Saltarse un semáforo está mal y es una infracción muy grave, pero ¿siempre es igual de reprochable? ¿Hasta qué punto?
Puede que no lo hayas visto, pero existe un vídeo viral grabado en Barcelona donde un ciclista y un conductor tienen un desencuentro con consecuencias disparatadas. Una breve discusión hilarante que nos abre la puerta a un debate sobre seguridad vial en el que no tenemos claro quién gana.
Cuando un vídeo viral abre un debate sobre circulación
Dejando al margen el meme en sí mismo que supone el propio vídeo en su faceta más cómica, lo cierto es que abre un debate que daría para largo y tendido: la rigidez en base a una normativa enfrentándose contra la aplicación flexible, o aplicación ponderada.
Y aquí es donde entramos a analizar los hechos que aparecen en el vídeo de marras. Un ciclista avanza por el carril bici tras permanecer detenido en un semáforo. Delante de él en la intersección con una vía perpendicular también regulada por semáforos se encuentra con un Citroën Grand C4 Spacetourer que se ha detenido sobre el carril bici.
El ciclista echa pie a tierra y empiezan a lanzarse gestos de reprobación, el ciclista rodea el coche y opta por desaprobar verbalmente la maniobra del conductor. En una escalada totalmente imprevista el conductor, un señor de avanzada edad, acaba lanzando un cúmulo de exabruptos que culminan con un soberbio e inquietante "hola", totalmente sosegado. El ciclista desconcertado y atónito comienza a pedalear. Se marcha. Atónito.
Ahora pasemos a analizar los hechos caso por caso.
El conductor lo hace mal, pero bien al mismo tiempo
El Citroën avanza por su carril y se encuentra con un semáforo que se pone en fase roja. El conductor decide frenar (cuando puede) sin invadir la intersección, ocupando para ello el espacio reservado al carril bici.
¿El conductor se ha saltado el semáforo? Sí, y según el artículo 146 del Reglamento General de Circulación, saltarse un semáforo conlleva una sanción económica de 200 euros y la retirada de cuatro puntos en el carnet de conducir. A todos los efectos no debería haber detenido su vehículo sobre el carril bici.
¿Lo ha hecho realmente mal? Pues igual no tanto. Por el motivo que sea (reflejos, distracción, un árbol que tapase parcialmente el semáforo...), este hombre no ha sido capaz de detener su vehículo en el momento apropiado. Ahora bien, en lugar de invadir una intersección y posiblemente agravar una situación de peligro ha decidido detenerse donde ha podido.
El ciclista lo hace bien, y un poco mal
El ciclista avanza por su carril hasta que no puede seguir avanzando porque hay un coche en su trayectoria. Sin salirse del carril bici no podría continuar con la marcha, así que decide reprochar no sin razón a quien le impide seguir circulando.
¿Ha hecho bien el ciclista? Sí. Bueno, en realidad no ha hecho nada aparte de ser una "víctima". Pero de víctima pasa a jugar el rol de policía al señalar el error del conductor de una forma con ciertos tintes de soberbia.
¿Era necesario encararse de esa manera? No. Partiendo de la premisa de que el ciclista actúa de manera correcta en todo momento en base a las normas (más allá de la discusión), realmente no era necesario encararse de esa manera con su oponente sin saber los motivos por las que se había detenido allí el Citroën.
Hay espacio suficiente y apenas usuarios en la vía como para que el ciclista se desplace lateralmente un metro para sortear al coche. Más aún cuando el coche llevaba allí detenido muchos metros antes de que el ciclista llegase, se detuviera y empezara a gestualizar.
La norma contra el sentido común
Para entender este debate hay que partir de la base de que ni siempre hay que posicionarse en el extremo de aplicar a rajatabla las normas, sin proporcionalidad, ni tampoco en el de actuar de forma laxa por defecto.
