El mundo del automóvil y el mundo de la tecnología electrónica están condenados a entenderse por el bien de ambos. Aunque los tiempos, las inversiones y las expectativas que se manejan en uno y en otro sector difieran entre sí de forma tan acusada. Porque si bien el mundo techie está por la labor de transmitir inmediatez al mundo del automóvil, comprar y mantener un coche sigue teniendo su propio ritmo. Al menos, hoy.
Quizá por esa razón cuesta tanto centrar el tiro cuando hablamos del sector de la Automoción en el Mobile World Congress 2018.
Los tiempos y las inversiones, frente a un cambio de escenario que ya estamos viviendo
El Mobile World Congress es un hervidero de ideas, innovaciones y demostraciones de fuerza por parte de lo más destacado del mundo de las tecnologías relacionadas con las comunicaciones. En esta feria se presentan decenas de novedades de un sector que se revoluciona con cada actualización, mientras el automóvil mira esos cambios con un cierto aire de procrastinación.
Todo llegará, pero no ahora, que las inversiones en la industria del automóvil hay que amortizarlas con un cierto cuidado, y además son necesarias inversiones a muchos niveles, no sólo en lo que respecta a los coches.
Algunas claves sobre el cambio que inevitablemente llegará, sin embargo, ya están sobre la mesa, a disposición de todo el mundo. La primera, que servirá de ariete para las demás, tiene que ver con la relación que tenemos cada uno con los coches que vemos por la calle.
Estamos abocados a dejar de tener el automóvil en propiedad. Las plataformas que fomentan el uso compartido del vehículo con la necesaria participación de los fabricantes de coches (Daimler, PSA, Renault y SEAT, por orden de aparición en nuestro país), apuntan a unas sólidas expectativas de éxito que alejan la idea de una posible amenaza para el automóvil y van en la línea del respaldo popular que augura un horizonte repleto de coches compartidos para 2025.
Esto ya nos pone sobre la pista de uno de los grandes cambios que entrará como quien no quiere la cosa: la especificidad en el uso del vehículo. Frente a la idea del coche para todo que dio sentido a este sector durante todo el siglo XX, y que en el siglo XXI alcanza su punto rococó con el auge de la vida SUV, flota entre los stands la idea de que los coches del mañana serán diversos, concebidos para y centrados en el uso que se les haya de dar.
No es nada que no esté sucediendo ya, cuando en las grandes ciudades un usuario de coche compartido deja su berlina, la que ha utilizado para llegar hasta la neomuralla de la ciudad, y una vez allí se hace con un utilitario compartido, o coge el metro o pilla un autobús. Esa intermodalidad del transporte tiene mucho que ver con la movilidad del futuro que ya se asoma por la puerta.
La diversidad de motorizaciones será otra de las claves que expliquen el mañana del automóvil, e irá de la mano del punto anterior. Quizá una berlina que nos sirva para acceder a la neomuralla de la gran ciudad puede ser híbrida, mientras que en el corazón de la urbe los coches compartidos se prefieran eléctricos.
Siendo así, los eternos problemas de los eléctricos (autonomía y puntos de recarga) se gestionarían de un modo más sencillo que, por ejemplo, si aspiramos a que un eléctrico lo mismo sirva para un barrido que para un fregado. Ciertamente, hay personas que los utilizan así y ya les va bien, pero quizá en un futuro se queden en minoría.
¿Por qué? Porque flota en el ambiente del Mobile World Congress, ahí donde se están estrechando la mano quienes posibilitarán el futuro de la movilidad, un cierto aroma a negocio suculento que tiene que ver con las tres claves esbozadas: coches compartidos, específicos y con la electricidad como energía lógicamente utilizada en las ciudades, que cada día serán más y más inteligentes.
Multitud de partners, o cuando todo el mundo quiere hincar el diente en el pastel de la movilidad
La movilidad es un suculento pastel al que todo el mundo quiere hincar el diente. Son necesarios muchos compañeros de viaje para lograr que las personas y los vehículos y las infraestructuras y todo, en general, queden conectados en un mismo tiempo y con una misma finalidad: hacer la vida más cómoda sin renunciar a la seguridad.
