¿Qué fabricante de automóviles dejaría pasar la oportunidad de mostrar sus avances en el mejor escaparate del momento? El Mobile World Congress (MWC) se ha convertido en una cita cada vez más ineludible para las automovilísticas, y es ahí donde encontramos un inicio de tendencia que, quizá, marcará los próximos años en el sector.
Visitando el MWC hemos encontrado fabricantes de coches que no enseñan coches, en la misma medida que hemos encontrado fabricantes que quizá nunca han pertenecido al mundo de la Automoción pero que entran con fuerza en él. Bienvenidos al mundo al revés. Y lo fascinante es pensar que el futuro será así.
Un paseo por el MWC nos permite observar cómo se venden automóviles, no comercialmente sino en un plano más metafísico, de engagement, en un mundo que poco tiene que ver con el mundo tradicional de la Automoción. Es posible presenciar, por ejemplo, un enorme stand de una enorme firma automovilística de toda la vida... sin que haya un solo coche expuesto. Es el caso de Ford.
Allí vemos un patinete raruno que promete ser un asistente multipropósito, y también aquella solución de transporte personal que parece una Roomba, y... En Ford se habla de movilidad personal, en definitiva, y también de las ventajas de aliarse con Vodafone y de utilizar Waze en los futuros desarrollos de la marca.
Ah, y también de la smart city, ese concepto omnipresente que embruja y subyuga a los asistentes.
Pasamos por el stand que tiene BMW en el exterior, un pequeño espacio acotado, y allí observamos un coche que aparca solo. Es un decir, en realidad el coche avanza cauteloso hacia el lugar que le han preparado. Como sucede en ocasiones con las demostraciones tecnológicas, el resultado no es tan espectacular como prometía el enunciado.
Se trata de un déjà vu conceptual. Por más que los fabricantes de automóviles intenten vender avances, lo cierto es que ahora mismo los avances ya no encandilan como hace unos años. Si observamos en perspectiva los sistemas de asistencia a la conducción, está claro que hace unos años pasamos de la noche al día. Sin embargo, el momento actual recuerda más a una fase de consolidación que a una revolución.
La ciudad inteligente, ese punto de encuentro donde las diferentes industrias buscan su hueco
Si hemos de hacer caso a lo que vemos a lo largo y ancho del vasto Mobile, la ciudad del futuro poco se parecerá a la ciudad actual. Coches eléctricos y conectados entre sí y con los demás que nos servirán para movernos de forma tan eficiente... como aséptica.
Aquí entran en acción las empresas tecnológicas que quieren su pedacito del pastel, y que en el MWC son legión. Hay de todo: desde quienes fabrican componentes hasta quienes garantizan conectividad y seguridad informática, pasando por quienes han visto el filón de las aplicaciones móviles que nos prometen llevar la vida entera, todavía más, en el bolsillo del pantalón. Y todo, vinculado con el mundo del Automóvil aunque nadie lo declare como tal.
El automóvil se concibe, desde hace tiempo, como un dispositivo móvil más. Un periférico como otro cualquiera que se puede adherir al concepto de la movilidad personal, interactuando con el entorno y adaptándose al mañana antes de que el mañana se lo lleve por delante. Es la forma, también, en la que la tecnología ha lavado la cara del denostado automóvil como sinónimo de atascos, individualismo y contaminación.
Llegamos así a otro ejemplo de automovilística pura y dura vendiendo otra cosa en el MWC. SEAT presenta un eléctrico como el e-Mii, que lleva años aparcado en Martorell (literalmente, porque hace años que anda por allí) y, siendo teóricamente un elemento clave en la electrificación de la marca, los chicos de SEAT relegan su pequeño urbanita a un rincón del stand mientras el centro de atención lo acapara un impresionante cockpit para un simulador que muestra aplicaciones y funciones que están en desarrollo, y que piensan ya en la movilidad del futuro.
¿Qué futuro? Hablando con Ken Washington, vicepresidente de Investigación e Ingeniería Avanzada de Ford, la conclusión que uno saca es la misma que lleva barruntando desde hace tiempo: que el sector se mueve, sí, pero a pasos diminutos mientras el mismo sector va mirando de salvar poco a poco los escollos del camino. Sus palabras se podrían resumir en un gran "wait and see".
Es normal que así sea. Aunque hoy por hoy todo es tecnología, y aunque el internet de las cosas llama con fuerza a la puerta, las dificultades que conlleva el futuro en cuestión de movilidad es algo que va más allá de la eclosión del 5G o las formas de implementar las tecnologías de la comunicación para lograr que los coches se comuniquen entre sí y con las infraestructuras en un plazo más o menos cercano.
Esas dificultades tienen que ver con la misma movilidad de los vehículos, no sólo por cuestiones de circulación sino también por la manera en que sometemos a la tecnología a condiciones especialmente adversas. Y también tiene que ver con una cierta disparidad conceptual a la que pronto el sector dará una respuesta.
Y es que, por más que el runrún comúnmente aceptado pretenda que se vendan coches como quien vende móviles, un automóvil sigue teniendo un ciclo de vida mucho mayor que un periférico cualquiera... sencillamente porque el precio de adquisición es mucho mayor y su amortización, más lenta.
Quizá por eso cobrará mayor sentido otro runrún, que ya empieza a ser discurso dominante. En un futuro, sin precisar demasiado todavía, lo raro será tener un coche en propiedad. Se venderá a los usuarios finales el uso del vehículo, no tanto el vehículo en sí. Algo que, por cierto, está en consonancia con el nuevo cliente objetivo al que persiguen las automovilísticas: aquel que prefiere invertir su dinero en cambiar de móvil que en adquirir un coche para toda la vida.
Siendo así las cosas, ¿a alguien le sorprende que el Mobile World Congress sea un atractivo escaparate para las marcas de automóviles de siempre?
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