En el norte de Rumanía, cerca de la frontera con Ucrania, han utilizado durante décadas pequeñas locomotoras de vapor para transportar madera por las vías estechas que atraviesan la región montañosa del Valle del Vaser.
Siguen utilizándolas como atracción turística, pero los habitantes de la zona también se mueven por estas vías de otra forma aún más peculiar e ingeniosa: con viejas furgonetas modificadas, como una Ford Transit diésel de finales de los años 80.
El medio de transporte más raro que verás hoy
La región rumana del Valle del Vaser, situada muy cerca de la frontera entre Rumanía y Ucrania, ha vivido durante mucho tiempo de sus bosques y la madera que obtenía de sus árboles. Al ser una zona muy escarpada por las montañas de Maramures, la forma más útil de moverse y de transportar esta madera por el desfiladero del valle era el tren de vía estrecha.
Las máquinas que se utilizaban para moverse por ellas se conocían localmente como “Mocanita”, una palabra derivada del nombre por el que se conocía a los pastores de esta región.
Algunas de las vías por las que circulaban estos trenes encabezados por las pequeñas locomotoras de vapor “Mocanitas" se construyeron en la época del imperio austrohúngaro. Y parte de las vías se destruyeron durante la Segunda Guerra Mundial y fueron reconstruidas posteriormente, pero acabaron cayendo en desuso a medida que decayó la explotación forestal.
Sin embargo, en el año 2004 se rehabilitaron para utilizarse como atracción turística y lo cierto es que miles de turistas conocen cada año el Valle del Vaser a bordo de una “Mocanita”. Algunas de las máquinas que se utilizan son de principios del siglo XX, pero no son los únicos vehículos que circulan por estas vías.
La policía fronteriza, los guardabosques y algunos habitantes de la región seguían necesitando de las vías para poder desplazarse, así que empezaron a tirar de ingenio. Se mueven en furgonetas modificadas por las viejas vías del tren por las que han circulado durante décadas las locomotoras a vapor. Siguen siendo muy útiles para conectar distintas localidades de la zona a través de las montañas.
Normalmente se utilizan viejas furgonetas que viven una segunda vida, pero no por carretera, sino sobre raíles. En lugar de tener ruedas se les adaptan al chasis unos ejes ferroviarios aparte de complementos quitapiedras (apartavacas), pero eso es lo único que cambia.
En su interior mantienen el motor original e incluso la caja de cambios sin cambios, demostrando por qué estas mecánicas se hicieron célebres por su altísima fiabilidad y facilidad para repararse con pocos medios.
Es habitual ver Ford Transit diésel de finales de los años 80 y principios de los 90, una de ellas, la más famosa, se ha rebautizado como 01 Callatis. Aunque tienen marcha atrás, para circular en sentido contrario cuentan con un rudimentario sistema que permite girarlas sobre sí mismas 180 grados. Es una tarea que se hace mano en cuestión de minutos y solo hacen falta dos personas. Si fueran vascos, la mitad.
Y como no tienen surtidores de gasóleo cerca de las vías, para repostarlas se utiliza un embudo y un bidón de gasoil. Además, sus conductores utilizan una emisora de radio para estar informados sobre el tráfico y sirenas para avisar de su paso cuando atraviesan algún pueblo.
Ahora necesitamos montarnos en una.