Quedémonos con un ejemplo: Shazam en el coche. Nos cuentan en SEAT cómo surgió la idea de integrar Shazam en el coche, cuando se percataron de que un 76 o 78 % de la gente que utiliza esta aplicación para poner título a la música que escucha lo hace cuando se encuentra a velocidades de 30 km/h, circulando por las arterias de la ciudad en un coche, con el consiguiente riesgo de seguridad. Ante nuevos problemas, nuevas soluciones, echando mano de los especialistas de cada ramo.
Seguimos pasando de stand en stand durante esta primera jornada del Mobile World Congress, y vemos muy pocos fabricantes de coches con un stand al estilo más tradicional, bajo el nombre de la misma marca. Está la mencionada SEAT, también vemos a BMW (con un BMW i3 autónomo que aprovechamos para probar), y Daimler, que está presente un stand que refleja la esencia de lo que es este Mobile World Congress para las automovilísticas: un escaparate que permite recordar al mundo que ellas quieren liderar este momento de cambio.
Se hace complicado, no obstante, porque ahí están las Qualcomm, Cisco, Intel y un larguísimo etcétera, que realmente son las que tienen capacidad para cortar el bacalao en cuanto al manejo de datos. No se nos puede pasar por alto que todos los fabricantes de coches llevan ya tiempo creando alianzas con socios de lo más variados para integrar más y más soluciones en los vehículos, que al final derivarán en un eslabón más de la vida conectada.
Uno de los últimos capítulos que sirve para ilustrar como ejemplo lo tenemos en la mayor cooperación que tendrá a partir de ahora Daimler con la start-up Anagog. Esta firma israelí ha desarrollado un software que analiza el comportamiento del usuario en el smartphone con la ayuda de varios sensores, y con inteligencia artificial predice futuros escenarios de forma dinámica.
La inteligencia artificial, de hecho, es el paso que seguirá a la eclosión de los coches autónomos como nos los han vendido hasta ahora. Unos coches autónomos que, por cierto, ya pueden empezar a funcionar... pero tardarán en poblar nuestras carreteras.
Coches autónomos hay, pero no hoy (ni mañana)
Ya existen, ya funcionan (al menos en modo demo), pero los coches autónomos van a tener que esperar un poco todavía antes de hacerse con las carreteras y relegarnos al asiento del acompañante. Y el primer escollo que tienen que salvar se encuentra ahora mismo en una encrucijada tecnológica.
“Nos encontramos a las puertas de la era del 5G como base para el internet de las cosas y las máquinas inteligentes”. Son palabras de Paul Stevens, director de Marketing de Advantech, una importante firma taiwanesa que se dedica al hardware industrial para la automatización, control y las comunicaciones industriales, y que podrían servir para explicar medio Mobile World Congress, porque hay un número y una letra que todo lo invade, y que realmente tiene mucho que ver con el desarrollo de la conducción autónoma: hablamos del 5G.
El paso de la comunicaciones 4G a 5G es vital para los coches autónomos. Si pasar de 3G a 4G nos permitió una accesibilidad a contenidos de internet como antes no teníamos, el paso de 4G a 5G básicamente supondrá disponer de un mayor ancho de banda, que permitirá enviar y recibir mayores cantidades de información a cada momento, y sobre todo reducir la latencia al mínimo. Si lo comparamos con un motor turboalimentado, supondría cargarse el turbolag, el retraso del turbo en la respuesta al pedal del acelerador.
Como es obvio, que las comunicaciones sean lo más inmediatas posible es lo que hará más seguros los coches conectados entre sí y con las infraestructuras. De lo contrario, los coches autónomos vivirían en un estado permanente de tiempo de reacción dilatado, como si se hubieran tomado varias copas de más.
Ahora viene el chiste: no hay siquiera establecido un estándar sobre 5G. De hecho, hasta el mes de junio no se sabrá qué especificaciones se llevan el gato al agua, así que todo lo que se cuente en el Mobile World Congress 2018 queda a medio camino entre la declaración de intenciones y los pensamientos desiderativos, salpicado con la necesidad que tiene cada empresa de recordar que está ahí para lo que haga falta.
