Desde la antigüedad, el ser humano consideró este lugar como el Finisterrae, el fin del mundo. Los romanos presenciaron y relataron el espectáculo del sol hundiéndose en el Océano Atlántico. No cabe duda que tanta majestuosidad, les debió marcar. Como marca a cualquier visitante que tenga el privilegio de presenciarlo. Subir al faro del Cabo Finisterre y es darse cuenta de la inmensidad del Atlántico y de lo pequeños que somos en realidad frente a la madre naturaleza. Abrumador, como poco. Pero antes de llegar a ese final apoteósico te recomendamos una ruta por los puntos más emblemáticos de la Costa da Morte. Una que te marcará para siempre.
La Costa da Morte no tiene una delimitación geográfica exacta, si bien se considera que comienza a las afueras de la ciudad de La Coruña, pasado la población de Arteixo (famosa por albergar la sede de una “pequeña” empresa textil), y termina en el Cabo Finisterre. Entre esos dos puntos, que se pueden unir en apenas más de una hora en coche, hay varios mundos que explorar en una ruta que puedes hacer en un día o varios, según puedas y quieras perderte por esos parajes. Como siempre en estos casos, recuerda que solo es una propuesta, hay mucho más que descubrir y ver.
Caión (Laracha)
Para ir abriendo boca, la playa de Caión y su paseo marítimo son las joyas del municipio de Laracha. La villa de Caión marca el inicio de la Costa da Morte y es todo un adelanto de lo que nos encontraremos: mar y montaña se unen en una brutal pero bella combinación. A pesar de una carretera de montaña que te lleva a Caión, al llegar allí no te encontrarás con una calita. Al contrario, la playa es inmensa. Es también uno de los “spots” de surf más frecuentados de la zona.
En cuanto al paseo marítimo de la villa es un santuario de paz, pues la otra vertiente de esta península, donde está el puerto pesquero, suele estar bastante castigada por los vientos. En el extremo norte del paseo marítimo, puedes terminar el día disfrutando de excelentes tapas (uno de los mejores raxos del provincia, por cierto) en el Asteria Café frente a una espectacular puesta de sol. Es la versión local del Café del Mar de Ibiza, Galifornia en estado puro.
Razo (Carballo)
¿Qué es eso de Galifornia? Es una contracción de California y Galicia. El término, originalmente, hacía referencia a la zona de la ría de Vigo y a playas de arena dorada, como la de Samil. Pero finalmente ha acabado convirtiéndose en una reivindicación de toda la costa gallega como un destino ideal para el verano. Y si hablamos de Galifornia en la Costa da Morte, debemos mencionar a las playas de Razo.
Razo, con sus aguas frías es una playa de mar abierto y es considerada la cuna del surf en la zona norte de Galicia. Hace 40 años, nadie sabía lo que era realmente el surf en Galicia. Hoy, varias son las escuelas de surf ubicadas en la zona (hay olas todo el año) y acoge cada año varias competiciones internacionales.
De doradas arenas y ocasos de intensos colores que mueren detrás de las islas Sisargas, este amplio arenal, compartido con la vecina Baldaio, es también un importante espacio protegido por su riqueza natural y paisajística.
Verdes (Coristanco)
El “refugio de Verdes”, como se conoce en la zona, es una de las dos incursiones en el interior de la Costa da Morte que proponemos. Situado en el municipio de Coristanco (el único de los municipios de la Costa da Morte que no tiene costa) este conjunto de antiguos molinos de agua es un pequeño rincón de paraíso aislado del resto del mundo. El río Anllóns serpentea por este fantástico lugar moldeando la tierra a su paso y el bosque autóctono de ribera mantiene el dominio antes las especies invasoras, como el dichoso eucalipto.
Malpica (Malpica de Bergantiños)
La villa marinera de Malpica es el arquetipo de pueblo pesquero. Este antiguo puerto ballenero es actualmente uno de los más importantes en captura de pescado de toda Galicia. Las callejuelas estrechas y laberínticas, tan antiguas como la pesca en Malpica te llevarán al puerto y a la lonja.
Malpica es la ocasión de comprobar que las postales de pueblo marinero de Galicia no son una postal son una realidad. En Malpica lo tienes todo. La nube de gaviotas que vigila, al compás de la constante entrada y salida de embarcaciones, los hombres y mujeres que reparan sus instrumentos de pesca. Las redes a la espera de sumergirse en las frías aguas del Atlántico.
El mar bravío y en ocasiones peligroso recuerda a los hombres que solo pueden faenar si él lo desea. En invierno, los días de tempestad es habitual ver saltar las olas sobre el dique del puerto, sucesivamente ampliado y reforzado para servir de refugio a más de cien embarcaciones, pero que nunca parece ser lo suficientemente grande.
Corme y Laxe (Ponteceso)
La ría de Corme y la playa de Laxe nos dan un respiro en una costa agreste y moldeada por el inclemente e incesante oleaje. En Corme destacan las casas marineras pintadas de colores, mientras que Laxe, con un pasado señorial, tiene en pleno centro una espléndida playa de 1.400 m de arena tan fina -o casi- como la del Caribe.
En el fondo de la ría el mar engulle el río Anllóns, dejando un estuario con una lengua de arena de más de 2 km, paraíso de colimbos, gansos, garzas y tarros. En el fondo de la ría el mar se confunde con el río Anllóns, dejando un estuario con una lengua de arena de más de 2 km, refugio de colimbos, gansos, garzas y tarros.