Obviamente las normas están porque tienen que estar, porque necesitamos un marco legal al que ceñirnos especialmente si nos referimos a cuestiones de circulación donde hay que establecer un orden. Es imperativo contar con una arquitectura legal que nos diga lo que podemos hacer y lo que no, y determinar en según qué casos de conflicto alguien ha obrado bien o ha obrado mal.
Norma en mano el conductor tendría que haber sido sancionado, pero resulta que el hombre tiene razón cuando decide no dar marcha atrás, pues según recoge artículo 80.1 del Reglamento General de Circulación está prohibido dar marcha atrás en este caso:
Se prohíbe circular hacia atrás, salvo en los casos en que no sea posible marchar hacia adelante ni cambiar de dirección o sentido de marcha, y en las maniobras complementarias de otra que la exija, y siempre con el recorrido mínimo indispensable para efectuarla.
Es decir, haber dado marcha atrás para dejar pasar al ciclista habría sido una maniobra de deferencia hacia el ciclista, pero tampoco habría sido lo correcto en base a la norma ni en función de la seguridad de otros usuarios de la vía, y por lo tanto el ciclista tampoco tiene razón en sus reclamaciones.
De todas formas, las normas son un corsé, y un corsé que hay que apretar más o menos en función de las situaciones. Llevado a la práctica, nadie va a morir en ese escenario y con esas circunstancias porque ese hombre haya detenido ahí su coche. Bastaba con aplicar un mínimo de sentido común y/o empatía con el conductor pidiendo disculpas y el ciclista sorteando el coche y devolviendo el saludo de manera educada.
También es cierto que desobedecer las normas nos lleva a un terreno resbaladizo donde el límite lo fija cada usuario de la vía en función de sus creencias o de su propia manera de interpretar una norma que debería ser igual para todos. En teoría. Al fin y al cabo, los seres humanos somos especialistas en buscar límites, en explorar posibilidades.
La respuesta totalmente exagerada del conductor deja entrever un nivel de troleo muy pro. Es toda una oda al exceso de celo que se muestra por parte de algunos sectores de la sociedad, incluso de superioridad moral y exceso de control. No es necesario ir dando lecciones por todo ni señalando a aquellos que hacen las cosas mal. O que sólo hacen las cosas mal en función de otros que así lo creen.
Al ciclista no le falta razón en sus reclamaciones, pero hay que mirar al conductor y a su reacción llevada al esperpento y el "hola" final como una ironía extrema. El conductor sabe que lo ha hecho mal (es más, si no fuera así no se habría detenido), pero nadie ha muerto ni ha puesto en juego la vida de nadie. A cambio se ha encontrado con una reacción exagerada e innecesaria también por parte del ciclista.
Normas sí, por supuesto. Empatía también, que buena falta nos hace tal y como está la situación actualmente.
¿Te saltarías un semáforo en rojo? Razona tu respuesta
Para ver hasta qué punto todo depende desde el prisma con el que se miren las situaciones vamos a proponer una situación que hace años me ocurrió en primera persona.
Volviendo a casa de madrugada te detienes ante el semáforo en rojo de una intersección. Todo normal, nada de tráfico, ni un alma por la calle, pero el semáforo no cambia de fase. Pasa un minuto y el semáforo sigue en rojo. Sigue pasando el tiempo y por mucho que esperas, el semáforo permanece en rojo.
Esperando, esperando, ha transcurrido casi media hora.
¿Qué harías en esa situación? ¿Seguir esperando hasta que a la mañana siguiente (con suerte) un técnico reparase el semáforo o te saltarías un semáforo que está a todas luces averiado, y por tanto infringiendo la norma?
Responde con honestidad, y piensa que no hay opciones buenas o malas. Simplemente, tu respuesta dice algo de cómo te posicionas en este debate.
Y ahora, cambiemos el marco: ¿y si en lugar de un semáforo para coches fuera un semáforo para peatones?
Spoiler: por suerte, aquella noche el único coche que apareció en aquella intersección fue uno de la Policía Local justo detrás de nuestro coche que, al ver la situación, nos indicaron que podíamos avanzar.