Valentino Rossi está nervioso, es lógico. A pesar de ser uno de los mejores pilotos de todos los tiempos (para mí el más grande ha sido Mike “The Bike” Hailwood), y de llevar ni más ni menos que nueve títulos mundiales a sus espaldas, la presión también puede con él.
A sus 36 años, el 46 sabe que ésta posiblemente será la última oportunidad que tenga de ganar un título de Campeón del Mundo de Motociclismo. Sabe que ya no es tan rápido como los jóvenes, sabe que los años pesan y sabe que está líder del mundial porque los demás han fallado más que el. Y eso, parece haber sacado a relucir al verdadero Valentino Rossi.
Valentino ha liderado este mundial desde que consiguió la victoria en la primera carrera de la temporada en Qatar. Ha liderado la tabla a pesar de tener menos victorias que su inmediato perseguidor, Jorge Lorenzo. Mientras el italiano solo cuenta con cuatro victorias (Qatar, Argentina, Holanda y Gran Bretaña), Jorge Lorenzo ha subido a lo más alto del cajón en seis ocasiones (Jerez, Le Mans, Italia, Catalunya, República Checa y Aragón). Rossi ha tirado de veteranía para no fallar ni una sola vez en toda la temporada. Ha puntuado en todas las carreras.
Ha estado en la cresta de la ola desde comienzo de temporada, y de repente se ha visto como líder del Campeonato del Mundo de MotoGP a falta de cuatro carreras para que terminase la temporada. Eso le ha generado mucha presión. Tanta que se cree con derecho para decidir cómo deben actuar el resto de pilotos. Tanta que ha intentado abrir una guerra psicológica que parece no estar funcionando todo lo bien que esperaba.
Esto viene de lejos
Y para poner en contexto a todos, hago referencia a un artículo que Nadia Tronchoni publicaba hace unos días en El País, en el que la periodista nos contaba algunos detalles que tal vez sirvan para comprender la situación actual y cómo está actuando el piloto italiano.
En aquel artículo, Nadia contaba cómo Valentino Rossi había ido a recriminar a Dani Pedrosa su actuación en el Gran Premio de Aragón, en la que el español le adelantó para acabar la carrera en segunda posición, justo por detrás de Jorge Lorenzo. Que alguien como Dani Pedrosa, que teóricamente no se jugaba nada le adelantase, parecía no haber sentado bien a Rossi.
No trató de ser el más rápido, no trató de distanciarse de Márquez, no trató de tirar hacia adelante y olvidarse de lo que pasaba detrás. No lo intentó o no podía, porque sabe que le faltan décimas por vuelta para poder deshacerse de los jóvenes del campeonato
Comenzó entonces a crecer en su interior esa creencia de que él tenía potestad para decidir quién podía y quién no podía lucharle la posición, olvidando que todos y cada uno de los pilotos que componen la parrilla de MotoGP defienden los colores de una marca, de una escudería y deben luchar para conseguir la mejor posición para el equipo que les da de comer.
La siguiente carrera tenía lugar en Japón, casa de Honda y también de su marca, Yamaha. Allí Rossi salió segundo y acabó segundo. Bien, sin más. Pero la mecha que ha encendido el incidente de la presunta patada a Márquez, se prende en Philip Island, Australia. Allí Márquez ganó saliendo desde la primera posición de parrilla. Y eso sacó de quicio una vez más al italiano, que se fue a la fiesta posterior que Honda celebra tradicionalmente en Australia para preguntar a Márquez por qué le frenó y por qué quería que ganase Lorenzo el mundial.
Si saber qué le contestó el de Cervera, imagino su cara de incredulidad cuando su ídolo de la infancia le fue a recriminar por haber hecho lo que tenía que hacer, correr para ganar. Y en Sepang estalló todo.
