los años, con el 1.8 Turbo de cuatro cilindros con potencias de hasta 225 CV, y al final de su carrera, el VR6 de 250 CV, asociado al cambio DSG y a la tracción integral de tipo Haldex. El TT compartía así mecánica con el Volkswagen Golf R32.
Por cierto, la justicia alemana terminó por exonerar a Audi, el TT no tenía ningún fallo de diseño.
El Audi TT llegó in extremis al mercado
Así, desde la primera generación y desde sus inicios, el Audi TT fue víctima de lo que ha venido haciendo desde entonces la industria: rebajar el coche hasta el mínimo denominador común para vender una idea, una imagen o una evocación de lo que el coche es capaz.
Algo que se fue confirmando con las siguientes generaciones. La segunda generación, de 2006 a 2014, recuperó el chasis del Audi A3. Aunque no ofrece grandes emociones, este TT es mucho más cómodo, eficaz y eficiente que su predecesor, pero algo parco en sensaciones.
La excepción, sin duda, era la versión RS de 2009, con el melodioso motor de cinco cilindros y 340 CV que recuerda al Quattro de los años ochenta. En el otro extremo de la gama, sin embargo, también podía equipar un motor diésel de 170 CV. Por incongruente que pueda parecer hoy, esta elección parecía casi inevitable en su momento.
Con la tercera generación, ha llegado la época de los SUV. Los coupés son menos prácticos y no ofrecen un comportamiento dinámico superior apreciable para la mayoría de los compradores por lo que sus ventas no han cesado de disminuir.
La imagen deportiva, su evocación, la tienen en un Audi Q3 Sportback con cuatro plazas de verdad, un práctico maletero y un coche del que les es más fácil entrar y salir. De hecho, el Audi Q3 Sportback, fabricado en la misma factoría que el TT se vende casi 20 veces más que el TT.
La marca de los anillos se resigna así a poner fin a la carrera de este modelo, que ella misma califica de icono, tras vender en el último año tan sólo 8.097 unidades en todo el mundo. Para hacernos una idea, Porsche vendió en los nueve primeros meses de este año 16.458 unidades de los Porsche 718 Cayman y Boxster. Desde que salió fueron 662.762 unidades, sumando todas las generaciones y carrocerías del Audi TT. Un resultado más que respetable para un vehículo de nicho.
El Audi TT llegó in extremis al mercado. Llegó en un momento en el que la combinación de un diseño espectacular y una imagen deportiva todavía hacían eco en el público. Pero ahora los tiempos han cambiado y los gustos de la clientela también.
¿Podría haber un nuevo Audi TT eléctrico? Sin duda, convertido en SUV a lo Ford Mustang Mach-E o Ford Capri. No está claro que todavía quede hueco para un coupé de aspecto radical en la era de la electrificación cuando la máxima aspiración actual en términos de automoción de quien hoy no tiene carnet y será, con suerte, un futuro comprador de un coche al horizonte 2030, es la conducción autónoma.
Ojalá me equivoque, el automóvil todavía tiene que hacernos soñar. Ahora más que nunca.