Que un vehículo responda de forma adecuada en todo momento depende en gran medida de las condiciones de uso que se le dé y del seguimiento del programa de mantenimiento que se establece para él.
Antiguamente el conductor era poco menos que un aprendiz de mecánico, cuando no un mecánico directamente. Los vehículos eran un conjunto de sistemas que funcionaban de forma analógica y visible para el conductor. Hoy en día, la electrónica se interpone entre la acción del conductor y la reacción del vehículo y la evolución de los componentes ha mejorado mucho el rendimiento de los vehículos a cambio de una profesionalización en su mantenimiento. Por eso la mayor parte de los cuidados del vehículo deben realizarse en el taller con la periodicidad que marque el fabricante en cada caso. Y es que un buen control de los sistemas del vehículo es una garantía para la seguridad.
Sin embargo, e independientemente de la necesidad de llevar a cabo un control periódico en el taller, hay una serie de acciones básicas que todo conductor debería realizar a modo de mantenimiento preventivo del vehículo. Hoy le daremos un repaso a las más comunes, sin ánimo de polemizar y a sabiendas de que son unos consejos muy sencillos, por lo que aquellos lectores que sean expertos en Mecánica seguramente los encontraran breves, incompletos, triviales y hasta inexactos. La idea es que quien no tiene ninguna referencia al respecto pueda sacar cuatro ideas simples para ir tirando y sin necesidad de cursar unos estudios específicos para mantener su coche en buen estado.
Carrocería
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Niveles y mediciones
Una vez por semana conviene mirar los niveles de líquidos que emplea el coche. Antes de hacerlo, hay que tener en cuenta:
1. Que las mediciones deben hacerse con el coche inmovilizado y en llano, y con el motor parado y en frío (o no demasiado caliente).
2. Que es mejor que los niños no se acerquen a la zona de trabajo, por lo que pueda pasar.
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Aceite. Imprescindible para la lubricación del motor, un pequeño consumo de aceite es normal. Por eso, hay que controlar que el nivel no descienda por debajo del mínimo necesario. Aunque actualmente muchos coches nos muestran electrónicamente el nivel de aceite del cárter, la única medida realmente fiable es la que da la varilla de control. La medición debe hacerse siempre con el motor en frío y con el coche en llano. Al extraer la varilla conviene limpiarla con un trapo y volver a ensartarla. Al extraerla por segunda vez, si el aceite queda entre las marcas de máximo y mínimo no hay mayor problema. Si el nivel es bajo, debe reponerse el aceite que falte con uno de sus mismas características, para lo cual es necesario abrir el tapón de rellenado y sin ensartar la varilla verter el líquido necesario para rellenar el cárter. Nunca hay que pasar el nivel máximo marcado en la varilla ya que se podría producir la realimentación hacia el motor, llegando a dañarse el sistema antipolución. Por eso es recomendable ir rellenando poco a poco, ensartar y extraer la varilla, mirar el nivel que va alcanzando y así hasta llegar al límite sin sobrepasarlo. Hoy en día, se recomienda cambiar el aceite en el taller, ya que los residuos que se generan son contaminantes y deben tratarse de forma adecuada.
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Líquido refrigerante. Es el que estabiliza la temperatura del motor, por lo que cuando sea necesario es cuestión de añadir líquido sin sobrepasar la marca de máximo. Eso sí, como el líquido refrigerante funciona a presión, NUNCA debe abrirse el vaso de expansión que lo contiene a no ser que el líquido esté frío. Si se abre en caliente, la presión empujará el tapón y este saltará por los aires acompañado de una parte del líquido: la quemadura de la persona que lo manipule en ese momento está prácticamente garantizada.
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Líquido lavaparabrisas. Imprescindible para complementar el uso del limpiaparabrisas, no sólo cuando no llueve y nuestra visibilidad es mala por la suciedad del parabrisas, sino también mientras llueve, para ir quitando las salpicaduras que saltan sobre el cristal mezcladas con el agua de lluvia y que un simple barrido del limpiaparabrisas no acaba de eliminar sin estropear las escobillas. El líquido lavaparabrisas debe reponerse sin esperar a encontrarnos en la penosa situación de accionar el mando a la desesperada y no obtener la ansiada respuesta en forma de ducha. El líquido lavaparabrisas está compuesto en su gran mayoría por un tipo de alcohol, el etilenglicol, que ayuda a la dispersión y evaporación del detergente que lo acompaña. En cualquier caso, no se debe emplear nunca agua del grifo para rellenar el depósito, ya que los sedimentos del agua pueden estropear los conductos del circuito.
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Líquido de la servodirección. En principio, hay que hacer un control meramente rutinario de que el nivel sigue donde estaba la última vez que lo comprobamos, puesto que se trata de un líquido que no debe perderse con el paso del tiempo. Con un funcionamiento normal no existe consumo de este líquido, por lo que si apreciamos alguna diferencia hay que pasar por el taller para que verifiquen cualquier anomalía en la asistencia de la dirección.
