Si algo funciona, ¿para qué cambiarlo? Pues, quizá, para que funcione mejor. A Mercedes-Benz se le estaba escapando un perfil de cliente que quedaba en manos de BMW y Audi. Desde que "algo está pasando en Mercedes", la tortilla ha comenzado a dar la vuelta, y el Mercedes-Benz Clase C representa un paso más en ese cambio que están llevando adelante los de Stuttgart mientras sus rivales bávaros mantienen sus respectivas imágenes de marca: inmutables.
Hablamos de un cambio profundo que afecta no sólo al producto sino también a su comercialización. La marca ha emprendido un camino de cierta... democratización de sus coches premium, sobre todo a un nivel de percepción. Se puede vender un coche que cuente con todos los atractivos de un Mercedes, pero mostrando cercanía con el comprador. Eso es lo que está pasando en Mercedes.
Eso, y lo de dotar a un Clase C con los adelantos tecnológicos propios de las grandes berlinas de la casa, ya de entrada. La idea es, también, ganar transparencia ante el comprador, venderle un coche bien equipado, un poco a la japonesa, pero dejando siempre un pequeño margen de elección para que el comprador pueda también aportar su parecer.
Pedidos versus mercado (sin rent a car) | |||
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2013 | Enero 2014 | Febrero 2014 | |
Pedidos | 24% | 25% | 29% |
Mercado | 3% | -8% | 18% |
No ofrecen números concretos sobre las expectativas que tienen depositadas en el nuevo miembro de la gama, pero es evidente que están reestructurando su visión a un nivel muy global. No quieren poner el carro antes que los bueyes (entiéndase como que no quieren vender lo que no tienen producido), ya que eso les devolvería a la imagen de marca distantemente premium, con tiempos de espera para la entrega que son directamente inaceptables en un escenario como el actual.
Mercedes-Benz Clase C, como coche de empresa
Evolución de matriculaciones (Flotas de empresa) | |||
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2013 | Enero 2014 | Febrero 2014 | |
Mercedes-Benz | +11% | +8% | +14% |
Total | -17% | -9% | -1% |
En Mercedes-Benz España miran con buenos ojos a las flotas de empresa. Los números les son propicios a lo largo del último año en un escenario que ha sido negativo para el mercado, y continúan su tendencia en el arranque de 2014, con un mercado que comienza a cambiar de tendencia. Por
Ejemplo de financiación en operación con Valor Final Garantizado (VFG) |
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Plazo | 39 meses |
Entrada | 4.948 euros |
TIN | 6,95 % |
TAE | 8,42 % |
Cuota | 350 euros |
VFG | 23.075 euros |
La apuesta de Mercedes es firme aunque, nuevamente, en España necesitan despojarse de la imagen de distanciamiento que, en ocasiones, ellos mismos se han ido labrando a lo largo de los años. ¿Es posible la cuadratura del círculo? Bueno, en esas andan ahora mismo, y tienen producto para presentarse ante el mundo con una cara nueva.
Esa cara nueva, como sabemos, se ha ido presentando con los sucesivos Clase B, Clase A, CLA, GLA, y ahora Clase C. Vamos a encargarnos de este último, que para eso estamos aquí.
Aspecto exterior del Mercedes-Clase C
La apariencia del Mercedes-Benz Clase C debe comprenderse dentro de su contexto. En la marca de la estrella existe una voluntad por evolucionar hacia un público más juvenil, pero sin perder la herencia del pasado y sin renunciar tampoco a la parte del mercado que les es fiel desde hace ya ni se sabe cuánto.
Así, los chicos de Mercedes quieren dejar de ofrecer solamente esa imagen de coche para el padre y abarcar así a más miembros de la familia... siempre que el hijo se avenga a compartir marca con su progenitor, que esa es otra. Si obviamos este ligero problemilla familiar, el aspecto del Clase C es sólido y cumple a su objetivo de equilibrio entre la serenidad que transmite como berlina media y el espíritu dinámico que evoca con sus detalles.
Es una combinación curiosa. Pero lo más curioso de todo es que puede funcionar. Quizá las unidades que nos tocan en gracia para hacer las fotos, en sobrio color azul y con el frontal clásico, no son las más adecuadas para refrendar estas palabras, pero como la variedad es tan amplia en el catálogo de la casa, combinaciones hay las que se quieran y más.
¿Detalles que llaman la atención? Hay varios que ya comenzamos a intuir cuando Javier Álvarez escoltó el Clase C por Estados Unidos con destino Detroit. Para empezar, el frontal que reproduce otras caras de la gama y que, en el Clase C, puede tener dos aspectos: con el emblema dominando la parrilla o, en una versión más clásica, con la estrella coronando el capó. Otro detalle: los faros con tecnología LED, que le dan al Clase C un aspecto mucho más actual.
También la entrada de aire con el sistema Airpanel llama la atención en las unidades que la montan (las de acabado Exclusive). En lo estético le otorga un aire algo agresivo, dejando de lado su aspecto funcional, útil para reducir consumos al mejorar el comportamiento aerodinámico del vehículo y logrando un Cx de 0,24 en el Mercedes-Benz C 220 BlueTec BlueEfficiency Edition.
