Las bicicletas son un vehículo más en España, de acuerdo con el Reglamento General de Circulación. Y como tales, además de tener que circular por los carriles de la calzada, y no por las aceras, son un medio de transporte realmente eficaz para movernos por la ciudad.
Cada vez vivimos más personas en las ciudades, y las grandes ciudades son cada vez mayores. Esto implica inconvenientes y problemas, como tener el trabajo lejos de nuestro domicilio, o tener que sufrir atascos de tráfico y contaminación del aire. Entre las múltiples opciones de bicicletas, hoy queremos destacar las bicicletas plegables.
Bicicletas plegables: más pequeñas y más prácticas
En grandes ciudades como Madrid o Barcelona, por citar un par de ejemplos, mucha gente vive en pisos o apartamentos más bien pequeños, y muchas veces sin trastero ni garaje donde guardar una bicicleta convencional. Para todos aquellos que dispongan de poco espacio, una bicicleta plegable es ideal.
Una bici plegable tal cual, ya ocupa menos espacio que una convencional, pero su gran ventaja, su razón de ser, radica en poder plegarse, recogerse y entonces abultar mucho menos. Esto permite guardarla cuando no la usamos en un hueco considerablemente menor. Incluso algunas bicis plegables tienen una funda-bolsa, para guardarlas y protegerlas, y que tampoco ensucien el espacio donde las guardamos, por ejemplo un armario de casa.
El procedimiento típico es abatir el manillar y después plegar el cuadro de la bici por la mitad. Con eso tenemos una bici plegada que podemos mover de manera estable sobre dos ruedas, empujándola por el sillín. Para plegarla del todo se pueden abatir los pedales y bajar también el sillín: así es como ocupa todavía menos espacio.
En general el manillar y el sillín se pueden regular en altura y permiten adaptarse a usuarios de diferentes tallas. La posición de conducción de la bici plegable es muy similar a la de una bici de paseo, la barra no suele molestar y se va bastante erguido y cómodo.
¡Bicis al tren!
Otra ventaja de las bicicletas plegables es su fácil integración con otros sistemas de transporte, por ejemplo con el transporte público, especialmente el tren o el metro, o también con el propio coche privado.
Para movernos distancias mayores, quizás desde las afueras de la ciudad, podemos utilizar el tren de cercanías y subirnos a él con la bici plegada, que molesta mucho menos. Cuando llegamos al destino la volvemos a desplegar, y terminamos el trayecto en bici.
Si tenemos coche, y el transporte público no cubre bien nuestra zona, podemos usar el coche para acercarnos a la ciudad, llevando la bici plegada en el maletero, y una vez allí aparcar el coche en una zona que no sea de pago o en un aparcamiento disuasorio, sacar la bici y movernos por el centro de la ciudad sobre dos ruedas.
Teniendo en cuenta que debido a los problemas de atascos de tráfico y sobre todo contaminación del aire, se está estudiando el restringir cada vez más el tráfico de automóviles en el centro de las ciudades a los no residentes, no hay que descartar esta alternativa de la bicicleta plegable para moverse por la ciudad.
Equipamiento básico imprescindible
Una bicicleta plegable no es muy cara. Hay de marca, y también de marca blanca. Para que nos hagamos una idea, desde unos 180 o 200 euros se puede encontrar una bici plegable básica asequible. Una bici plegable intermedia puede estar en unos 300 a 800 euros. También hay bicis plegables eléctricas, pero pueden subir a unos 1.000 a 1.800 euros, aproximadamente (todo depende de la marca, equipamiento, etc).
De todos modos, a la hora de comprarnos una bici plegable, hay algunos elementos y equipamientos que conviene tener en cuenta, ya que la vamos a usar por ciudad, todos los días, a todas horas, por la calle, y nuestras ciudades no son siempre llanas.
Que la bici tenga cambio nos ayudará a enfretarnos a las cuestas. Quien tenga menos fuerza en las piernas, o prefiera ir más descansado, siempre puede optar por una bici plegable eléctrica: la asistencia del motor eléctrico se nota mucho.
Quien quiera ir más cómodo, y sobre todo para esas ciudades con calles más bacheadas o adoquinadas, coger una bici con suspensión, delantera y/o trasera, es su opción (a cambio de pagar un poco más, como es lógico).
Como es muy probable que nos tengamos que mover con la bici en momentos con poca luz, o incluso de noche, los reflectantes (catadióptricos) delantero, trasero y laterales, así como las luces delantera y trasera son imprescindibles. Las luces hoy en día son LED, que consumen muy poco, y de quita y pon.
La bici tiene que sernos realmente útil, y necesitaremos usarla en todo momento, los guardabarros son también imprescindibles si no queremos ponernos perdidos cuando la calle esté mojada, llueva, o no podamos evitar un charco.
Al movernos por la ciudad tenemos que compartir el espacio público con los peatones. Hay que estar atento a los pasos de peatones, pues en bici no hacemos ruido, y también hay que tener cuidado en los espacios de convivencia, o en los carriles bici que más de una vez suelen ser utilizados también por los peatones. El timbre para avisar de que nos acercarnos es también imprescindible.
Habrá quien encuentre también útiles unos espejos retrovisores, aunque yendo en bici es muy fácil girar un poco la cabeza y mirar de reojo que no venga nadie.
Un velocímetro viene bien, para controlar la velocidad, pero también para tener a mano la hora, la distancia recorrida y otros datos.
A gusto de cada cual, y para poder transportar alguna cosa, se puede montar en la bici un portaequipajes trasero con correas, o bien una cesta delantera.
La pata de cabra resulta también muy cómoda para no dejar la bicicleta de cualquier manera tirada en el suelo.
- Otros accesorios. No es cuestión de citarlos todos, pero por ejemplo se pueden llevar un candado, o varios, muy aconsejables para ponérselo más difícil a los amigos de lo ajeno, un portabidón, con su bidón de agua correspondiente, una pequeña bolsa con el kit básico para reparar pinchazos, o cualquier otro accesorio que su usuario encuentre útil.
No olvidemos eso sí que cuantos más accesorios, más va a pesar la bicicleta, y por tanto más trabajo nos costará moverla. Un cuadro de aluminio nos ahorrará algo de peso. Cada cual que valore qué necesita realmente.
Para terminar, recordad que una bicicleta además de más barata que un coche, también resulta más económica de utilizar, no contamina el aire, apenas hace ruido, ocupa mucho menos espacio que un coche en la vía pública y reduciría los atascos de tráfico, en la ciudad resulta en trayectos cortos y medios tan rápida o incluso más que el coche, y además nos permite hacer ejercicio mientras vamos y venimos en el día a día.
Y no lo olvidéis: una bicicleta es un vehículo, hay que conducirla respetando todas las normas de circulación, como si fuéramos en coche o en moto. Sed prudentes.
En Motorpasión | Quieren cerrar el centro de la ciudad al tráfico... y es todo un acierto