Que un adolescente se ponga al volante de un autobús no suele ser una buena idea. No obstante, hay ocasiones en las que, gracias a ello, se consiguen evitar males mayores. Este último es precisamente el caso del que hablamos hoy.
En concreto hablamos de Jeremy Wuitschick, un adolescente de 13 años residente en Washington (EEUU), que tras observar que el conductor del autobús en el que viajaba con sus compañeros de colegio estaba teniendo problemas físicos graves (más tarde se supo que un infarto), tomó el control de la situación para minimizar el peligro.
Jeremy tuvo la sangre fría de coger el volante, dirigir el autobús hacia el arcén, frenar y después quitar la llave del contacto. Por si fuera poco, trató, junto a otro niño, de ayudar al conductor, y de calmar a sus asustados compañeros.
La reacción de este adolescente fue meritoria, pero también fruto de un cursillo de seguridad que hace algún tiempo recibieron en su centro escolar. Afortunadamente Jeremy tuvo la valentía, ante una situación, así, de recordar y aplicar lo aprendido.
Dicho esto, tenemos que decir que no todo son buenas noticias. Lamentablemente el conductor, de 43 años, se encuentra ingresado en un hospital, y por el momento su estado es grave. Toda esta historia sirve además para plantearnos si nuestros coches, o los pasajeros que viajan en ellos, aunque sean menores de edad, deben estar preparados ante una situación similar.
Ante este problema, la monitorización del conductor, es la respuesta más habitual de la industria. Por eso, ya han surgido algunos sistemas, que por ejemplo, controlan nuestros latidos, y que permitirán en un futuro que el coche lleve a cabo una respuesta automática segura en caso de una incapacitación repentina del conductor.
Vídeo | El Mundo
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