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Líquido de frenos. Es necesario echar un ojo al depósito del líquido de frenos. Como sucede con el líquido de la servodirección, no es normal que el nivel descienda de forma exagerada, por lo que si observamos grandes diferencias con la última vez que lo comprobamos, es conveniente llevar el vehículo al taller para que repasen el circuito de este líquido. Aunque uno mismo puede reponer el líquido de frenos, no vale la pena hacer inventos. El líquido, una vez abierto el frasco que lo contiene, pierde sus propiedades con relativa facilidad. Además es muy corrosivo y muy contaminante. En realidad, lo mejor es buscar la causa de la pérdida de líquido, y muerto el perro se acabó la rabia.
Sistema eléctrico
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En el apartado del mantenimiento, los bornes de la batería deben estar limpios para evitar pérdidas en las conexiones. Además, debe mantenerse en todo momento el nivel de electrolito, por lo que si se trata de una batería con mantenimiento habrá que rellenar periódicamente los vasos con agua destilada hasta 1 cm por encima de las placas de plomo. Otro tipo de cuidado, más difícil de llevar a cabo, consiste en saber y tener en cuenta que las temperaturas extremas afectan a la vida de la batería, por lo que siempre que sea posible hay que huir del frío glacial y del calor tórrido. No, no es fácil.
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Al margen de todo esto, hay que tener en cuenta que en general las baterías actuales caen sin apenas avisar. Lo queramos o no, hoy en día es mucha la corriente que se mueve por el interior de un automóvil, así que el desgaste de la batería es en muchas ocasiones fulminante: un día funciona y al día siguiente, no. Por esa razón conviene tener claro qué hacer cuando nos falla la batería, un momento duro para la vida de cualquier conductor que ve cómo su coche deja de responderle en el momento menos oportuno.
El sistema de frenado
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Otras verificaciones del estado del sistema de frenado se llevan a cabo durante la conducción, cuando se pisa el freno. Si el tacto del pedal es excesivamente esponjoso, puede existir aire en el circuito del líquido de los frenos. Si el pedal se va rápidamente hasta el fondo, podemos estar hablando de una fuga de líquido. Y si hay que pisar cada vez más, quizá es cuestión de un desgaste de las pastillas.
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En cualquiera de estos casos se hará necesario pasar por el taller cuanto antes para que se verifiquen estos indicios.
El sistema de suspensión
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Hay que tener en cuenta que el sistema de suspensión experimenta un envejecimiento paulatino, por lo que habitualmente el último en darse cuenta de cómo están las cosas es el propio conductor, que poco a poco se adapta a la nueva situación que le dan unos amortiguadores en mal estado y no le da mayor importancia. Lo cierto es que cuando falla el sistema de suspensión la probabilidad de tener una colisión aumenta de forma dramática.
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Conviene pasar por el taller cada 20.000 Km aproximadamente para verificar que todo está correctamente. Y más si observamos determinados indicadores de desgaste: pérdidas de líquido en los amortiguadores, un desgaste irregular en los neumáticos o bien balanceos excesivos de la carrocería al circular, que se evidencian de noche cuando los haces de luz de los faros vibran de forma exagerada sobre el asfalto.
Ruedas y neumáticos
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Para lograr un adecuado mantenimiento de esta parte del vehículo, además de conocer las características de los neumáticos que calza nuestro coche resulta básico someter a las ruedas a una mínima inspección periódica para asegurarnos de que su presión de inflado es correcta, que la profundidad del dibujo es la suficiente, teniendo en cuenta que circular con menos de 2 mm de dibujo es una temeridad y con menos de 1,6 mm es, además de temerario, ilegal.
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Aprovechando que nos agachamos para revisar la presión y el dibujo de las cubiertas, también podemos comprobar que no se hayan producido cortes ni deformidades en los neumáticos y que no se aprecian cristales o piedrecitas incrustadas en la banda de rodadura. Aunque quizá la mejor forma de mantener los neumáticos en forma es circular con cuidado de no destrozarlos. Un bordillazo tras otro o un paseo por encima de los restos de un accidente son la mejor receta para quedarnos descalzos sobre el asfalto en el peor de los momentos.
Finalmente…
Los coches tienen un libro de uso y mantenimiento. Conviene echarle un vistazo cuando tenemos un poco de tiempo libre, no vaya a ser que la primera vez que lo leamos sea en medio de una vacía carreterucha local, a las tres de la madrugada y bajo una lluvia torrencial porque el coche se ha declarado en huelga para vengarse de nosotros tras mucho tiempo de no recibir la debida atención. La anticipación es básica en el automóvil. En materia de mantenimiento, también.