En Lexus están extremadamente orgullosos de la fiabilidad de sus coches. Tanto es así que acostumbran a pasarlos por las pruebas más duras y la supervisión de sus artesanos Takumi.
De vez en cuando quieren demostrar algo por encima de la media, y en esta ocasión la firma japonesa ha decidido coger un Lexus LC Cabrio y congelarlo literalmente para acto seguido sacarlo a dar un paseo a pleno rendimiento.
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Estamos relativamente acostumbrados a ver cómo las marcas someten a sus coches a fases de pruebas en las que los hacen funcionar en escenarios extremos, ya sea por calor, frío, agua o suciedad. Lexus ha hecho algo así pero para demostrar la fiabilidad de un coche que ya es una institución en el mercado.
Al Lexus LC Cabrio ya lo conocemos desde hace tiempo. Es un coupé biplaza descapotable con posiblemente el mejor sonido para un coche de serie de nuestro mercado, gracias a un imponente motor 5.0 V8 de aspiración natural que pone los pelos de punta.
Además de ser un deportivo soberbio, la marca ha querido demostrar su fiabilidad metiéndolo en una unidad de refrigeración industrial para ponerlo a una temperatura de -18ºC durante 12 horas. Para añadir complicación extra , rociaron el coche con agua antes de proceder a la congelación. El resultado ha sido la congelación total del coche, incluyendo una gruesa capa de hielo por todo el conjuno.
La prueba no ha consistido sólo en congelarlo y demostrar que posteriormente funciona, sino en realizar una prueba de conducción a alta potencia sacando lo mejor del motor de 457 CV sin esperar a que el vehículo cogiera temperatura.
El mismo estrés ha sufrido el interior del coche, ya que la prueba se ha realizado con la capota recogida exponiendo tanto la tapicería como los elementos electrónicos a las temperaturas extremadamente bajas.
El frío no sólo afecta al confort, sino que además tiene una influencia especialmente notable en los fluidos (que obviamente se congelan), en el metal que se contrae o en los componentes electrónicos que sencillamente pueden dejar de funcionar.
Todos los componentes del LC Cabrio se pusieron en marcha a la primera y pudieron hacer la prueba de conducción en las montañas de Millbrook con el piloto Paul Swift a los mandos mientras que el hielo se iba desprendiendo del coche.
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