Seguramente muchos de vosotros habéis visto en la red como una conocida marca de coches de juguete batía el récord de salto con un coche para promocionar sus productos. No obstante, para conseguir semejante salto hay que practicar antes, y las cosas no siempre salen como las habías planeado.
La cosa resulta más complicada de lo que parece. En el momento del salto, el coche debe circular a unas 109 millas por hora (175 km/h), y lo que no es menos importante, el conductor debe estar acelerando en ese momento.
Esto es así porque según estemos acelerando o frenando, el peso del coche se desplaza hacia el eje trasero o el delantero (respectivamente), de manera que durante el tiempo que el coche está en el aire, girará sobre sí mismo.
Si como es el caso, el conductor levanta el pie del pedal del acelerador justo antes del salto (iba demasiado rápido e intentó compensar), el coche tenderá a girar hacia adelante, situación agravada por el peso del motor. Si por el contrario toma el salto acelerando, el giro hacia atrás se verá, en este caso, compensado en parte por el peso del motor, y en principio el coche debería caer más recto.
Este difícil equilibrio, es lo que hacen los pilotos de rally sin inmutarse cada vez que cogen un salto grande, e increíblemente, les sale bien una y otra vez. Como este salto es algo más complicado que los que puedan encontrarse esos pilotos en una carretera, las cosas salieron mal, y parece increíble que el piloto consiguiera salvar la situación.
Afortunadamente, la suspensión modificada ayudó bastante. Con un coche normal el vuelco hubiera estado garantizado, y cuando se tiene un accidente a más de 160 km/h, no se puede asegurar que se vaya a salir sin un rasguño. Afortunadamente, hay gente con mucha suerte.
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