Hace un año aproximadamente nos trasladamos a la capital alemana para conducir por primera vez el nuevo Volkswagen Beetle, que venía a sustituir al New Beetle de finales de los años noventa, aunque perdiendo el “new“ de su denominación por el camino.
Esta nueva generación llegaba como una evolución lógica del escarabajo, que pretendía acercar este modelo a un público más amplio mediante un diseño más atractivo, una mayor oferta de motores y un toque de deportividad que el New Beetle ciertamente no tenía (salvo el RSi, pero ese es otro tema).
Hoy comenzamos una prueba más a fondo del Volkswagen Beetle, más concretamente con el motor de gasolina de acceso a la gama, un 1.2 TSI de 105 CV con cambio manual que promete unas prestaciones dignas y unos consumos ajustados. De cualquier forma, eso queda para la parte de mañana. Ahora toca fijarnos más detenidamente en su estética y su interior. ¿Nos acompañas?
Diseño exterior
En el estudio de diseño de Volkswagen se plantearon volver a los orígenes del escarabajo e inspirarse en la silueta del modelo clásico. Podríamos decir que no está tan basado en su predecesor, sino más bien en el Beetle original.
Todavía recuerdo el espectáculo que montaron los alemanes en su presentación en Berlín (parte 1 y parte 2), con figuras como Walter de Silva, jefe de diseño de todo el grupo Volkswagen, allí presentes. Algo que me quedó claro es que el coche puede representarse con tres semicírculos, simbolizando el primero el guardabarros delantero, el segundo el arco del techo y el tercero el guardabarros trasero.
Por dimensiones roza los 4,28 metros de longitud, lo que supone unos 15 centímetros más que el New Beetle. De ancho mide 1,80 metros, así que también es más ancho (8,4 centímetros extra) y está más achatado que el modelo anterior, ya que es un centímetro más bajo, aunque da la sensación de ser todavía más bajito.
Los rasgos más significativos de este nuevo Volkswagen Beetle son sin duda sus faros redondeados (se ofrecen también de xenón con luces de marcha diurna LED), sus prominentes pasos de rueda, la particular forma de su capó, y en el caso de la unidad que pudimos probar, su llamativo color Amarillo Saturno que nos hizo ser centro de muchas miradas.
Desde Volkswagen dicen que esta nueva generación es más viril que la anterior. Es cierto que tiene un toque más deportivo y que es, seguramente, un modelo que puede entrar más por los ojos al público masculino que el New Beetle del año 98. ¿A vosotros qué os parece? Las chicas también pueden contestar a esta pregunta, por supuesto.
En función del punto de vista desde el que observemos el nuevo Beetle es probable que identifiquemos rasgos de un viejo conocido, el Porsche 911, sobre todo de frente. Los faros redondos pueden incluso llevarnos a una confusión. Sí, vale, no tienen nada que ver (salvo los orígenes), pero os aseguro que según cómo lo mires, este Beetle puede recordar a un 911, y mucho.
Al lucir un diseño tan peculiar, es un modelo que o bien levanta pasiones o bien no gusta absolutamente nada. También es cierto que la primera impresión puede no ser buena pero poco a poco te va encandilando. Tiene un encanto difícil de explicar. Debe ser el espíritu del Beetle original, que te persigue allí donde vas.
Algo que sin duda puede hacer que nos guste más o menos el coche es el color de la carrocería, y la verdad es que entre los doce colores diferentes que ofrece Volkswagen hay algunos con los que sobresale más que con otros. La oferta incluye blanco y negro no metalizados, colores especiales (amarillo, rojo, azul y blanco puro), pinturas metalizadas (azul, marrón, gris, plata, beige…) y un color con efecto perla denominado negro profundo. Podéis configurarlo aquí para ver cómo queda con cada color.
En definitiva, y antes de pasar a echar un vistazo al interior, podemos concluir que este Volkswagen Beetle es un coche que se vende por su diseño. No creo que sea una de entre muchas opciones de compra de un cliente, sino más bien un capricho del que uno se enamora a primera vista, o no, pero desde luego un coche cuya baza principal es su estética, puesto que los hay más amplios, más prácticos y más baratos.
Interior
El diseño interior, que también tiene cierto aire retro, mantiene la configuración 2+2, por lo que sólo está homologado para cuatro pasajeros. No obstante, la habitabilidad es mejor que en el New Beetle gracias principalmente a las mayores dimensiones exteriores.
En las dos plazas delanteras el espacio es más que sobrado tanto a lo ancho como en cuanto a espacio para la cabeza se refiere. La parte trasera es más estrecha que, por ejemplo, la de un Golf, pero aún así acomoda perfectamente a dos ocupantes, para los que ofrece un buen espacio tanto para las rodillas como para la cabeza.
Los asientos son cómodos y se agradece especialmente que tengan ajuste lumbar, sobre todo si vamos a estar muchas horas al volante. También resulta agradable que el reposabrazos de la puerta esté a la misma altura que el reposabrazos central, cosa que no pasa en todos los coches. Lo que sí eché en falta, eso sí, es que el reposacabezas fuera ajustable (lo es sólo en altura).
El aspecto retro del que hablábamos viene dado, principalmente, por algunos guiños como la guantera, que recuerda a la de los escarabajo de los años cincuenta y sesenta. Si queremos que el interior sea todavía más pintón podemos elegir las molduras de colores para el salpicadero y el volante (como en el coche probado), que en nuestro caso eran del mismo color de la carrocería.
Si hablamos de calidad de materiales y acabados resulta curioso que un coche capricho como el Beetle no tenga ni un sólo plástico blando. Los acabados son buenos, a la altura de cualquier Volkswagen, pero todos los plásticos son duros, desde las inserciones de plástico brillante hasta la parte superior del salpicadero (donde por cierto hay un hueco portaobjetos con fondo gomoso) e incluso los paneles de las puertas, aunque éstos cuentan con zonas acolchadas.
El interior es, por tanto, más bien sencillo, incluso contando con la pantalla multifunción en la que podemos manejar el sistema de sonido, de navegación, las opciones del teléfono e incluso acceder a algunos ajustes del coche. Me ha recordado en parte al interior del Golf Bluemotion que probé hace tiempo (parte 1, parte 2, parte 3, parte 4). Sencillo, pero de buena presencia. Al fin y al cabo las molduras de color amarillo no son más que un adorno.
El maletero es otro de los puntos en los que este nuevo Beetle mejora con respecto al modelo anterior. La capacidad según ficha es de 310 litros, ampliable hasta 905 litros con los asientos traseros abatidos, que por cierto, no dejan una superficie de carga plana una vez abatidos.
Al contrario que en el Volkswagen Beetle original, el maletero no se encuentra en el frontal, sino en la parte trasera, donde el modelo clásico montaba sus míticos motores refrigerados por aire, como aquél de 1958 que pude probar en Berlín... ¡Qué maravilla! Pero en fin, ese también es otro tema.
Mañana retomaremos la prueba del Volkswagen Beetle 1.2 TSI con todo lo relacionado con este pequeño motor, sus prestaciones, sus consumos, las cualidades dinámicas del coche en carretera y cualquier cosa digna de ser contada. ¡No te lo pierdas!
Continuará...
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