Con 42 años a sus espaldas, nada menos que siete generaciones, cientos de versiones y más de 30 millones de unidades comercializadas, el Volkswagen Golf es uno de los automóviles más exitosos de la historia y también uno de los más conocidos en todo el mundo, con nombres tan curiosos en algunos mercados como Rabbit, en Estados Unidos, o Caribe, en México.
Desde el primero hasta el último, todos tienen una esencia Golf y nosotros acabamos de estar en Alemania para probar absolutamente todas las generaciones, desde el primero hasta el último, pasando por dos ediciones muy especiales de las que también os hablaremos en detalle. Repasemos la historia del Golf y la evolución de las sensaciones al volante durante estas cuatro décadas.
Todo comenzó el 29 de marzo de 1974 con el primer Golf Mk1 que salió de la línea de producción de Wolfsburgo. Llamado a ser el sustituto del coche del pueblo, el Volkswagen Beetle, supuso un gran paso adelante por concepto: se pasaba de motores traseros y propulsión a motores delanteros en posición transversal y tracción delantera, aunque otros modelos como Passat y Scirocco ya habían recurrido a la tracción frontal un año antes.
Además, a lo largo de su historia el Volkswagen Golf ofrecería e incorporaría un sinfín de soluciones técnicas como la inyección directa, la turboalimentación, el ABS, el ESP, la tracción total, sistemas de propulsión híbrida o eléctrica, faros de xenón o full LED, carrocerías descapotable (desde 1980) o familiar, e incluso los sistemas de seguridad y asistencia más actuales (detector de ángulo muerto, control de crucero, Park Pilot, etc...).
Volkswagen Golf I (1974-1984)
En apenas dos años de fabricación, cuando corría 1976 (año por cierto del lanzamiento del primer Golf GTI -112 CV-), el Volkswagen Golf había vendido ya un millón de unidades. Parecía que, como se confirmó después, el modelo estaba en el rumbo adecuado para ser un enorme éxito comercial. Y unos años después, concretamente en 1980, llegamos al modelo de la imagen, un Golf Mk1 de color plata en perfecto estado de revista y listo para que podamos conducirlo, que por entonces costaba 14.000 marcos alemanes (unos 7.100 euros actuales).
Tras admirar el diseño de Giugiaro -de 3,82 metros de largo, 1,61 de ancho y 1,41 de alto-, su estrecha apariencia y aún más estrechos neumáticos (155 SR13), abrimos la puerta del conductor que, atendiendo a los estándares actuales parece de papel de fumar, y nos acomodamos en sus poco voluminosos asientos. Para ajustar el retrovisor bajamos la ventanilla y lo hacemos manualmente, sacando la mano para colocarlo a nuestro gusto.
Al girar la llave el motor 1.5 litros de cuatro cilindros y 70 CV cobra vida, no sin algún que otro intento extra cuando está frío de toda la noche, y el habitáculo al completo comienza a vibrar. Si le cuesta un poco mantener el ralentí tiramos del tirador del aire, valga la redundancia, y las vueltas suben. Igual los más jóvenes no saben ni de lo que estamos hablando, ¿verdad? En cualquier caso, nos llama la atención la ausencia de cuentavueltas y tampoco hay un reloj donde mirar la hora.
Una vez en marcha las dos primeras velocidades se acaban rapidísimo. Son tan cortas que a 30 km/h ya estás prácticamente metiendo tercera, y eso que la caja manual sólo tiene cuatro relaciones. Eso sí, las dos últimas son más largas que las dos primeras. De hecho, la cuarta se aguanta desde unos 40 km/h y llega hasta los 158 km/h de velocidad punta (según ficha). Es una marcha comodín, así que salvo en ciudad, prácticamente no necesitas ni tocar el cambio. Y eso que el par motor es ínfimo para lo que acostumbramos hoy: 108 Nm a 2.500 RPM. El motor retiene mucho así que no esperes mantener la inercia al soltar el acelerador, ni siquiera cuesta abajo.
Pero es que el coche tampoco pesa lo que los actuales. Se conforma con 805 kilogramos (netos), por lo que a pesar de los estrechos neumáticos y esos frenos que tan poca confianza transmiten -en la primera mitad del pedal no hay prácticamente respuesta-, se siente ágil y deja que lo lleves por zonas reviradas con cierta alegría. La dirección es dura ya que no es asistida sino "insistida", y sobre todo hace falta fuerza para maniobrar en parado. También tiene algo de holgura en marcha -los primeros centímetros hacia cada lado tampoco hacen nada sobre la dirección- y el aro es muy fino.
