Como bien sabéis, ayer Uber fue el protagonista del día en muchas ciudades europeas gracias a la jornada de cierre patronal de los taxistas. La Comisión Europea está desentendiéndose del problema, y lo va a seguir haciendo. De momento la idea no les parece mal, es decir, estimular la competencia, pero cumpliendo las normativas locales.
No existe una directiva comunitaria que regule este tipo de transporte. Ni la habrá. España pidió la intervención de la UE en el conflicto Uber vs taxistas y han respondido que no tienen esas competencias. Vamos, que cada país de la unión debe afrontar el problema como quiera.
El sector del taxi está fuertemente regulado en los países europeos, y debe hacer frente a una serie de obligaciones e impuestos que los conductores de UberPOP/UberX (conductores particulares) no cumplen. Con razón los taxistas lo llaman competencia desleal.
Hay voces que claman a favor de la desregularización del taxi, o directamente su liberalización total. Es decir, que cumplan las normativas, sí, pero que los precios se establezcan por el libre mercado, y no a golpe de regulación administrativa.
Por ejemplo, en Japón los taxis no tienen tarifas unificadas, cada compañía tiene las suyas, y hay varias compañías de taxis diferenciadas claramente. Eso facilita la competencia, ya que no hablamos de un oligopolio, sino de algo más concurrido.
Si Uber consigue un encaje en las normativas de cada país, los taxistas tendrán un competidor muy temible. De hecho, desde ayer ya existe el servicio UberTaxi en Londres, donde el taxista "palma" la comisión que cobra Uber, y el cliente paga lo mismo que parando a un _Black Cab_ en la calle.
Los cambios llegarán de grado o por la fuerza
En cuanto a los propios taxistas, no solo hay un deseo de que todo se quede como está (su posición histórica), también hay voces favorables a la llegada de alternativas, pero si todos cumplen las mismas reglas. Al final, todo se reduce a eso.
Los argumentos de inseguridad y falta de fiabilidad son cada vez más insostenibles. La responsable de Uber en España ha declarado que tienen un seguro adicional al del conductor (por si no cubre) con cinco millones de euros de responsabilidad civil.
Además, hay un sistema de valoraciones que dificulta la permanencia en el sistema de conductores conflictivos, maleducados, faltos de pulcritud, etc. La percepción generalizada es hasta opuesta, se confía más en Uber que en un sector que acumula años y años de reputación negativa por malas experiencias (aunque sean minoritarias, ojo).
¿Cómo se puede adaptar el taxi a la llegada de este tipo de competencia?
Pongamos que se consigue encajar al servicio UberPOP en el circuito legal haciendo que sus conductores paguen impuestos y se saquen el BTP, o de la forma que sea. El taxi debe evolucionar y no anclarse en una posición de privilegio administrativo y protección, conseguidos con décadas de movilizaciones por lo suyo.
Hay aplicaciones que facilitan la conexión entre clientes y taxistas (como PideTaxi o MyTaxi), pero no es suficiente. El sector tiene una crisis de credibilidad, y de nada ayudan las imágenes en televisión de piquetes destrozando el taxi de un esquirol (el derecho a la huelga es eso, un derecho) o tratar de meter miedo al cliente.
Quien no se ha subido en un taxi sin cinturones traseros, o con la suspensión reventada de serie, es que no ha viajado suficiente en taxi. Es muy comprensible, por supuesto, su derecho a defender su medio de vida, pero soltar bulos no es el camino. Enrique Dans se preguntaba ayer mismo por qué la gente que usa Uber repite... pues será por algo.
Por ejemplo, cuando dicen que quién garantiza que le toque un conductor responsable, primero Uber evalúa a sus conductores (p.e. se miran los antecedentes penales) y hay un sistema de valoraciones. Quien recibe valoraciones negativas no va a durar mucho como conductor en UberPOP.
En cambio, salvo que se denuncie a un taxista y le quiten la licencia, es difícil hacer limpieza de manzanas podridas, ya que no hay un sistema público de valoraciones. Uber da los datos del conductor antes de ser recogidos. Algunas aplicaciones de taxi también lo hacen, pero no está tan centralizado.
Llevo días leyendo de todo, proUber, antiUber, taxistas... y tengo la sensación de que a la gente no le importa tanto lo de la legalidad, sino de que le den un servicio en condiciones, a un precio justo, y que sea cómodo. Los taxistas no pueden permitirse el lujo de perder la batalla de la credibilidad pública si quieren tener el apoyo de la gente.
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