Ya conoces la situación. Ese cruce horroroso de tu ciudad, 8:00 de la mañana, un semáforo cuyas ópticas hay que cambiar, unos instaladores que emplazan el camión con la cesta ahí en medio... y a partir de ese momento, el caos se apodera de la zona. Nadie tiene la culpa de lo que sucede; sólo ocurre que desde 1914, cuando uno intenta cambiarle las bombillas a un semáforo, quiera o no quiera la tiene que liar en la intersección afectada. Ah, pero eso podría cambiar muy pronto.
La tranquilidad se la deberemos entonces a un equipo de científicos de la Universidad de Granada, concretamente de los departamentos de Óptica e Ingeniería Civil, que no han parado hasta dar con un sistema que permita reparar los semáforos sin que nadie tenga que meter mano en las ópticas ni mucho menos subirse a unas alturas que en ocasiones alcanzan los 8 metros.
¿Cómo han resuelto el problema estos héroes de la investigación? Utilizando tecnología LED, minilentes y fibra óptica. Y emplazando la fuente luminosa en la base del semáforo, no en la cabeza de este como se ha hecho toda la vida. El resultado es un nuevo semáforo más resistente que los actuales y más sencillo de arreglar cuando se estropea.
Según cuenta Francisco Pérez Ocón, “unas minilentes concentran la luz de los LED en la entrada de la fibra óptica y esta sube la luz hasta la cabeza semafórica situada en la parte superior”. Explicado así, suena un poco al principio de un periscopio, pero al parecer funciona, y además es compatible con los cuerpos de los semáforos actuales, ya que los mazos de fibras ópticas que precisa pueden introducirse dentro del soporte del semáforo sin mayor problema.
Las ventajas que presenta el sistema van desde el menor coste de reparación de los semáforos para el dinero de todos, hasta la mayor resistencia de la fibra óptica a los fenómenos meteorológicos y al paso del tiempo. Por otra parte, tener la fuente de luz en la base puede suponer que esta reciba una menor cantidad de calor y rayos solares, además de que seguramente le ahorramos las oscilaciones que experimenta la cabeza de un semáforo en días de fuerte viento.
Este es el primer paso de un diseño novedoso que, como bien destacan en la Universidad de Granada, se puede extrapolar a otros ámbitos, desplazando las fuentes luminosasa de las farolas o incluso de las torres de telefonía, sin tener que modificar las instalaciones eléctricas.
Más información | Universidad de Granada. ¡Un saludo para Andrés!
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