Castro de Borneiro y Dolmen de Dombate (Cabana de Bergantiños)
Seguimos para la segunda incursión tierras adentro. Esta vez para conocer el pasado más lejano de la región. La primera parada será en el Castro de Borneiro para luego seguir hasta el dolmen de Dombate.
Un castro es un poblado fortificado celta, por lo general prerromano, aunque existen ejemplos posteriores que perduraron hasta la Edad Media. El de Borneiro es un un ejemplo típico: construcción de planta circular, calles sin ángulos rectos, fortificación que protege el poblado y asentado en lo alto de una colina y cerca de un río. El de Borneiro fue descubierto en 1924 por Isidro Parga Pondal. Las distintas excavaciones realizadas permiten ver en la actualidad una gran parte del castro. Y es que todavía hay más castro enterrado de lo que podemos ver.
Más antiguo aún es el Dolmen de Dombate es uno de los megalitos más importantes de Europa que corresponde al periodo del Neolítico. Data de netre 3.000 y 2.500 a.c., su buen estado de conservación lo ha convertido en una referencia de este tipo de monumentos prehistóricos. Junto al Dolmen hay un centro interpretativo en referencia al megalitismo y al propio dolmen.
Playa de Trece (Camariñas)
Camariñas vive des espaldas a una naturaleza muy hóstil protegida por Ponta da Barca de Muxía y por el Cabo Vilán. Allí, el faro Vilán es casi el único habitante de esa dramática y bella costa. Camariñas es famosa por la tradición del encaje de bolillos, cuenta un Centro de Promoción del Encaje y el Museo del Encaje de Bolillo.
Además, hay cerca de 2.000 artesanas (“palilleiras”) que trabajan en esa insdustria. En los días de buen tiempo, es posible observar a las “palilleiras” trabajar en grupos delante de las casas. Sin embargo, esa relajación y aparente tranquilidad, ese ying que parece reinar en el pueblo tiene su yang en la playa de Trece. Tiene la particularidad que las olas del Atlántico siempre rompen con vehemencia en ella. Es totalmente salvaje y nadie en su sano juicio se bañaría allí.
Además, la playa del Trece fue testigo del naufragio del HMS Serpent, uno de los cientos de naufragios que ocurrieron en la Costa da Morte a lo largo de los tiempos, pero que contribuiría de forma notable a propagar la leyenda de la Costa da Morte.
El HMS Serpent, fue un torpedero de la Royal Navy, botado el 10 de marzo de 1887. El 10 de noviembre de 1890, “a las 22.30 horas cabalgó a ciegas sobre el cuerno de la Punta do Boi de Camariñas y dejó el mar sembrado de muertos. Fueron 173 los hombres tragados por el Atlántico”, recuerdan en la Voz de Galicia. Sólo 143 pudieron recibir sepultura (en el cementerio de los ingleses, en la playa del Trece). Y hubo tan sólo tres supervivientes.
Otro testigo de las tragedias que se fraguaroon en esta costa es la casa museo de Man. Situado en la parroquia de Camelle, es un original museo al aire libre creado por el artista alemán Manfred Gnädinger, más conocido por el nombre de “Man, el alemán de Camelle”, que llegó en los años 60. La tragedia del Prestige, que tiño de negro su obra de una vida, que "falleció del disgusto", dicen los lugareños.
Muxía y el Cabo Touriñán
En Muxía, el santuario de A barca y su entorno es una parada casi obligatoria. Además de su interés arquitectónico e histórico es una muestra de la tenacidad del ser humano frente a la naturaleza y al mar. El templo fue reconstruido hasta cuatro veces a lo largo de su historia (data del siglo XVII, pero desde el siglo XII ya había una ermita en su lugar). La última vez fue en 2015, tras el incendio sufrido el día de Navidad de 2013 a consecuencia del temporal.
En cuanto a atardeceres especiales, el cabo Touriñán, tiene el suyo particular. Dos veces al año, a principios de la primavera y finales del verano, el cabo Touriñán se convierte en la última línea de sombra del ocaso en la Europa continental. Y es que en esas épocas, la línea de separación del día y de la noche se “inclina”, digamos, un poco hacia el este. Así, aunque el Cabo da Roca de Portugal sea el punto más occidental de Europa continental, es el Cabo Touriñán el último en ver ponerse el sol.
Cee
Esta pequeña población costera concentra una multitud de atractivos turísticos, lejos de la masificación que podamos ver en Santiago o en Fisterra. Por supuesto, no te puedes perder el Hórreo de Lira, construído en el siglo XVIII (el más grande del mundo con sus 36,53 metros de largo), ni la cascada del Ézaro en la desembocadura del río Xallas, el único salto de agua de un río europeo que cae en cascada hacia el mar. La playa de Carnota merece también una parada obligada. Este arenal de 7 km de largo es la antítesis del turismo de playa masificado. Incluso en el día más caluroso, verás poca gente.
Finisterre
Fisterra, o Finisterre, el fin del mundo conocido en tiempos del Imperio Romano. Es un precioso enclave visitado por miles de peregrinos cada año, pues en el mismo Cabo Fisterra termina también el Camino de Santiago. Y si hay ganas de playa en Fisterra, recomendamos las playas de Langosteira y O Rostro. La primera es de arena blanca -sencillamente cautivador-, mientras que la segunda te dará una sensación de libertad, de aislamiento y conexión con la naturaleza, como explica Damían en una ruta por la región más extensa.
Fotos | Daniel Murias, Miguel Navaza, Compostela virtual, Turismo de Galicia
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