Estalló porque Valentino Rossi, tal vez erróneamente asesorado por su entorno, llegó el jueves a la rueda de prensa previa a la carrera contando a todo el mundo su teoría de la conspiración, esa en la que supuestamente Lorenzo ha fichado a Márquez para que se ponga entre él y Rossi y mine la moral del italiano.
Empezaba la guerra psicológica, un campo que Rossi creía manejar a la perfección. Tal vez esperaba que el pequeño Márquez se amilanase ante las palabras de su ídolo, que le abriese la puerta para ver la imagen del italiano peleando (o no) con Lorenzo delante de él desde una posición privilegiada. Pero no fue así y Márquez hizo lo que tenía que hacer, defender los colores de Honda y de Repsol. La pena fue que en su camino encontró a un italiano mayor y desquiciado que utilizó las armas más viles para volver a subir al pódium una vez más.
No trató de ser el más rápido, no trató de distanciarse de Márquez, no trató de tirar hacia adelante y olvidarse de lo que pasaba detrás. No lo intentó o no podía, porque sabe que le faltan décimas por vuelta para poder deshacerse de los jóvenes del campeonato.
Márquez, correoso y combativo como ha demostrado siempre, peleó con él con uñas y dientes, siempre con deportividad. Lo hizo con él exactamente igual que como lo hizo en otras ocasiones con Jorge Lorenzo e incluso con su propio compañero de equipo Dani Pedrosa, con quien ha tenido más de un enfrentamiento de este tipo (recordemos Aragón de 2014). Un cuerpo a cuerpo en los que siempre ha acabado triunfando el que más valor le ha echado, y no el que ha tenido el valor de echar a otro de la pista.
Porque eso fue lo que hizo Valentino Rossi en Malasia. El italiano, ante la imposibilidad de deshacerse por velocidad de un rival correoso, ante la imposibilidad de minar su ambición con la guerra psicológica que había comenzado el jueves anterior, ante la imposibilidad de luchar cuerpo a cuerpo con Lorenzo y Pedrosa que se escapaban en el horizonte, optó por las peores artimañas que tenía: tratar de echar a Marc Márquez fuera de la pista y lanzar (o no) una patada a su rival.
Ese es el tema en torno al cual ha girado el debate, en todos los ámbitos, durante las últimas semanas. ¿Lanzó Rossi una parada deliberadamente para librarse de Márquez? ¿Tocó Márquez con el hombro la pierna de Rossi y por eso se ve así en la imagen? Después de haber visto cientos de veces repetida la imagen, y después de haber vuelto a ver ayer la carrera completa repetida, creo que es muy difícil valorar, a pesar de la telemetría presentada por Honda y por las imágenes, si realmente es la patada lo que provoca la caída de Marc Márquez.
Mi opinión personal es que simplemente el hecho de haberle llevado a la zona sucia de la pista, completamente fuera de la trayectoria correcta, es lo que provoca que el español se vaya al suelo. Y la patada se la podría haber ahorrado, porque con ella ha ensuciado una trayectoria deportiva solo manchada por alguna trifulca fuera de lugar con Sete Gibernau o con Jorge Lorenzo.
Una última batalla…en los despachos
Valentino Rossi ha tirado una vez más de galones y, tras no presentarse a la rueda de prensa posterior a la carrera de Malasia, amenazó con no correr en Valencia. Sabe que si él no corre la audiencia de MotoGP cae en picado. Es la guerra psicológica, en esta ocasión con Dorna, la que tampoco parece haberle funcionado.
Así pues, ha optado por recurrir a los despachos, llamar a la puerta del Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) para que, cual emperador romano en el Circo, le concedan un indulto que le permita salir en la posición en la que califique en el Gran Premio de Valencia y no último. Pero lo que tal vez no recuerde es que aun así, le faltan décimas por vuelta para poder medirse a los jóvenes que correrán defendiendo sus colores, su escudería y su posición en la carrera para deleite de los aficionados que allí estaremos presentes. Que gane el mejor.
En Motorpasión | La patada desde la Yamaha de Valentino Rossi no existe ni en telemetría