En tramos de curvas los ocupantes se menean de lo lindo ya que los asientos no agarran mucho, pero algo que ya no gusta tanto es la posición de los pedales que es, digamos, poco ergonómica, ya que el acelerador está tan bajo y el freno tan alto que para pasar rápidamente el pie de uno al otro -no basta con girar el pie- tenemos que levantar la pierna casi 10 centímetros.
En carreteras en buen estado no es precisamente el súmmum de la comodidad, ya que la suspensión resulta seca y se nota cada irregularidad del asfalto, especialmente si éste está roto o hay mucho bache. También es evidente que el nivel de insonorización es infinitamente menor al actual. Se escucha mucho ruido aerodinámico, de rodadura y también grillos, pero es que el amigo, aunque en perfecto estado, tiene 36 años y unos 100.000 kilómetros.
Volkswagen Golf II (1983-1992)
Nueve años después del lanzamiento de este compacto alemán, Volkswagen renueva su modelo y lo hace mejorando el original, por supuesto, pero dotándolo de un aspecto más moderno y robusto. Además, crece en todos los aspectos: es 16 centímetros más largo (3,98 metros), 7,5 centímetros más ancho y medio centímetro más alto. Ahora es más coche, y se nota desde el primer vistazo.
Las puertas, que ya no son tan de papel, dan acceso a un habitáculo aún añejo para lo que se lleva en la actualidad, pero que supuso una gran evolución con respecto al primer Golf. El volante pasa de un fino aro a otro más gordito y de mejor tacto, y el cuadro de instrumentos es mucho más moderno, con dos relojes: velocímetro (izquierda) y reloj (derecha). Como en el Mk1, el cuentarrevoluciones brilla por su ausencia, pero es cierto que el sonido del motor es más que suficiente -sobre todo por la poca insonorización del habitáculo- para saber cuándo cambiar de marcha. Por su parte, los retrovisores siguen siendo de ajuste manual, pero ahora tienen palanquita para hacerlo desde dentro.
La unidad de pruebas, que es más de las últimas que de las primeras puesto que se fabricó en 1990, luce también un color plateado y bajo el capó esconde un 1.8 litros de cuatro cilindros, 90 CV y 139 Nm. Eso sí, el crecimiento y la solidez ganada entre generación y generación tienen su lado malo: el Golf II pesa 72 kilogramos más que su antecesor, para un total de 877 kilogramos, aunque es cierto que este motor de generosa cilindrada mueve el coche con soltura y tiene un sonido grave y 'gordote'. En general es un coche muy agradable de conducir y más sólido que el primero.
Al volante sigue sintiéndose ligero, porque lo es, pero muestra más aplomo y, tratándose de un modelo del año 90, transmite bastante más confianza que el original porque parece pisar mejor. Además, los pedales tienen una posición más ergonómica y pasar el pie derecho del acelerador al freno ya es un movimiento totalmente natural. Los frenos, como en el primero, no parecen hacer mucho con el primer recorrido de pedal, aunque luego ofrecen una buena potencia de frenado.
Volkswagen Golf III (1992-1997)
Quizá es en esta tercera generación de Golf donde las cosas dan un giro brusco. Superamos ya los 4 metros de longitud (4,02 concretamente) y la anchura llega a los 1,7 metros. Además, se traspasa la barrera de la tonelada, con un peso en vacío de 1.080 kilogramos. Pero, ¿es esto necesariamente malo? Pues lo cierto es que no, porque gana en robustez, estabilidad y sensación de solidez.
En el habitáculo el salto también es importante. Los mandos de las luces pasan de estar en pleno cuadro de mandos a una posición más cercana a la actual, en la zona izquierda del salpicadero (aunque arriba, todavía), y lo mismo ocurre con los botones de la climatización, que ahora son diales redondos. Por supuesto, en esta tercera generación ya hay cuentavueltas en el cuadro de instrumentos, algo que habíamos echado de menos en las dos anteriores.
Aunque el aspecto es muy similar al II -a pesar de que los faros ya no son redondos y el logo VW de la trasera pasa a estar encima de la matrícula- supone un gran paso adelante, sobre todo desde el punto de vista del conductor. A poco que lo conduzcas te das cuenta de que es un coche reciente y se conduce como tal. En unos minutos se te ha olvidado que tiene 26 años (1994) y lo llevas como un coche cualquiera.
En este caso bajo el capó encontramos un motor diésel 1.9 TDI de 90 CV, que fue uno de los primeros TDI de Volkswagen (la unidad en concreto es de 1994), y el modelo luce el acabado GL, con paragolpes y retrovisores del color de la carrocería o cierre centralizado, entre otras cosas.