Las llantas de aleación, de 17 pulgadas, que vienen de serie, también son un punto para tener en cuenta. Sí, porque democratizar no significa ponerle tapacubos a un Clase C, que hasta ahí podríamos llegar. Esas pequeñas cosas son las que hacen que el Clase C sea, como lo definimos en su día, un Clase S en pequeño, pero con todas las consecuencias.
De todas formas, eso son detalles. Lo fundamental es que el nuevo Clase C ha crecido tanto en longitud como en batalla, con el consiguiente aumento de espacio interior, y ha disminuido su masa gracias a su nueva estructura de aluminio. Este componente ya estaba presente en la generación anterior, con un 10 % del total. Ahora, esa proporción aumenta hasta el 50 %.
Es decir, que previsiblemente se va a mover mejor que bien con el amplio abanico de motorizaciones que los de Stuttgart han previsto para la berlina. Más, si tenemos en cuenta despliegues tecnológicos como la suspensión neumática y adaptativa Airmatic, con brazos múltiples tanto en el tren delantero como en el trasero. De esto hablaremos más adelante. Vamos ahora a ocupar la posición de conducción.
La sobriedad alemana ya es un mito
Es berlina y es premium. Y aquí viene cuando el tema de la sobriedad alemana queda en un ultimísimo plano. El puesto de conducción es envolvente, quizá demasiado envolvente para la rodilla derecha del conductor, que demasiadas veces toca con el límite del cuerpo central. Este es sólido y grande, y aunque se encuentra compartimentado domina claramente el espacio.
La visibilidad exterior es excelente desde el puesto de conducción, y en el reglaje eléctrico de asientos sólo echo en falta un poco de ajuste lumbar. En cuanto a la visualización de los indicadores... hay que abrir párrafo aparte, porque este campo lo merece.
Normalmente soy entre crítico y muy crítico con algunos supuestos avances tecnológicos que supuestamente sirven de supuesta ayuda para el sup... conductor. En este caso, frente al Head Up Display (HUD) que monta el Mercedes Clase C la nariz me dura arrugada un instante, lo justo de salir del aeropuerto y ver cómo funciona.
En pocas palabras: así sí que compro la idea. El HUD del Clase C es muy visible sin que moleste ni distraiga. Sirve como panel de control del GPS y de la velocidad, con la asistencia de señales de tráfico, el control de crucero activo y el limitador de velocidad incluidos en una información muy visual e intuitiva, lo que sirve efectivamente para llevar un autocontrol de la velocidad sin perder de vista ni las indicaciones de la ruta ni la ruta en sí misma.
Resulta curioso conducir kilómetros y kilómetros sin apenas bajar la mirada... No, de hecho, sin bajar la mirada para nada. Este HUD, porque es útil y cómodo, resulta muy adictivo. Tanto, que llega a hacerme olvidar que, enmarcado en el volante, hay un panel de instrumentos tradicional con un velocímetro de los de toda la vida. ¿Bajar la mirada para ver a cuánto voy? ¡Qué concepto más antiguo, por favor! No, en serio: engancha.
Una reflexión similar, por lo que respecta a la pantalla multifunción que tantas ampollas ha levantado por parte de quienes lo ven como un antiestético añadido por el hecho de emerger de la línea del salpicadero. Como el que esto escribe es un apasionado de que las cosas funcionen, no puedo hacer otra cosa que posicionarme a favor de este diseño, que evita tener que desviar la mirada de la carretera para consultar cualquier cosa.
En el plato opuesto de la balanza queda el touchpad con el que se accede a los comandos del sistema. No es que esté mal la idea, al contrario, pero su realización me produce confusión incluso al cabo de unas horas de andarlo trasteando (los típicos ay, no, así no era que evidencian que un interfaz no es completamente intuitivo).
Entiendo que el problema viene derivado de un exceso de caminos para llegar a las diversas funciones; no hay un solo árbol de procesos sino más, y eso no ayuda. Por otra parte, ya en un plano puramente relativo a la ergonomía, en algunas ocasiones mi codo derecho llega a tocar la superficie del touchpad, haciendo click sobre él y quitándome de pantalla el mapa del navegador, lo cual, en medio de Marsella y con el sol de cara, añade emoción a la conducción.
A la hora de evaluar motorizaciones, nos encontramos en esta presentación con seis posibilidades, de las que podré echar mano a la mitad. Tenemos: C 200 BlueTec, C 220 BlueTec, C 300 BlueTec Hybrid, C 200, C250 y C 400 4MATIC. Por mecánica de presentación, me quedo sin hincar el diente al C 220 BlueTec, que aglutinará el grueso de las ventas en España, y al híbrido, que llegará en septiembre para abrir la puerta a un futuro híbrido enchufable.
Visto lo visto, pruebo el C 200 BlueTec como premio de consolación (entiéndase: frente al BlueTec que habría querido pillar), el C 250 (que no está nada mal), y el C 400 4MATIC (que de vez en cuando ya me toca darme un capricho, a mí también). Pero como esto ya se está alargando un poco, abordaremos el comportamiento dinámico de estas tres versiones, y también un capítulo aparte sobre la seguridad que aporta el sistema Distronic Plus, en una próxima entrega.