Por continuar con el símil automovilístico, es como si cada gasolinera tuviera el boquerel de las mangueras de los surtidores rematado en una forma diferente: en círculo, en cuadrado, en estrella. O, para el caso, es lo que aún hoy sucede con las tomas de recarga de los coches eléctricos.
No se trata del único escollo que deberán salvar los fabricantes interesados en la conducción autónoma. Las administraciones un día u otro deberán asumir su papel y emplearse a fondo para ayudar a resolver el gran problema del coche autónomo: la transición entre el escenario actual y el escenario idílico que nos pintan las empresas de telecomunicaciones de cara a un futuro que no se sabe muy bien cuándo llegará.
En ese escenario, tendremos que la inteligencia artificial será inseparable de la conducción autónoma, de manera que podría darse el caso de que un coche ganara valor con su experiencia, y no se devaluara como lo hace ahora. Así al menos lo ve Luca de Meo, presidente de SEAT. Pero hablamos de futuribles.
Por ahora, las miradas se centran en dar salida a los primeros problemas tecnológicos, sin que se aborde todavía lo que vendrá a continuación. Todos los mensajes hablan de un futuro prometedor que evoca la percepción que teníamos en los años 80 sobre el asombroso año 2000 y todo lo que vendría después.
Concretando un poco, tenemos que en BMW nos explican que la autonomía de nivel 3 quizá se regulará a nivel europeo en 2021, y que irá por barrios: serán tipos de carretera concretos, principalmente autopistas y también carreteras con carriles separados. La conducción autónoma de nivel 5 ni está ni se la espera, como tantas cosas que se supone que vendrán pero no se sabe seguro.
Tanto es así, que paseando por el Mobile World Congress 2018 uno ya no sabe a qué atender exactamente. Dar vueltas por una especie de zoco con pinta de gran bazar y encontrar coches que, más que hablarnos sobre el futuro del automóvil, a veces son poco más que una excusa visual para atraer al visitante hasta el stand, donde se le hablará de todos esos microorganismos electrónicos que quizá algún día nos hagan llegar hasta ese futuro plagado de coches autónomos en ciudades que serán más inteligentes, quizá, que sus propios habitantes, y donde la movilidad desempeñará un papel clave.
Mobile World Congress, donde la movilidad es un argumento recurrente
De hecho, la movilidad vende en el Mobile World Congress, casi más que el grafeno que podría posibilitar baterías para coches eléctricos y que, por cierto, cuenta con medio pabellón para explicar sus ventajas cuando llegue el momento. La smart city, como lugar en el que las tecnologías posibilitan una vida mejor.
Allí lo haremos todo de forma conectada: consultar el estado del tráfico y decidir qué opción de transporte nos conviene más, pagar por los servicios de movilidad, gestionar la recarga de los vehículos, y un largo etcétera en el que andan trabajando centenares de empresas de las que no hemos oído ni oiremos hablar nunca, porque quedarán diluidas en todo tipo de proyectos conjuntos.
Por su parte, el transporte público también tiene su parte de representación en el Mobile World Congress 2018, con una gran carpa que nos explica cómo la Autoridad del Transporte Metropolitano de Barcelona, la ciudad anfitriona, ha transformado las necesidades de quienes realizan mil millones de trayectos anuales y las ha plasmado en la integración tarifaria, en la planificación de la movilidad del área metropolitana, etcétera.
Sin embargo, se trata de una representación mínima, si atendemos a la importancia que teóricamente tendrán los sistemas de transporte colectivos en las ciudades del futuro, esas ciudades donde todo estará interconectado de forma instantánea y donde la tecnología habrá conseguido un futuro mejor para todos.
Quién sabe, quizá llegue todo muy pronto y el Mobile World Congress resulte ser el foro que ya anticipó el mañana de la movilidad. De momento, en la calle llueve, Barcelona amenaza nieve por la invasión de una ola de frío siberiano y no hay suficientes taxis en la puerta. Mejor pillar el metro. Esa es la realidad a día de hoy.