Mientras las tendencias del mercado llevan una tendencia clara hacia la electrificación, otras compañías se centran en dar lo que los clientes quieren: músculo a base de gasolina.
El especialista alemán Brabus tiene una larga trayectoria brutalizando los coches de Mercedes-AMG, y el último en pasar por su terapia de anabolizantes germanos es el Brabus Rocket 900: un Mercedes-AMG G 63 que mete miedo. Mucho miedo.
El Brabus Rocket 900 es pura exageración con... sí, 900 CV
Tomando como punto de partida el ya de por sí brutalizado Mercedes-AMG G 63 con su motor V8 biturbo de 575 CV, el preparador germano ha exprimido la mecánica hasta sacar la cifra mágica de 900 CV y 1.250 Nm de par motor. Una ganancia de 315 CV sobre el bloque M178 conseguida con muchos retoques bajo el capó.
Aparte de aplicar una reprogramación completa de la electrónica, Brabus ha rectificado las cotas internas del motor para aumentar su cilindrada de 4.0 a 4.5 litros.
Por si esto no fuera suficiente se han cambiado los turbos por una pareja de mayor diámetro, se han utilizado componentes forjados para garantizar la fiabilidad y la gestión térmica se ha mejorado con un intercooler más grande, admisión de fibra de carbono y se remata todo con una línea de escape a medida que conserva las salidas laterales.
La patada es tan bestia que la electrónica limita el par motor a 1.050 Nm para que la caja de cambios AMG Speedshift completamente de serie no se destruya.
Con estos cambios los registros han mejorado ostensíblemente. Puede parecer poco un recorte de 0,7 segundos en el 0-100 km/h, pero es que lo completa en tiempos de superdeportivo: 3,7 segundos. Nada mal para una caja metálica de dos toneladas y media. La velocidad máxima se acota a 280 km/h.
Como el Mercedes-AMG G 63 no es suficientemente bestia, Brabus ha aplicado un completo tratamiento de anabolizantes en el exterior. La fibra de carbono se ha hecho dueña del coche y se reparte por todas partes: desde los pasos de rueda ensanchados hasta las manillas de las puertas, pasando por las inserciones, parrilla o alerón trasero.
La estética se basa en el kit WideStar pero con salvedades. El capó recibe una grotesca toma de aire para meter ventilación en el vano motor y la carrocería se llena de apéndices aerodinámicos y nervios que antes no estaban.
Las llantas por supuesto también han cambiado y ahora calza unas moles de 24 pulgadas que, de hecho, son las más grandes que nunca ha hecho Brabus. Vienen tapadas por piezas de fibra de carbono y en su interior esconden discos de freno más grandes: 400 y 375 mm. La suspensión ha variado para pegar el G al asfalto, con un kit Brabus RideControl ajustable que rebaja la altura del G 63 en 45 mm.
En el interior es un poco más de lo mismo, como si hubieran descargado un volquete de fibra de carbono y rematado con colores rojos, además de utilizar Alcantara y cuero para cubrir todos y cada uno de los elementos de serie.
Si te ha gustado este ladrillo ultrapotente vas a tener que darte prisa porque Brabus sólo va a producir 25 unidades del Rocket 900. Su precio tampoco va a estar al alcance de todos: 480.000 euros antes de impuestos.
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