Volkswagen Golf IV (1997-2004)
Con la cuarta generación, el Golf es aún más coche, gracias a sus 4,15 metros de largo y casi 14 centímetros adicionales de anchura con respecto al original. También es importante el aumento de peso, que en la versión probada alcanza los 1.455 kilogramos (unos 650 kilos más que el primero de la familia), con los consecuentes beneficios en aplomo y estabilidad (no todo va a ser malo).
Lo mejor de todo es que el Golf IV que tenemos preparado es el delicioso V6 4Motion, cuyo motor 2.8 litros de seis cilindros en V, 204 CV y 270 Nm, es una auténtica maravilla por suavidad, su fino sonido y sus prestaciones, más que correctas. No es un motor explosivo, sino más bien bastante progresivo, pero gracias a sus cifras y a la tracción total, corre bastante incluso para los estándares actuales. De hecho alcanza unos 235 km/h según ficha.
Afortunadamente el coche está equipado con la caja de cambios manual de seis marchas (con un pomo muy señorial acabado en madera), y no con la tiptronic de cinco, lo cual se agradece. A pesar de todo, los recorridos de la caja de cambios son algo largos y tienen un guiado que resulta extraño, con cierta holgura, pero es una gran combinación junto al motor V6. Gracias a la tracción a las cuatro ruedas de diferencial Haldex y a gomas 205/55 ZR16, la tracción es muy buena incluso en suelo mojado (también por la lineal que es la entrega de fuerza del motor).
El tacto del modelo es totalmente de coche moderno. Si en otras generaciones anteriores se te olvidaba que llevabas entre manos un coche con una considerable edad, en este caso ni te lo planteas, porque aunque tenga ya unos añitos (la unidad es de 2003) se siente totalmente actual. Al volver a casa lo primero que nos pide el cuerpo es echar un ojo a los precios de los Golf V6 4Motion, así que os podéis hacer una idea de lo mucho que nos gustó rememorar tiempos pasados. Es una delicia de motorización.
Volkswagen Golf V (2004-2008)
A partir del Golf V ya entramos en territorio totalmente actual (en Sudáfrica, por ejemplo, se sigue fabricando a día de hoy). Las diferencias entre las generaciones pasan a ser de diseño (sobre todo a nivel de interiores, donde sí es bastante evidente la evolución del modelo), tecnología (el último es un escaparate tecnológico) y motorizaciones, pero a nivel dinámico apenas se encuentran diferencias porque son coches sólidos y agradables de conducir.
Así pues, deja de tener mucho sentido hablar de sensaciones a partir de esta quinta generación del Golf, que llega ya a los 4,2 metros de largo y en la que ya toda la gama lleva de serie seis airbags, control de tracción y estabilidad, ABS o asistente de frenado. Para muchos éste Golf V es el más 'feucho' de la saga, pero también es el que marcó la pauta para los venideros en cuanto a calidad de rodadura y comodidad de marcha.
La unidad de las imágenes, fabricada en 2007, monta un motor 1.4 TSI de cuatro cilindros, 140 CV y 270 Nm, junto a una caja de cambios DSG de doble embrague y seis velocidades. Con esta combinación se mueve de maravilla, por lo que las pocas diferencias que encontramos con los más modernos son, además del aspecto exterior, un habitáculo que sí tiene un aspecto desfasado para 2016.
Volkswagen Golf VI y VII (2008-2012, 2012-presente)
Con los últimos dos representantes del Golf, y a la espera de que llegue una octava generación (que parece estar al caer), el modelo se ha impuesto como uno de los referentes en el segmento de los compactos, y así lo aseguran sus cifras de ventas. Delante tenemos una unidad de 2011 (VI) y otra de 2012 (VII), con apenas 18 kilogramos y 6 centímetros de largo de diferencia entre ellas.
Uno es diésel y otro gasolina, uno tiene un cambio manual de cinco velocidades y el otro de seis, pero en definidas cuentas no existen grandes diferencias entre ellos, más allá de los cambios en el aspecto exterior (en ambos ya había tomado progatonismo el logotipo de la marca, delante y detrás), en el habitáculo, y en la tecnología disponible. Vale, el interior del VI parece más añejo que el del VII, pero tampoco distan tanto, ¿no?
En definitiva, desde el primero hasta el último el Golf es un modelo para disfrutar, pero como comprenderéis nos hemos centrado más en los veteranos -esos a los que es difícil echarles el guante- y hemos dejado un poco más a un lado los modernos, de los que hemos hablado largo y tendido en Motorpasión durante los últimos años.
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