Después de que ayer os contase las generalidades del nuevo Honda HR-V ha llegado el momento de poner sobre el papel (o mejor dicho la pantalla en este caso) las sensaciones me ha transmitido tras conducirlo por las carreteras de Lisboa, Portugal. Pero antes vamos a dar un repaso al interior del Honda HR-V.
Hay varias cosas del interior del HR-V que llaman la atención dentro de este clónico mundo de los SUV y una de ellas me recuerda mucho a su hermano mayor el CR-V: el espacio. Sí, ayer ya lo comenté, es espacioso, pero no porque lo diga Honda, sino porque verdaderamente lo es. Con 1,85 de estatura me encuentro cómodo al volante y dejo espacio para mí mismo en la parte trasera y más de 10 cm de margen entre las rodillas y el respaldo del asiento delantero.
Por anchura como todos, bien en las plazas delanteras y bien en las traseras para dos personas, tres ya van apretados. Y por altura las unidades probadas cuentan con el hándicap del techo panorámico, que siempre resta unos centímetros. Sobrado delante, a pesar de llevar el depósito de combustible bajo el trasero y que a mí me gusta conducir con el respaldo muy vertical, y detrás me roza el pelo (no la cabeza) por la parte trasera.
Magic Seats, una buena solución
Más cosas que sorprenden son el doble fondo del maletero y los Magic Seats. Lo reconozco, desde que hace ya demasiado tiempo me dio por probar las posibilidades de este tipo de asientos (fue en un Civic) me quedé enamorado. Si no eres un trastos como yo no lo vas a valorar, pero si sueles necesitar espacio esta solución te permite tener un coche normal con una practicidad mejor que la de muchos monovolúmenes.
Y hablando de monovolúmenes, si el CR-V es el único SUV de su categoría que recomiendo para el que necesita espacio, al HR-V le sucede lo mismo. Más de uno vende su compacto para comprar un SUV también compacto porque necesita más espacio aunque en realidad los SUV son especialistas en desaprovechar centímetros. El HR-V no.
Diseño interior sobrio y una consola central sin botones de verdad, todos táctiles. Está de moda pero me parece negativo, no son tan precisos y te obligan a desviar la mirada de la carretera. La parte baja de la consola dibuja un arco que permite almacenar objetos como, por ejemplo, un bolso pequeño, un buen detalle pero no novedoso.
La pantalla multifunción queda un poco lejos del conductor aunque todos los mandos e información se orientan hacia él. Menos los tres aireadores del lateral derecho del salpicadero que encontramos sobre la guantera… Personalmente me parecen lo peor del coche por situación, diseño y practicidad, creo que le sobran dos, sólo con el derecho y en un formato más vertical valdría.
Prueba del Honda HR-V gasolina
Empezamos con el 1.5 i-VTEC con cambio manual. Arrancamos y otra curiosidad que es común al diésel, la palanca del cambio es extremadamente corta, pero el tacto es bueno. Nos ponemos en marcha y el HR-V callejea con facilidad. El motor tira bien desde muy bajas vueltas y resulta suave aunque no excesivamente silencioso. Salimos a autovía y cogemos ritmo con suavidad.
A punta de gas, con una conducción tranquila y engranando la sexta rápidamente nos descubrimos rodando bastante por encima del límite legal. ¿Anda bien? Más que suficiente si no buscas prestaciones, porque cuando le pides recuperar o acelerar ves que no hay tanto como su sonido deportivo parece indicar. Y es que el 1.5 suena muy gracioso cuando le subes de vueltas.
A alta velocidad se muestra aplomado y cuando nos adentramos en una bonita zona de curvas nos permite rodar a buen ritmo sin balanceos de la carrocería a pesar de un tarado de suspensiones que no resulta incómodo. En general las sensaciones son buenas y del motor de gasolina me ha gustado su sonido y respuesta a bajo y medio régimen.
Anuncia un consumo medio de 5,6 litros y en nuestra prueba se quedó en 7 litros. Bien porque alternamos ciudad con autovía a 130 y muchos kilómetros de montaña a buen ritmo y subiéndole de vueltas como si no hubiera un mañana. No era complicado mantener la media de consumo en torno a seis litros.
Prueba del Honda HR-V diésel
Nos pasamos al diésel, un motor que ya me gustó en su día en el Civic y que en el HR-V me sorprendió de lo que era capaz. Lo tenía fácil para gustarme… Y así ha sido. Mueve con agilidad al HR-V gastando lo justo. Anuncia un consumo medio de cuatro litros a los cien, aunque nosotros llegamos a ver los seis, claro que la ruta tenía mucha más ciudad y menos autovía que la que hicimos con el gasolina.
Recupera con garantías, acelera bien… Pero no todo es bueno. A pesar de que en la rueda de prensa nos hablaron del trabajo de insonorización realizado en el HR-V, llega mucho sonido del motor al habitáculo. Con el gasolina tiene su aquél porque suena chulo y sólo cuando le subes de vueltas, pero en el diésel deberían haber cuidado más ese punto.
Conclusión. ¿Me gusta el HR-V? Sí, mucho. Es de los SUV del segmento C que más me gusta por su espacio interior, capacidad de carga, modularidad y sensaciones de conducción. Como coche principal el diésel es la opción correcta a no ser que viajemos sólo una o dos veces al año. Pero si es el segundo coche o se viaja poco, me quedo con el gasolina.
Sí, hay que subirle de vueltas y en más de una ocasión echas de menos más potencia y par (estamos turbodieselizados), pero con una conducción tranquila se mueve genial, sale desde parado mejor que el diésel y el sonido del propulsor a partir de la zona media del cuentavueltas te invita a jugar un poco.