Ya me perdonarás el localismo, pero es que el otro día supe que la Guàrdia Urbana de Barcelona ha multado en los primeros seis meses de 2011 a 340 ciclistas, y cuentan que durante todo 2010 hubo 350 sanciones. Vamos, que el número de recetas se ha duplicado, y la mayor parte de los palos son por saltarse semáforos en rojo, por conducir con auriculares o por invadir aceras abarrotadas.
Dejando de lado la obviedad del afán o no afán recaudatorio, es cierto que soplan vientos oficiales de oda al ciclista por cuanto la bicicleta es un medio de transporte limpio y eficaz para ir por la ciudad, según dicen desde los despachos de Movilidad para motivar al ciclista y reducir el número de vehículos motorizados en los cascos urbanos. Pero, claro, si se generaliza el uso de la bici…
Si se generaliza el uso de la bici en las ciudades, tal y como están las cosas, vamos a tener más de un problema, vaticino, que esto de la educación vial nunca ha sido nuestro fuerte y además existe una confusión generalizada sobre lo que es y no es una simple bicicleta. Pero vayamos por partes…
Educación vial, asignatura pend… ¡Pero si ni es asignatura!
España es un país de listos, reconozcámoslo de una vez. Nos creemos mejores si en el metro no dejamos salir antes de entrar, si en la cola de lo que sea avanzamos posiciones de forma discreta pero efectiva, si en aquella rotonda de ahí entramos a cuchillo para pasar antes de que venga aquel.
Ah, ¿que no es así? Discúlpame entonces si no te das por aludido, pero cada vez que alguien apela a la educación vial en este país se me cae la risa por los lados. Si nos falta educación de la del día a día, ¿cómo no nos va a faltar educación vial? Pregúntale a un niño qué es un semáforo en rojo, y luego deja que su padre, madre o tutor le diga que si no viene nadie, puede cruzar con cuidado.
Si al menos se inculcara algo de educación vial no ya sólo en las escuelas, sino por parte de todos los agentes socializadores (familia, medios de comunicación, grupos de iguales…), pero no: la escuela no está para eso, la familia no está para eso, los medios no están para eso… Joder, ¿quién está para eso?
De acuerdo, ahora hay un modulito por ahí dentro de Educación para la Ciudadanía en el que se explica a los chavales qué es una calle y qué es un coche, e incluso hay instituciones que se dedican a meter a los niños en un parque vial infantil una vez al año. No hace daño, pero cualquiera que se dedique a la enseñanza sabe que una de las bases del aprendizaje se llama constancia. Y además me pregunto quién reeducará a los que quieren coger la bici pero ya están mayorcetes para ir al cole.
A mí que no me miren, que la formación de ciclistas no es obligatoria para alguien que quiera circular con su bici por vías abiertas al tráfico aunque el Reglamento General de la Circulación contemple la figura del ciclista como contempla la del peatón. No sé, yo nunca entenderé esto de que la Ley ataña a un individuo pero nadie se encargue de contarle a este individuo cuáles son sus derechos y cuáles sus deberes. Me suena un poco al trato que le dieron a Santiago Nasar allá en su pueblo.
Y ya es paradójico que un vehículo que puede ser emblema del respeto y del civismo vial se convierta en ocasiones en adalid de la falta de educación vial. “¡Pero eso es por culpa de unos pocos!”, grita ahora un ciclista de pro, enfadado por mi ruin generalización. Y tiene toda la razón del mundo en cabrearse conmigo, sí, pero es que da la casualidad de que esos pocos ciclistas que se saltan los semáforos y que van por donde les da la gana hacen más ruido que un ejército de nueces.
La bicicleta, cuando el hombre se hace vehículo
Aunque parezca mentira, aún hoy en día existe una extraña y curiosa confusión entre lo que es un peatón, lo que es una bicicleta y lo que es un coche. Mira que son diferentes morfológicamente y todo eso, pero no es raro ver a un ciclista que yendo por la calzada se pasa un semáforo en rojo, acto seguido se sube a la acera, cruza por el paso de peatones aprovechando que el monigote está escocido y de color verde y luego prosigue su ruta por medio del asfalto otra vez.
Ni Kafka hubiera imaginado una metamorfosis tan compleja desde el punto de vista molecular.
Este tipo de ciclista vendría a ser una suerte de centauro con ruedas que adopta la forma que quiere en el momento que le parece para hacer de su capa un sayo y de esta manera no tener que detenerse para nada, que poner en marcha un vehículo accionado con esfuerzo muscular choca con los caprichos de la inercia cuando el vehículo se ha quedado quieto.
Tampoco es que los gestores del tráfico ayuden demasiado a reducir esta confusión en cuanto a la naturaleza de la bicicleta. Quieren que la gente se desplace en bici por los centros de las ciudades porque, en efecto, la bicicleta es una buena solución para la movilidad urbana, y con el pretexto de la motivación… se pasan de rosca.
Pintan pasos de peatobicis pasando de lo que marca la Ley en cuanto a señalización (juntos pero no revueltos), permiten las bicis por las aceras (no por las aceras bici, sino por las aceras) aunque una bicicleta que no dispone de vía ciclista deba circular por la calzada, estudian que las bicis puedan circular en sentido contrario (lo cual resulta absurdo y peligroso), y así hasta el infinito y más allá.
¿La solución es poner a los ciclistas a rodar envueltos entre coches y camiones? Tampoco lo creo, al menos no en ciudades como Madrid o Barcelona. En otras, seguramente es factible. Yo lo he visto hacer en Holanda y, lejos de presenciar un paraíso bucólico, me espeluzné de lo lindo al ver decenas de casi choques que al final afortunadamente acabaron en córner.
Con lo baratillo que salen los bloques de goma para hacer eso que se llama “carril bici protegido”... La disparidad de velocidades entre una bici y un peatón hace que estos dos difícilmente puedan compartir espacio, de la misma forma que la disparidad de masa y velocidad entre una bici y la mayoría de los vehículos motorizados hace aconsejable segregar su circulación.
Si has llegado hasta aquí pensando que estoy en contra de la bicicleta como medio de transporte, estás muy equivocado. La bici es genial para determinados desplazamientos, pero necesita de un apoyo real por parte de las administraciones que contemple la seguridad de los ciclistas y también la de los demás, y no tanto el populismo barato con que a menudo se toman las decisiones.
Huy, acabo de esquivar un tomate que venía volando hacia mí. Recojo su cadáver del suelo, todo espachurrado, y veo que lleva un papel que dice lo siguiente:
Esto es una publicación sobre Motor. No sé qué haces hablando de bicicletas.
Ah, pues nada, que he creído ver que junto a tu flamante coche de color rojo pasión había un ciclista que salía de no sé dónde. Pero ahora nada, ya está, es igual, ya te lo has llevado por delante. No te muevas de aquí, que voy a llamar al 112.